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En el entorno de Martínez
Montañés lo
largo de la comunicación, se pretende apor-
A tar
nuevos documentos sobre los primeros años
de la
estancia en la abadía de Alcalá la Real de la familia Martínez Montañés, sobre
todo del padre en su ejercicio de bordado. También, artistas en el campo de la escultura y pintura que
precedieron o
FRANCISCO MARTÍN ROSALES compartieron
vida con padre e hijo, entre ellos, desde el círculo de Juan Ramírez hasta los
primeros Sardos pasando por Martín Pérez, Jusepe de Burgos y la familia
Figueroa, entre otros, que trabajaron para las imágenes, retablos y otros
elementos artísticos que coadyuvaron al desarrollo de la escultura religiosa y
civil de Alcalá la Real y su entorno.
I / SOBRE LA
PRESENCIA DEL BORDADOR
JUAN MARTÍNEZ
MONTAÑÉS EN ALCALÁ LA REAL, PRIMEROS DATOS
Han aparecido
documentalmente muchos datos sobre la infancia de Martínez Montañés y el
entorno laboral y artístico del padre del mismo nombre. Juegan un gran papel la
relación que mantiene su padre con los artistas alcalaínos por su calidad del
arte del bordado y por su relación con los pintores, escultores, ensambladores
y otros artistas. Su función como alguacil de la abadía y mayordomo del
hospital del Dulce Nombre de Jesús muestra su influencia en el tejido social
para ostentar dicho cargo abacial. En primer lugar, vamos a citar varios
documentos sobre la familia, vecindad y artistas que debieron influir en poner
las bases de aquel niño que acabó de aprendiz con Pablo de Rojas en 1580.
La vecindad
La nueva ciudad del llano y la reconstrucción de los
edificios municipales y del corregimiento contribuyeron a la llegada de famosos
artistas a la ciudad
de La Mota
como los arquitectos Ambrosio de Vico, Jacobo Florentino, Juan de Orea,
Machuca, Lázaro de Velasco o Ginés Martínez de Aranda; el propio Vandelvira fue
veedor de las fuentes de los Álamos. Como muy bien manifiesta Lázaro Gila
Medina:
Esta
fecunda y variada actividad, fruto de la paz, de la pujanza que alcanzaron en
este territorio y en estas centurias las principales actividades económicas
—básicamente cerealistas, vitivinícolas y ganaderas— no solo afectaron al campo
de la arquitectura, sino que también, una vez hecha realidad esta variada gama
de edificaciones, había que equiparlas de todos los muebles necesarios […] así
pues, piezas tales como retablos, rejas, lámparas, órganos, imágenes sueltas de
pinturas o de talla, tronos procesionales, etc. Son a partir del segundo tercio
del siglo muy solicitados (GILA y LÓPEZ, 1999: 33).
También, la iglesia abacial representó un fuerte impulso
para el desarrollo de la ciudad. Su mecenazgo benefició a la formación
espiritual y cultural de muchas personas. Por otro lado, todos los campos del
arte se vieron beneficiados de todos los movimientos que surgieron a lo largo
del siglo XVI en el ámbito religioso. Sus iglesias, sus retablos, sus
ornamentos, las obras de pintura y escultura y otras artes, se acrecentaron
tras la Contrarreforma y las nuevas directrices emanadas desde el Concilio de Trento.
En esta línea hay que entender la presencia de muchos artistas que acudieron a
la ciudad de Alcalá la Real para el diseño y construcción de sus edificios,
desde las iglesias a sus palacios y centros educativos hasta la ornamentación y
aderezo de objetos e instrumentos.
Además, su infancia alcalaína contribuyó a que ingresara de
aprendiz en torno a los ocho años y bajo la maestría del miembro de la familia
sarda el famoso escultor Pablo de Rojas, exponente máximo de la Escuela
Granadina. Y, a través de sus primeros pasos de aprendiz, en su taller pudo
recibir la formación basada en los grabados y estampas que conocía de la casa
de Pedro Sardo, dibujos y láminas que traían de Italia cuando sus padres y
hermanos se desplazaban a tierras sardas y volvían cargados con una muestra de
referencias mitológicas y religiosas a la manera de los grandes artistas que
identificaban como artistas a lo romano. Ir de la mano de Pablo de Rojas no
debió costarle mucho a su padre a la hora de acudir a los talleres de la calle
Elvira para que el niño Montañés se ejercitara en la madera y diera sus
primeros pasos entre gubias, bocetos y modelinos.
Y, ya instalado en Sevilla, no olvidó tampoco su pasado
alcalaíno. A su taller acudieron varios alcalaínos o relacionados con el
entorno de la ciudad de La Mota (MARTÍN y ROSALES, 2000). Desde Gaspar de
Rages, sobrino de Pablo de Rojas, hijo de Melchor de Raxis, que le policromó
muchas imágenes, hasta el escultor Francisco de Villegas, casado con la
alcalaína Mayor de Raxis, hija del escultor Melchor Sardo, hermano de Pablo de
Rojas. No es de extrañar que Martínez Montañés sintiera la muerte de su maestro,
Pablo de Rojas, al comunicarle los sobrinos en 1611 y solicitarle permiso para
acudir a su pueblo natal para recoger la herencia de su tío. Años más tarde, se
ofreció como embajador alcalaíno para avalar los tesoros y mensajes de los
indianos en tierras americanas, como lo hizo con la familia Sánchez de Hinojosa
(MARTÍN y MURCIA, 1998).
