HACE DIEZ AÑOS ESCRIBÍAMOS ESTA CARTA A AURORA. EN LA REVISTA DEL CRISTO DE LA SALUD.
V CARTA A AURORA
AURORA EN EL LIBRO ANALES E IMÁGENES DE 25 AÑOS |
No hay quinto malo, dicen en el
argot taurino. Por eso, este año, me siento mucho más obligado a escribirte
esta nueva carta. Me encuentro en la
escritura del encabezamiento recordando
los primeros días del mes de octubre del año pasado,
y creo que no voy a llegar a la meta de repasar todos los detalles de la
intrahistoria de nuestra hermandad; y de
seguro que me voy a saltar algunas fechas desbordado por el estresante mundo de nuestro alrededor.
Incluso, he tenido la tentación de dejarlo
o casi no me atrevía escribirte por el
miedo de sentirme ridículo. Pero, cuando
se acerca la fiesta septembrina, me
siento cada año más obligado a escribirte como si se tratara de una necesidad
intrínseca, un desahogo personal y un efluvio de amor hacia tu persona. Creo
que celebramos, durante este año, un
gozoso aniversario, que probablemente ha pasado desapercibido para muchos
hermanos: hace veinticinco años que disfrutamos de participación religiosa de la
misa dominical en la iglesia de San Juan. Lo consiguió Enrique Garnica, siendo
hermano mayor y, desde aquella fecha, todos nuestros capellanes nos han hecho (y
te hicieron) compartir los momentos más felices de nuestra vida religiosa. Lo
veía en tu cara, cuando te saludaba don Francisco Zafra Padilla; lo comprobaba
cuando rezabas el rosario antes de la misa que oficiaba don Juan Herrera, y,
también, te alegrarías de la buena respuesta que tiene la
llamada del actual párroco don Antonio Pérez Rosales a todos los que se
acercan al encuentro dominical.
Durante algunos meses de este año litúrgico, me he hecho un
poco poeta, tu también lo eras; recitabas muchos poemas religiosos, los ritos familiares de la cruz, las
canciones de María en las Flores de Mayo, las salves y las cuartetas de los auroros
... Cada domingo te sigo viendo entre
los primeros bancos y te dedico unos versos. Por octubre, redescubría contigo
la oración, desdeñaba como tú la del
rito utilitarista que se copia de las
fuentes romanas, y, a la luz del Evangelio, me inundaba de la gracia
que baja del Padre que nos cobija y nos da la fuerza con la confianza de
sentirme querido como tú lo estabas del Cristo que nos mira desde el dosel:
Quisiera siempre de injusto juez ser viuda,
acudiendo a su cita de fallo justiciero,
quisiera ser, Señor,
gota de fuente persuasiva
recalando la dura peña
en medio de la duna del desierto.
Quisiera, pues, eso, ser yo,
manos abiertas, de acción de gracias,
confianza del aliento del padre bueno,
premio de amor, diploma de esperanza,
gotas
regadas del rocío del cielo.
(Domingo del Domund 2007)
Hay domingos y fiestas que me impresionan sobremanera, en
concreto el Domingo de Todos los Santos, pues te considero y creo que tú eres
una de ellos. Candidez, gratuidad y amor a Cristo repartías en tus encuentros. Y eso que yo no te consideraba un zaqueo más, como yo
me siento gozoso de que el Cristo del dosel de terciopelo rojo se fije en
nosotros en medio de las circunstancias que me suelen impedir verlo.
Me he subido al viejo olivo,
Y aún no te encuentro.
He escalado una rama más alta,
otro vano intento.
Te he escuchado,
Y he abierto mi alma de desierto
Y, emergiendo de la turba,
Sales a mi encuentro
Contigo no marchaba,
Topaste simplemente conmigo
Sin apenas darme cuenta,
Fue un accidente repensado
De un ciego en el camino.
