Llegar a Mures, es encontrarse con tierra de frontera,
entre pagos jienenses y sierras granadinas. Situada a unos doce
Kilómetros de la ciudad de Alcalá la Real pertenece al
partido, municipio y arciprestazgo de la anterior ciudad. Por una vía provincial, Mures se conecta con la
N-432 y, por otra vía de carácter local con la
A-340. Al núcleo de las Casillas de Mures, se accede por ambas
a través de una carretera local o municipal, lo mismo que, por otra a la
parte de Gumiel. Una circunvalación rodea recientemente a la aldea inaugurada
en los últimos años.
Tener actualmente
alrededor de 724 habitantes estabilizados con un hábitat
concentrado en el núcleo de Mures, y menos poblado en Balazos, Gumiel y
Casillas de Mures. Todos ellos juntos a calles procedentes de antiguas veredas
pecuarias a las orillas del río de Mures, Velillos, Palancares y Salobral. Las Juntas definen esta zona de
encuentro de cauces de arroyos y riachuelos, que riegan unas vegas de
hortalizas, cereal y esparragueras. Se encuentra en decadencia el hábitat
disperso en torno a los antiguos cortijos, hoy día convertidos
en casas de aperos, recreo y de campo,
salvo las Casillas de Mures.
A unos
824 metros de altitud, Mures encarna un vocablo, cuyo étimo
se diluye entre las interpretaciones precipitadas y la concienzuda
profundización de la filología y la historia. Puede responder a una arabismo que
hace referencia a “unas casas o chozas” probablemente situadas en las riberas
de los arroyuelos y ríos Mures, Palancares y Frailes. Los hay osados que
lo remontan a un refugio de roedores, por eso de que en lengua latina mus,
muris, significaba ratón, un despropósito de filólogos aficionados. También,
puede responder a un señor de la familia norteña de Mures. Que se afincó por
estos lares, como los Tudela que dieron nombre a la fuente.
En sus orígenes, estos lugares formaron una
zona boscosa de flora mediterránea, tan sólo cultivada en las partes llanas
junto a los caudales del agua. En época romana, se constata la existencia de
algunos asentamientos en formas de villas (Media Luna y Vegas de Paz).
Posteriormente, en la época musulmana, se transformaron estas villas en
alquerías, al mismo tiempo que se acrecentaron los asentamientos
dispersos, jugando un papel muy importante en el periodo nazarí este terreno
por estar situado en la frontera entre los reinos de Castilla y León y el
musulmán de Granada: lugar de dehesa, pasto de ganado, paso de tropas y de
enfrentamientos entre los dos reinos. El hito de la frontera está
constituido por el río y la cresta de los montes cercanos (Mulero, Mal Abrigo y
Guzmana, entre otros) y en varios lugares venían marcados por varias atalayas
alta y baja.
Tras la conquista de Alcalá la Real por Alfonso XI, estos terrenos
constituyeron una tierra de nadie, en la que destacaban la dehesa de
Mures, la fértil zona de las Juntas, Malabrigo, los cortijos de la
Atalaya y, Medianil. Por sus tierras pasaban los caminos de Iznalloz, de
Granada y Moclín jugando un papel importante sus puentes para el
desplazamiento de personas y víveres.
Con la conquista de Granada, esta zona fue repartida entre los vecinos de
Alcalá en varias ocasiones: la primera, en tiempos de los Reyes Católicos ( es
el caso del cortijo don Pedro); la segunda, en tiempos del emperador
Carlos I afectando a la zona de las Juntas, así como se vendieron una gran
cantidad de sus tierras al monasterio granadino de la Cartuja;
;en tercer lugar, una definitiva roturación de sus tierras en la zona de
la dehesa que alcanzó su última fase a finales del siglo XVIII y con las
posteriores desamortizaciones en el siglo XIX, constituyéndose como un núcleo
rural o aldea.
En 1574, se construyó el puente de
las Juntas, que fue obra del cantero Miguel Sánchez Vizcaíno, e importó treinta
ducados. Recibía este nombre por unirse el Velillos Frailes, el arroyo Mures
con el Palancares y era muy importante, porque pasaba el camino de Granada, que
unía Madrid o donde estuviera la Corte Real con Granada. Por él
pasaron personajes como san Juan de Dios, Juan de Ávila, el emperador
Carlos V por dos veces en la primavera e invierno del año 1524, ministros como
Ensenada o Wall de Felipe V o Fernando VI, José Bonaparte y muchos carlistas
a lo largo del siglo XIX.
En 1801, el
corregidor alcalaíno Joaquín Bernard y Vargas, caballero del hábito de
Santiago y subdelegado de rentas del partido municipal de Alcalá la Real,
ordenó realizar una parte del padrón de vecinos de la aldea de Mures. Y lo
ejecutó su primer alcalde pedáneo Félix
Atero, junto con un vecino de la aldea de modo que lo concluyeron en el
plazo de seis días. Existían 52 casas que correspondía al mismo número de
vecinos, los habitantes ascendían a 143, (en una proporción inferior a lo
normal en la ratio vecino/ habitante establecida por los historiadores de 3.5).
Predominaban los matrimonios sin hijos (14) o con poca prole (con un hijo, 9
familias; con dos o tres hijos, 14, ninguno con más de tres…) 5 solteros,
4 viudas, y un agnado. En este
tiempo, la mayoría vivían en la cortijada de Mures, por lo que significan que
se habían construido chuzones, casas de campo y pequeñas viviendas en torno al
camino real, concedidas en terrenos de propios por el ayuntamiento alcalaíno.
Frente a estos, los cortijos habitados en el partido de campo de Mures, por aquel tiempo de finales del siglo XVIII, eran el Manchón, las Pilillas, la Gineta (pronto, en los primeros decenios del siglo XX, constituyeron el Partido de Ermita Nueva junto con los cortijos del Palancares), aunque, sin duda, existían otros
como el de las Juntas, y Doña Cristina,
Todo ello demostraba
que existía una población joven, que se había arriesgado a construir una nueva
vida fuera del casco urbano como consecuencia de las políticas roturadoras de
terrenos emprendida por Carlos III en la dehesa de Mures. Luego llegaron nuevos
tiempos y nuevos servicios. Pero ya nos adentramos al siglo XIX y XX:
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