Siempre mantuvo el cordón
umbilical con su ciudad, y por eso en los momentos precisos, recordó a la
familia de los Frías a la hora de solicitar su expediente de limpieza de sangre [1]. Por eso se acuerda
perfectamente hasta el segundo decenio del siglo XVII de sus orígenes
alcalaínos remontándose a sus abuelos maternos y enorgulleciéndose de una
familia privilegiada que no se veía relacionada en ser judío o cristiano nuevo.
De ahí que su pasión por el Dulce Nombre de Jesús, una advocación que le
impulsó su padre, cuando en Alcalá la Real regentó el hospital de este nombre
en los años sesenta, le animara a ser miembro de esta cofradía sevillana [2].
El año que vino el padre a Alcalá la Real
Gracias a la carta dotal de su primera esposa, podemos
confirmar que era vecino de Alcalá la Real
y no tuvo hijos [3]. En concreto, es
curioso que haga él mismo la declaración como broslador, pues afirma «que se
desposó con Isabel González puede aver dos meses poco más o menos, en que se
veló dos meses más o menos». Y el día 26 de octubre ya había fallecido su joven
mujer y quiso poner de manifiesto todos los bienes que se contenía en la carta
dotal. Estos importaban 32.766 maravedíes. Por otro documento, de 31 de
diciembre de 1558, concierta con López de Andújar, también bordador vecino de
Alcalá la Real, obligándose a pagar 34 ducados a su cuñado Juan Martínez a
cuenta de los 34 ducados que le debía de los bienes y muebles de su hermana,
que le otorgó en manos de Juan García
los quales
debo y son de compra de bienes y muebles contenidos en escritura que el dicho
Juan Martínez otorgó, fuera de los dineros y entra en quenta seis mil
maravedíes que le mandé de Juan García, mi yerno, que es de Beatriz, su mujer y
de Juana Martínez mi hermana ya difunta e todos las otras cosas, dineros y
bienes que yo le obiere demandado.
Con esto se muestra que el
padre de Montañés manifiesta su relación vecinal antes de 1548, y su entorno
profesional con otro bordador que es familiar y proveniente de Andújar, como ya
vimos en otro documento que procedían algunos de sus familiares de esa zona,
Porcuna, Andújar y Arjona.
Cargos del padre
En el Archivo Municipal de
Alcalá la Real, varios documentos de memorias y constituciones de cofradía y
hospital, entre ellos los libros de cuentas, entre los años comprendidos entre
el 20 de abril de 1570 y el mes de julio de 1572, manifiestan que ejercía de
mayordomo de la cofradía y hospital su padre, el bordador Juan Martínez
Montañés, de modo que aportaba un nuevo dato a la presencia de la familia del
imaginero Juan Martínez Montañés en Alcalá la Real
[4]. Pues refrenda que su
padre fue mayordomo por estas fechas y administró sus bienes y, como es
natural, se vio inmerso en el espíritu caritativo de este hospital dedicado a
los enfermos, pobres de solemnidad, transeúntes y personas de mayor edad. Y
amplía la información de la biografía de padre e hijo, pues, tan solo se
databan hasta ahora su presencia con un préstamo de seis fanegas y media de
trigo que le hizo el cabildo alcalaíno en 1559. En el mismo año, el 6 de abril [5], sabemos que ya
estaba presente el padre de Juan Martínez Montañés en Alcalá la Real. En
concreto, hace referencia a lo siguiente:
[…] el
señor Alonso Rodríguez, alguacil mayor, a tenor de la Justicia de la ciudad dio
en fiado a Antonio de Dueñas, sedero, que está preso por no aber favorecido a
la Justicia de la ciudad según paresce en el proceso ante Hernán Sánchez en
poder de Juan Martínez, bordador, vecino de esta ciudad,y le dio por entregado
del y se obligó a volverlo a la cárcel pública de ella cada y cuando fuere
requerido sin poner escusa ni dilación alguna entregado al alcaide o carcelero
de la dicha cárcel sopena de que pagare lo que contra el fuere juzgado, sobre
esta causa los costes de 10.000 maravedíes, para la Cámara Real, y para ello
obligó su `persona y sus bienes avidos y por aver y dio poder a las Justicias
para ejecución de ello.
Por tanto, se ratifica que en
1559 el bordador Juan Martínez Montañés era vecino y se relacionaba con el ramo
de la seda, al avalar a Pedro de Dueñas, persona que aparece en muchos tratos
comerciales con este género o producto de la confección textil.
Otros datos posteriores a 1560
El primer hermano mayor de la cofradía de la Virgen de la
Cabeza, Aparicio Martínez de Colomo, junto con otros hermanos que comenzaron a
organizarla, le encargaron el estandarte al vecino y bordador/broslador, Juan
Martínez Montañés —por cierto, en este mes aparece como vecino de Granada— y a
través de este testimonio [6] se levantó el acta
del contrato del pendón el 5 de junio de 1560, lo que manifiesta que ya
existían devotos y cofrades en la ciudad de Alcalá la Real por esta fecha.
Desde principio, como establecían los estatutos de la cofradía de Andújar,
debían equiparse de unos estandartes que tenían que llevar impresos el escudo y
armas de la ciudad de Alcalá la Real para ser identificada esta nueva cofradía
filial entre todas las del Cerro; y en el diseño del pendón, bordado por Juan
Martínez Montañés, se recogía que iban dos imágenes de la Virgen de la Cabeza
en un lado y otro, con las llaves y leones de Alcalá la Real y el letrero de la
ciudad alcalaína [7].
Existía una relación muy grande entre los artistas y artesanos alcalaínos,
porque años después con el propio Juan Martínez Montañés, se volvieron a
establecer relaciones comerciales y contractuales. Así, en 1566 vemos al
bordador con los hermanos Diego y Hernán Sánchez firmando un trato de 20
arrobas de vino torrontés con un precio de 5.100 maravedíes.