Quería sólo verte,
Fijar tu mirada en mi mirada,
Desprenderme de mis oscuros silencios,
Mis afanes y
mis adentros.
En tanto tú me llamas,
Me perdonas y me siento
Un Zaqueo pecador,
Publicano aventurero
Que goza de la estela de tus pasos
En
medio del hallazgo del intento.
(Domingo
4 de octubre)
En el mes de noviembre, se
propagaron las celebraciones de amor en el templo, y, este año, te recordé en
dos ocasiones: el día de Los Difuntos y
con la canonización del mártir dominico José López Carrillo. Le rezaba al Señor
y consideraba que tú también habías vivido en halo de santidad durante la vida,
testimoniando el seguimiento y honrando siempre a Jesucristo. Curiosamente, este
otro hombre era un alcalaíno sencillo, de una familia del campo, misionero
y cristiano, que sufrió los
desbordes duros de la pasión del
momento. Me han dicho que parte de su
familia, Manuel López, el padre del mancebo de botica de Don Francisco Santiago Antonio López Martín, son hermanos del Cristo de la Salud.
Por el día de la Inmaculada , me
vinieron cantos de mi fiesta favorita,
aquellos que exaltaban la pureza de la Virgen :” Es tan pura como el sol/Tan hermosa como los
manantiales”, y, me acordé que los
primeros hermanos de la cofradía se encontraban bajo la advocación de la Limpia Concepción :
María, eres de mancha pura,
María, ejemplo de amor,
María, espejo y dulzura,
En San Juan, dulce candor.
Ruega por nosotros, Madre,
Por los emigrante y pobres,
Por los que,
bajo tu azulada clámide,
Convierten en paz el cobre,
Dios te salve, Inmaculada,
En San Juan, hermosa flor,
Protégenos con tu manto,
Y danos siempre tu amor.
Luego, el año se nos enredó, se
nos complicó. Nos vimos ilusionados por la hermandad del Cristo de la
Salud de Córdoba, que
nos invitó a organizar un Congreso
Nacional de la Salud. Su
Junta Directiva nos prestaba toda su ayuda; nosotros, por su parte, buscamos
medios para llevarla a cabo, pero el
hombre propone y Dios dispone. Nos vimos inmersos en una serie de
imprevistos que no nos lo esperábamos: el lugar o cochera del trono amenazaba
ruina; la fachada se encontraba a medio camino de la restauración. Y, en esos
momentos, nos acordamos de muchos hermanos que dedicaron horas y horas de su
trabajo para levantar aquel edificio; hoy han cambiado los tiempos. Hoy día, el voluntarismo sincero y generoso está dejando paso al lucimiento de
otros lares, el egoísmo personal ha
cedido a la falta de tiempo para los demás y
el folklore ficticio ha ocupado
el hueco del motor silencioso de la oración. .Con estos
parámetros, hay que inventar nuevas fórmulas y recursos, ya no valen o no
existen los albañiles de fin de semana para la fábrica de la iglesia; nadie se
atreve a jugársela con la seguridad
personal y, además, la mayoría nos hemos hecho más comodones. “¡Que nos lo
hagan otros!”, “que yo no soy de la Junta ”, incluso” ¡Para eso,
pago!”. Estas son las voces consumistas y desalentadoras que a veces se
escuchan en el fragor de las actividades de las hermandades que, tan sólo, unos pocos asumen como si fueran los únicos responsables.
Y, menos mal que todavía se
mantiene la llama de testimonio como el tuyo, Aurora. La iglesia sigue abierta
y ha prestado los servicios sin darnos
cuenta de que faltaban ministros auxiliares. Como nos decía el
párroco, estaba inaugurando una experiencia piloto en nuestro tempo: sin
sacristán, pero con sacristanes; con la frialdad de los tiempos que corren, y sin
embargo con el calor humano de todos los domingos del Señor; sin estudios
formativos, y , con creces, esperando toda la semana la catequesis de la misa...
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