En este contexto, hay que añadir el nacimiento de su hermana
mayor, Ana, en 1565; nuevos préstamos de trigo en los años posteriores a la
anterior fecha por el Pósito de la ciudad ante la carestía del pan; y el
arrendamiento de la vivienda paterna en la calle Llana, tres años antes que
naciera el “Dios de la Madera”.
Según documentos del Archivo Provincial de Jaén, el hijo del
bordador nació en la calle Llana, que actualmente recibe el nombre de Martínez
Montañés (por eso probablemente de darle un nombre ilustre con motivo del
descubrimiento de que Juan Martínez Montañés había nacido en Alcalá la Real y
no en Sevilla, como se venía atribuyendo erróneamente hasta principios de
siglo) [8][9]. Por un contrato de
arrendamiento de unas casas en la calle Llana, de 1564, cuatro años antes que
naciera el artista, firmado por el propio padre, Juan Martínez, se declara como
arrendatario, bordador y vecino de Alcalá la Real. El propietario de la casa
era Bernardino de Escaladas que no sabía firmar. Y la ubicación de la casa era
«unas casas que vos tenéis en la calle Llana, que lindan con casas de Marcos
Ruiz del Moral e con casas de Leonés el viejo e la calle real» con un alquiler
de 3 ducados. En esta casa nacieron Juan Martínez Montañés (1568), Tomasina
(1573), otra Ana (1575) y Catalina (1579).
Por otra parte, con el legajo de cuentas del hospital, ya
nacido el imaginero, entre 1568 y 1572, no se cierra en el ejercicio de su
mayordomía, ni Alcalá estuvo ajeno a esta persona. Pues, con motivo del
testamento de Pedro Méndez, vecino de la villa de la Fuente de Pedro Jaharro,
del convento de Uclés, encontramos al padre Montañés citado varias veces, donde
se recogían varias mandas en la forma de Juan Martínez Montañés, bordador, y
con su firma, que por el testador fue reconocido como hombre leal y de confianza [10],
lo que ratifica un pago de dinero en el cabildo en 22 de diciembre de 1570, por
el que se recogían varias libranzas o partidas de gastos que procedían de las
órdenes del alcalde mayor en el hospital. Por cierto, son muy interesantes
porque aluden al trasiego entre los soldados que acudían o regresaba desde la
Guerra de las Alpujarras y manifestaba el lamentable estado de la ciudad [11].
Curiosamente, Montañés padre, fue mayordomo y a la vez prioste de la cofradía
de la Santa Caridad, en la que se mantuvo durante tres años en el barrio
aledaño a la fortaleza de La Mota. Fue un momento en el que el hospital todavía
no se había trasladado al Llanillo, sino que se ubicaba en la Almondiguilla,
frente al torno del convento de la Trinidad. De este edificio junto a la
Alhóndiga por la calle Cava, bajó al Llanillo por los años ochenta para acabar
definitivamente, en 1601, la zona entre esta calle y la que se ubicó la iglesia
de la Caridad del hospital del Dulce Nombre, de modo que dio el nombre a la
actual calle Ramón y Cajal o Caridad donde se mantuvo hasta mediados del siglo
XIX. Se
escribía
[…]
descárguensele demás mil e doscientos y noventa y dos que pagó a Juan Martínez
Montañés, mayordomo del hospital del Nombre de Jesús, de esta ciudad para que
con ellos se enviase, como se envió, ciertos soldados enfermos que se llegaban
a dicho hospital.
En estos reembolsos, según los registros, aparecía como
bordador, mayordomo del hospital y hermano mayor de la cofradía de la Santa
Caridad. Su labor debió afrontar varias dificultades, porque hubo un gran
movimiento de tropas por Alcalá de modo que hubo que pagar varias deudas
anteriores y realizar algunas reformas en el hospital, entre ellas una
chimenea.
Tras su ejercicio de mayordomo del hospital del Dulce Nombre
de Jesús y Santa Caridad, parece que, a las alturas de 1573, no le fueron muy
bien las
cuentas y se
vio implicado en ajustar todos los débitos. En concreto, uno de sus deudores
fue el hermano mayor de la cofradía de la Santa Veracruz, Francisco Hernández,
de oficio tintorero, aportándole 12.000 maravedíes para afrontar las deudas
contraídas por el padre del insigne escultor e imaginero “Dios de la madera”.
Lo hizo para saldar las deudas a la mencionada cofradía, que estaba
representada por el mayordomo Antonio Leonés. Y respondía porque Montañés había
confeccionado un paño de terciopelo negro para el servicio de la cofradía de la
Santa Veracruz, y estaba en deuda, y con ella saldaba el alcance del bordador
con el hospital. Firmaron como testigos Pedro de Aguayo, clérigo, y Juan de
Sevilla. Un nuevo documento que nos manifiesta que la presencia de la familia
de Montañés se asentó en los decenios sesenta y setenta en la ciudad de Alcalá
la Real [12].
El taller de bordado del padre
La presencia de su taller de
bordado muestra que se hayan rectificado varios datos sobre la vida del
bordador Juan Montañés e, incluso, retardemos s su marcha de Alcalá por los
años ochenta del siglo XVI. Un nuevo documento de contrato o carta de aprendiz
en 1578 lo comprometía con Juan de Cueto para educar en el arte del bordado a
su hijo Pedro de Torreblanca, de edad de trece años
[13][14].
El objetivo consistía en «aprender el oficio sin encumbrar nada». Le debía dar
de comer, vestir, calzar y beber y pagar 12 ducados tras el periodo de
aprendizaje durante cinco años —al presente del documento cuatro ducados para
Navidad, otros en San Juan y el resto al finalizar—. Se obligaba el maestro a
enseñarlo o
bezarle
todo en este arte del bordado, sin ninguna reserva para que lo dominara en su
oficio; también en no emplearlo en algo ajeno al oficio y mantenerlo bajo su
cuidado esos años y en que no se rompiera los vínculos salvo que se fuera de la
casa.
Es curioso el apellido del
aprendiz, que no lo encontramos más que en el clérigo Diego de Torreblanca,
beneficiado y mayordomo de la abadía.
1582, la familia se marcha a Granada
El padre mantuvo la estancia en Alcalá la Real hasta 1582,
como se deduce de las cláusulas de este contrato, porque en 1580 se constata su
presencia familiar por la libranza del segundo estandarte de la
Virgen de la Cabeza, y una
referencia de contrato de un terno negro para la iglesia abacial. Curiosamente,
como señala el profesor Lázaro Gila Medina, «dedujimos que sus posibilidades
económicas serían bastante limitadas, hasta el punto que esta pobreza de medios
sería la razón fundamental que le empujaría a la emigración». Así pues, diremos
que Juan Martínez Montañés, el 24 de marzo de 1579 —su hijo rondaría los 11
años—, tras reconocer que estaba obligado a bordar el terno negro completo,
pedía al mayordomo de su fábrica le adelantase 6.000 maravedíes, ya que de no
ser así no podría continuar el trabajo. La iglesia accedía a ello y en
contrapartida él se obligaba a dar acabadas la casulla y la capa pluvial en el
plazo de mes y medio, una fecha que concuerda con el proceso del posible
contrato de aprendizaje de Martínez Montañés de las manos de Pablo de Rojas.
Para paliar los gastos, debió vender un asno y una bandeja de plata, que le
contrastó el platero granadino Miguel de Montalbán. Además, se multiplicó el
reparto de limosnas de pan a los pobres, que no podían salir a demandar por las
calles [15].
En Granada confeccionó para la cofradía del Santísimo Sacramento su insignia
correspondiente [16].
Por el documento de obligación y contrato, el broslador Juan Martínez Montañés
se comprometía a realizarlo a la cofradía. Se aportan nuevos datos sobre su
vida y la estancia de la familia en Granada, pues era vecino de esta ciudad en
la colación de Santa Escolástica, y vino a Alcalá, donde, como estante, llevó a
cabo la operación y contrato.
Por estos años noventa debió
morir el bordador/broslador Juan Martínez Montañés, y le dejó la antorcha de
los contratos de la sede abacial a otro bordador granadino, Andrés Díaz,
parroquiano de la iglesia de La Magdalena. Ya escribimos algo de su arte con
motivo del libro Historia de la Real
Cofradía de la Virgen de la Cabeza, pues hizo en los años finales del siglo
XVI el nuevo gallardete que presidió la cofradía durante los siglos XVII y
posteriores. Abundamos en sus aportaciones a la historia del bordado en Alcalá
la Real 15. Sirva de ejemplo este
documento, en el que el clérigo y presbítero Rodrigo Ordóñez, familiar suyo,
contrató con este bordador granadino estante en la ciudad abacial.
II
/ EL ENTORNO ARTÍSTICO
Martínez Montañés no olvidó
nunca la relación alcalaína con su tierra a pesar de que el pueblo sevillano lo
consideraba como su artista universal y no es de extrañar que el retrato de
Francisco Valera lo pintara en su madurez como un escultor sevillano. En su
obra, la huella del entorno cultural siempre estuvo presente a la hora de los
primeros pasos de su carrera artística.
Predecesores
Aquel entorno de la calle Real
de la ciudad alcalaína y de su parroquia de Santo Domingo de Silos no pasaron
de baldío en su formación artística. Sin lugar a dudas, junto con su padre
debió frecuentar el retablo plateresco del altar mayor y sus colaterales que
reflejaban un arte que partía del Renacimiento y se adentraba en el manierismo,
como se demuestra en las referencias documentales que recogiera el comisario
Romero de Torres, allá por los años treinta
15 AHPJ. Escribano Alonso Ordóñez. Legajo 4616, f.
103, 13 de junio de 1595.
del siglo XX, y cuyos restos
perviven en la capilla del Sagrario de Nuestra Señora de las Angustias.
Con muy buen acierto, Carmen Juan comentaba la presencia de
pintores y miniaturistas en la Alcalá de los primeros decenios del siglo XVI en
un artículo de La pintura del siglo XVI
en Alcalá la Real. Se refería a los datos encontrados en los Libros
Primeros de Bautismo de la parroquia de Santo Domingo citando a la posibilidad
de la presencia de Alejo Fernández (1511) y el bautizo de algunos hijos como
Benito y Nicolás (1516).
Sin lugar a dudas, la presencia de Juan Ramírez está
constatada en la manufactura del retablo de la parroquia de Santo Domingo de
Silos pues, junto a ellos, la presencia algo posterior de Francisco Hernández,
ante el escribano Andrés de Medina, aparece su testamento donde declara como
pintor en 1560. Y, como vecino de Castillo de Locubín, testaba porque se
encontraba enfermo en la ciudad de Alcalá la Real. Fue enterrado en la tumba de
su primera mujer, María de Carrión, hermana de Catalina González, esposa del
pintor Pedro Sardo, en el convento de la Santísima Trinidad. Se declara cofrade
de Santa Ana y de la Concepción, excepto de la Veracruz, junto con la de San
Antón, Caridad y la Antigua. Tuvo ocho hijos, cuatro con su primera mujer,
María de Carrión (Pedro y Juan de Herrera, solteros; y Salvador y Cristóbal
Hernández, casados) y otros cuatro con la segunda, Francisca de Montalvo, hija
de Francisco de Montalvo (Beatriz; Ana Hernández, casada con Bartolomé de
Morales y, en segundas nupcias, con el cantero Miguel Sánchez Vizcaíno; Diego
de Herrera; y Aldonza de Herrera, casada con el pintor Rodrigo de Figueroa). Y
por el testamento se comprende la interrelación entre los artistas. 24 de julio
de 1562.
También, como antecesor, el
pintor Luis Fernández se encontraba en la ciudad y manifestaba su oficio en su
propia firma. Lo hizo en el testamento de Gonzalo Roldán, 30 diciembre de 1512.
Entre los testigos aparecen Pedro Cuartas, Antón García y Cristóbal Fernández y
el propio Luis Fernández, que es el único que sabía firmar. Este pintor debió
estar ligado con Alejo Fernández y destacan sus conocimientos y que se le diera
el poder por su relación cordobesa.
Los Raxis
A través de su padre, del
mismo nombre y oficio de bordador, contactó con la familia italiana de los
Raxis-Sardos, como se constata en el documento notarial, en el que, Pedro de
Raxis el Viejo, le prestaba unos fondos para elaborar las letras del estandarte
de Nuestra Señora de la Cabeza, cuando se ponía en marcha la cofradía alcalaína
(MARTÍN ROSALES, 2000). Continuó en su vecindad granadina, con Pablo de Rojas,
y en Sevilla lo hizo su hijo el imaginero con los descendientes de Pedro Sardo.
El entallador Martín Pérez
Junto a los Raxis, el escultor y entallador Martín Pérez,
cuya obra se contemplaba en la torre de la Imagen y en las Salas de Cabildo de
la ciudad fortificada.
Rodrigo de Figueroa
Rodrigo de Figueroa se nombra en los inventarios de la
mayoría de los enseres objetos de escultura de la iglesia y cofradía de la
Santa Vera Cruz (el Cristo de las Penas,
la Cruz Verde, la Madre de Dios) Relacionábamos al pintor
Rodrigo de Figueroa con Rodrigo Moreno que fue maestro de Pablo de Rojas, y lo
apoyamos en que sufrió una mala interpretación de transcripción de Figueroa por
Moreno. Y nos preguntamos, ¿se fue con él a Granada?
Decíamos que
aparece en varios documentos y libros de la mitad del siglo XVI el pintor
Rodrigo de Figueroa. Carmen Juan lo recoge entre los Sardos y Francisco
Hernández tratando de la presencia del pintor Juan Ramírez. Se casó con Leonor
de Herrera y tuvo una hija (Beatriz, 1550) y un hijo (Juan, 1552), que lo
relacionaba con el pintor afincado en Sevilla Juan de Figueroa. Lázaro Gila lo
relaciona con el pintor Pedro de Raxis el Viejo y destaca que debió adquirir
gran fama y reconocimiento social entre la población por su producción
artística. Un documento nuevo se refiere a su casa, su taller cercano al nuevo
alhorí, que se levantaba en el Arrabal Nuevo
[17]. Aparece Rodrigo de
Figueroa, como pintor, que alquilaba la casa de Hernán García de Hinojosa, en
el Arrabal Nuevo, lindero con las casas de Tallahierro, calderero, y por la
parte alta con el alhorí por encima de unas cámaras, que estaban encima de las dichas
casas. Lo hacía por siete ducados al año en tres pagas. Fueron testigos Juan
López de Martos y Juan Sánchez de la Hinojosa. No este es el único documento.
El 11 de marzo de 1553 se muestran los pintores Pedro Sardo, Rodrigo Figueroa y
Melchor Sardo un encargo del cuarto del ayuntamiento en un conflicto sobre una
ventana de la ciudad, dando testimonio.
Por otro documento
17, arrienda su casa al regidor Pedro Serrano y nombre de
Juana Hernández, mujer de Juan de la Herradura, por seis ducados y medio, y
obligándose a pa-
gar los
deterioros que se sucediesen, por cierto, ubica perfectamente la casa estaba
situándola en la Puerta del Arrabal, lindera con casas de Juan de Linares y la
calle. Fueron testigos Alonso de Jerez y Antón Cano. Y un año después, 18 de
abril de 1555, arrendaba a Juan Castillo una nueva casa, que la tenía a renta
de Luis Serrano por cuatro ducados, y la consideraba que estaba muy bien
situada en inmejorables condiciones.
La interrelación de artistas en la cofradía de la Veracruz
La cofradía de la Veracruz,
ligada con la iglesia de San Juan de Letrán, recibió del papa Julio III en 1553
una bula por la que se permitía su fundación y erección de ermita, capilla y
hospital, concediéndole las mismas indulgencias en las fiestas que lo recibían
en la basílica romana. Son muy importantes sus primeros cabildos que nos
ilustran de la vida, bienes y objetos cofrades: dos arcas para la cofradía y
para el hospital, una cruz de madera, obra del pintor Rodrigo de Figueroa que
la doró y pintó, los ocho cetros del mismo pintor y las crucetas de las
puertas, atriles, la cruz de enterramiento —en una cara la insignia de Cristo y
en la otra la Señora de la Concepción—, el pendón de la cofradía, un arca
17 AHPJ. Escribano Alonso de Castro. Legajo 4580, f.
791, 12 de noviembre de 1554.
pequeña con el
Libro de la Regla, escrituras, entre
ellas la Bula traída de Toledo para
ganar indulgencias, ocho ciriales pintados de verde, tacillas de madera con la
cruz de insignia de la Hermandad y hostiario, objetos litúrgicos, frontales de
altar, el pendón de lienzo teñido y juegos de vestidos sagrados. Y, además, se
aprecia la introducción penitencial de la cofradía con el contrato de un
trompeta de Granada, la confección de una treintena de túnicas negras, las
insignias que pintó Pedro Sardo, los tronos, las andas, los ciriales (que
costaron 2.850 maravedís que pagó a Rodrigo de Figueroa, amén de la labor de
carpintería de Martín Pérez, entallador, que alcanzó la suma de 3.782 maravedís
para las andas del Crucifijo e imágenes), las imágenes (un crucifijo grande de
estatura de un hombre con una corona de espinas con las púas doradas, «e está
puesta en una cruz de madera teñida de verde e está nuevo y sano», y una imagen
de la Señora, con sus ropas, tocados y cofias). En 1578 aparecen nuevas imágenes
pasionales como
un retablo
portátil con una imagen del Cristo de la Resurrección, un crucifijo o cruz,
dorado a la redonda y el campo verde y en el pie cuatro escudos con cuatro
penitentes, Nuestra Señora de La Quinta Angustia, el nuevo pendón de la
cofradía con una Cruz y las insignias de Pasión, también se enriquece la
iglesia con la Virgen de las Angustias en dos tallas, cuadros y capillas como
la de la Cruz o Jesús Nazareno, Nuestra Señora y San Idelfonso y la De Santa
Quiteria.
De los primeros años de la vida de la hermandad nacen dos
aspectos muy importantes de su participación de Semana Santa: el monumento del
Jueves Santo y la procesión del Jueves Santo por la tarde. Del primero hay que
destacar que le dedicaban todo tipo de gastos en carpinteros, pintores y
luminarias. Su festividad inicial era la celebración del día de la Invención de
la Cruz. En el siglo XVII fue importante la unión que mantuvo con la cofradía
de la Santa Caridad, formando el hospital de la Veracruz y Santa Caridad,
manteniendo su cementerio y, lo más interesante, creando el Corral de Comedias,
que sirvió de fuente de ingresos para la cofradía. La hermandad se dedicaba
durante este siglo a la fiesta de la invención de la Cruz, la Candelaria, al
monumento del Jueves Santo, a la procesión del mismo día, sin muchos gastos en
ella, salvo la trompeta contratada y los músicos y ministriles que acompañaban
a la procesión.
Un caso parecido se muestra en el testamento del licenciado y presbítero
Francisco Martínez y Cano. Ligado con la familia de Hernán Cano, poseía el
patronazgo de la segunda capilla del ala de la Epístola, cuando se entraba a
mano derecha [18].
Señalaba que estaban enterrados su madre y sus hermanos Alonso y Francisco
Cano, y había fundada una memoria que se sufragaba con el tercio de los bienes.
Este testamento de la familia de los Cano nos fija la fecha de las imágenes del
Crucificado (el recién restaurado de
la Misericordia) posterior a 1566 en
un momento en el que la ciudad y la iglesia contrataba las imágenes a Jusepe de
Burgos, Rodrigo de Figueroa y otros escultores granadinos como Diego de Aranda.
Por lo que se disipa la atribución a Diego de Siloe, aunque participe de
algunas de sus características, ya que murió en 1563. También aporta nuevos
datos sobre la construcción de la iglesia y sus capillas con la intervención de
canteros como Miguel Sánchez Vizcaíno, un maestro que comparte obra con los
Bolívar, y amplía la historia de la capilla de los Canos, tan ligados, patrones
y devotos de la Santísima Trinidad.
Jusepe de Burgos
A Jusepe de Burgos se le
atribuye la imagen de la patrona de Alcalá la Real, la anterior imagen de
Nuestra Señora de la Antigua. A través del entallador alcalaíno reconocemos la
presencia de este vecino granadino de la parroquia de San Andrés. Jusepe de Burgos
trabajó en tierras alcalaínas por unas deudas que mantenía con Martín Pérez
tras su muerte. Un nuevo documento le obligaba ante el carpintero Francisco
Gutiérrez, hijo de Pedro Gutiérrez, a comprobar
de mayo de 1570.
la elaboración
de una puerta y una ventana con verjas por unos veedores, que ratificaran la
tasación y ejecución y se quitara una tocadura de la puerta. Para ello,
requirieron a dos maestros relacionados con el oficio de la madera, al
carpintero Pedro Barbado, vecino de Priego, y a Jusepe de Burgos, vecino de
Granada, que figura curiosamente como carpintero y entallador el cinco de enero
del año siguiente, siendo testigos el clérigo Rodrigo Ordóñez y Gómez Muñoz [19].
Tras comprobar los datos, declararon su coste y trabajo en mano de obra y
materiales en 12 ducados y medio, apareciendo las firmas de ambos. Intervino el
alcalde mayor notificando que nombrara un maestro por el carpintero alcalaíno y
quitara el bastidor antes de todo. Vinieron el día 8 los dos veedores. En
primer lugar se cita a Jusepe de Burgos y luego a Barbado; revisaron la puerta
y ventana en presencia del escribano Ordóñez, y dijeron que «tasada la madera y
manos de obra y bisagras y todas las demás obras que, de presente, estaban
fecho que ellos lo tasaban y moderaban en trece ducados y medio». Por el dato
de José Gestoso y Pérez en 1909, sabemos que Jusepe era entallador y vecino de
la colación de la Magdalena de Sevilla, en 2 de junio de 1550 dio poder a
Bernardo de Burgos, procurador de Sevilla, ausente, para que ajustase cuentas
con el cerrajero granadino Francisco de Trujillo. Jusepe de Burgos debió avecindarse primero en
Granada como entallador, y desde allí se relacionó con los artistas alcalaínos,
luego se mantuvo en Sevilla en la década de los cincuenta para aparecer de
nuevo en Granada y estar relacionado con Alcalá la Real, donde abrió taller.
Martín Pérez
Por Lázaro Gila Medina, en el libro Arte y artistas del Renacimiento en torno a la Real Abadía de Alcalá la
Real, se ceñía a una breve biografía sobre su persona y su contribución
artística. Lo sitúa en el segundo tercio del siglo XVI, y lo relaciona con
muchas actividades agroganaderas. Por su desahogada situación económica avaló a
varios canteros en la construcción de la iglesia de Moclín, fiando al herrero
Diego Cornejo y el cantero Íñigo de Vidaña a poner la piedra a las puertas del
templo; también salía fiador del cantero Miguel Sánchez Vizcaíno, que, a su
vez, lo hacía con el escultor feligrés de San Cecilio de Granada, Jusepe de
Burgos. En los registros municipales del AMAR, tuvimos la suerte de contar
varias intervenciones. Un nuevo documento nos amplía su ambiente familiar y su
taller. Nos referimos al inventario de división de bienes [20].
Compareció el padre de menores Martín Relimpio ante el corregidor y el alcalde
mayor para llevarla a cabo. A través del documento que se abre con el acta de
presencia, se conoce su biografía y entorno. Estaba casado en primeras nupcias
con Catalina de Trianos (un monasterio de León muy importante) y en segundas
con Francisca de Moya. Tuvo por hijos del primer matrimonio a Pedro Matías y
Ana de Trianos que, en aquella fecha, no alcanzaban los veinte años. Y del
segundo a Pedro, Diego, Cristóbal y Martín Martínez, también menores de edad.
Había dejado su caudal alcanzando la cantidad de 188.252 maravedíes. Se le ve
una persona activa que se veía obligado a firmar censos con diversas personas y
entidades, entre ellas el hospital de la Caridad (25.000), los hidalgos Pedro
de Pineda, Cristóbal Sánchez del Postigo. También lo hacía con el clérigo
Gaspar de Oviedo (2.725), que algunos confundieron con el escultor afincado en
Sevilla, el mercader Rodrigo de Castro (1.428) y la madre de su esposa Catalina
(María Ana de Torres (15.000 por la dote).
También sabemos que vivía en una casa del Arrabal de los
Mesones, cerca de las Entrepuertas, una casa por la que pagaba un censo al
hospital de la Caridad de 25.000 maravedíes, lindera con la casa del licenciado
médico Ocaliz, la calle y casa de los herederos de Juan de Morales (valorada en
35.000 maravedíes y se le dieron a su hijo Pedro Matías y Francisca de Moya).
Poseía una viña en el Cerrillo de los Palacios (lindera con viñas de Juan de
Narváez y de la Caridad), como era muy frecuente entre los artistas que
compartían otras labores de complemento. Su labor artística puede dividirse en
el complemento que mantuvo con otros escultores, el mismo como escultor,
ensamblador y carpintero de otros artistas.
En cuanto a los primeros, ya hemos destacado su relación con
su participación artística con el dorador y pintor Rodrigo de Figueroa y el
pintor Pedro Sardo. El mismo, como escultor, trabajó la madera con la obra de
la imagen de la hornacina de la Puerta
de la Imagen de la ciudad
fortificada de La Mota. Y como entallador se refleja en todas las obras en las
que participó junto con los enseres de la cofradía de la Veracruz, que abundan
en su inventario para las andas, cetros, insignias, crucifijos. Por el
inventario se le ve también participando con Jusepe de Burgos que le debía,
según las declaraciones, 25.000 maravedíes; por cierto, se encontraba este
escultor en Granada. El ayuntamiento alcalaíno le debía 6.000 maravedíes por el
chapitel de la Mora y otras obras. Y lo que abundan la labor de ebanistería, y
elementos formantes de la arquitectura retablística y mobiliario familiar de
lujo para la élite de la ciudad. A Andrés de Aranda le hizo obras con una deuda
de 2.000 maravedíes; a Gonzalo de Cabrera 3.000 y, sobre todo, su participación
que se define de carpintería, en la cantidad que restaba de seis ducados en el
monasterio de Monjas de la Santísima Trinidad. Está claro que la diferencia
entre el entallador y el maderero era significativa, porque se cita a su
abastecedor el maderero Pedro Ríos (una deuda de 406 reales). Lo mismo que se
complementaba con la albañilería en las labores de piedra, citando otros 3
ducados que le debía el albañil Ruiz Cobo. Entre el mobiliario particular, los
encargos se le multiplicaron: Juan de Aranda Carvajal, Alonso de Jamilena
(3.000)
Pedro Delgado Salmerón, Juan de
Aranda Figueroa, el regidor Martín de Frías. Y su ámbito se ampliaba a otros
gremios, como el cordonero Luis del Río (306) y otros como el cantero
prieguense Ortiz.
No solo entallaba obras de arte
o mobiliario de los edificios civiles, sino que realizaba esculturas como Nuestra Señora de la Puerta de la Imagen de
La Mota. Viene a colación un nuevo documento del escribano Bernardo Pérez de
Herrera en 5 de enero 1555, cuando aparecen dos tipos de obras que se
corresponde con esta doble faceta de artista y artesano [21].
Se compromete a que
«dará fecho
e acabados con toda perfección al convento y monasterio de Consolación tres
caxones y todo lo demás que para ello conviene y entiende para el vestuario y
sacristía con sus cajas y cerraduras y aldabillas y todas las guarniciones de
hierro y a de ser de la misma altura y largura e obra que tienen los caxones de
la sacristía del monasterio de San Francisco de esta ciudad salvo el respaldo
que tienen encima que no lo an de tener estos caxones, y que los avía detener
fechos para el día primero de Pascua Florida de este presente año, y an de ser
de buena madera de pino».
Al final, en el folio vuelto, hay la referencia artista
relacionado con el notario Diego López donde se comprometió «a hacer el retablo
y la capilla de su madre Elvira González». Se manifiesta que «y está fecho». No
sabía firmar y lo hacían Martín de Alcalá, Lucas Montijano, el escribano y
Martín Jiménez. Por tanto, no se queda su labor en ser un simple entallador,
con muchas entradas ajenas a su oficio, sino que interviene en retablos,
capillas, mobiliario eclesiástico. Con esto podemos reconocer que la cajonería
de Consolación era obra de de Martín Pérez, entallador.
Y, en la arquitectura, la
familia de los Bolívar que procedían de Granada bajo la égida de Diego de
Siloe, se afincó en esta ciudad y difundieron el manierismo arquitectónico en
todos los templos abaciales y de su entorno.
BIBLIOGRAFÍA
GILA MEDINA,
Lázaro y LÓPEZ GUADALUPE, Juan Jesús (1999): “Historia del Arte en Alcalá la
Real” en RODRÍGUEZ MOLINA, José (coord.): Alcalá
la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial, v. 4, Alcalá la Real,
Ayuntamiento de Alcalá la Real, pp. 7-132.
MARTÍN
ROSALES, Francisco (2018): “Martínez Montañés y el Dulce Nombre de Jesús”, Revista de la Real Cofradía del Dulce Nombre
de Jesús y Santa Caridad.
— (2000): Historia de
la Real Cofradía de la Virgen de la Cabeza, Alcalá la Real
MARTÍN ROSALES, Francisco y
MURCIA ROSALES,
Domingo (1998): Alcalá
la Real, cancionero, relatos y leyendas.
MARTIN ROSALES, Francisco y
ROSALES FERNÁN-
DEZ, Francisco (2000): Pablo
de Rojas, maestro de Juan Martín Montañés, Alcalá la Real.
[1] El 18 de enero de 1621, le
trasladó el poder Juan Frías al procurador Francisco Gutiérrez ante el
escribano Juan de Rotaesta, siendo testigos el presbítero del castillo Pedro
Duran, el escribano y procurador de número Antón de Santillán y Juan de Moya. En
certificado aparte aparece el traslado de Juan de Fonofaya ante el escribano
sevillano Francisco de Castro.
[2]
http://pacomartinrosales.blogspot.com/2018/12/enla-revista-del-dulce-nombe-de-jesus.html
[3] AHPJ. Escribano Luis de
Cáceres, Legajo 4599, f. 421, 31 de octubre de 1558, siendo testigos el barbero
Pedro de Ochoa, Diego de Medina, sastre, y Bartolomé Jiménez, declaraba la
carta dotal con su primera esposa Beatriz González.
[4]
AMAR. Libro de cuentas del Hospital del Dulce Nombre de Jesús.
[5]
AHPJ. Escribano Luis de Cáceres. 6 de abril de 1559. Fueron testigos el
escribano Alonso Ordóñez, Juan de Cueto, Francisco González, hijo, Juan Ruiz de
Albolote. Aparecen firmas de los dos escribanos y del padre de Juan Martínez
Montañés.
[6] AHPJ. Escribano Andrés de
Medina.
[7]
AJPJ. Escribano Andrés de Medina, ff. 92v-93v. Año 1560.
[8] AHPJ.
Escribano Gómez Muñoz, 5 de diciembre
[9]
, f. 13.
[10]
AHPJ. Escribano Alonso de Ordoñez, Legajo 4602, año 1570.
[11]
http://pacomartinrosales.blogspot.com/2018/12/enla-revista-del-dulce-nombe-de-jesus.html
[12]
AHPJ. Escribano Alonso de Castro, Legajo 4588, ff. 42v-43, 17 de febrero de
1573.
[13] AHPJ. Escribano Hernán
Sánchez, Legajo 4676, ff.
[14] v, 23 de julio de 1578.
[15] AHPJ. Escribano Alonso
Ramírez de Molina, Legajo 4732, f. 46, 24 de enero de 1579. Se presentaron ante
el mayordomo de la iglesia de Santa María, Juan Martínez Montañés, como vecino
de Alcalá, acompañado de su suegro el odrero Francisco Moreno, y Lucas de
Santillán, ambos vecinos de Alcalá la Real.
[16]
ABPJ. Escribano Alonso Ordoñez, Legajo 4610, f. 130, 14 de febrero de 1586.
Siendo testigos Juan de Baeza, Luis Hernández de Cardera y Alonso Gutiérrez de
Villalobos.
[17]
AHPJ. Escribano Antón García de los Ríos, 10 de mayo de 1552
[18] AHPJ. Escribano Alonso de
Castro, Legajo 4588, 15
[19]
AHPJ. Escribano Francisco Ordóñez recoge una escritura de 30 de diciembre de
1561.
[20] AHPJ
Escribano Francisco Ordóñez, enero de 1560.
[21] AHPJ Legajo 4590, f. 56.
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