Como se cumplan los augurios de marzo, nos espera una primavera desconocida por estos lares de la Sierra Sur en estos últimos años. Pues, si se consuma el refrán, “Cuando marzo marcea, mayo mayea”, nos espera unos meses lluviosos y cumpliendo en demasía las previsiones de los agricultores. Con los campos verdes, por las fecundas sementeras; los olivos, cambiando su vestimenta amarillenta y enfermiza, por una copa de verde negro y una trama a rebosar de un producto que solo puede perjudicar los vientos malignos. Y los árboles frutales tiñéndose de rosas canas y los esparragales mutando su alfombra ocre por sus acanalados regueros de frutos esperados. A veinte de marzo, se ha superado la media del año agrícola normal de lluvias y nos aproximamos a los tiempos que el paraguas era el objeto que proliferaba en todos los rincones (e, incluso, nadie olvida las sombrerilleras que arreglaban el paraguas como Mercedes la Barranca), y, si nos remontamos a tiempos muy lejanos, hasta podía darse el caso de que las rogativas se transformaban en acción de gracias, los Tedeum abaciales, o se celebraban para imprecar el paro de las lluvias. Y es que el agua aporta ilusión y abre las mentes. Hace reflexionar sobre todas las circunstancias de la persona. No es de extrañar que, en una sociedad tan envejecida como la de los hombres de la Mota, el agua remueva las consciencias y se alce con las reivindicaciones de los jubilados. Pues las personas de la Tercera Edad han sido siempre conscientes del esfuerzo conseguido con su trabajo que, durante muchas veces, se ha prolongado más allá de los cuarenta años cotizados. Y no digamos los tiempos que, como aprendices, tuvieron que trabajar sin más que alguna que otra propina, y sin cotizar ni a la Seguridad Social ni recibir emolumento alguno, simplemente para poder colocarse en la lista de espera de un puesto de trabajo. Nuestros mayores son los hijos de aquellos que iniciaron los primeros pasos en la extensión universal de la Seguridad Social y recibieron las primeras pagas de su jubilación muy bien ganada con la aportación de su trabajo. Por eso, a pesar de la lluvia, no tuvieron miedo a la adversidad climatológica y manifestaron que defendían su más preciada conquista, amenazada por el sistema, y, sufriendo los zarpazos de los duros tiempos de crisis prolongada, solo pagada por determinados sectores.
Con
el paraguas en la mano y los toldos de plástico al alcance de los priostes y
mayordomos, se preparan las efemérides de la
Pasión. Se ha anunciado y se han hecho eco de la singularidad de la
Semana Santa Alcalaína en diversas exposiciones
de Camino de Pasión en el Palacio de la Provincia de Sevilla y en los sótanos
de los jiennenses del museo de la mansión de Villadompardo, donde se albergan
los Baños árabes. En medio de escenas de
escenas sicilianas y andaluzas, se yerguen los pasos de la Pasión
de Alcalá la Real. Con el título
de Pasos y Misterios, se entroncan dentro de la historia milenaria de unos pueblos
comprendidos en esta ruta, en la que está comprendida la ciudad de la Mota. Junto
a los tamborileros de Baena, se presencia la escena de la Venta con Judas Iscariote, el Juillas, y el Capitán de la Tropa de la ciudad
haciendo de Anás. Junto a la singularidad de la danza de la Muerte italiana,
aparece los rostrillos de la hermandad
de los Apóstoles de Alcalá la Real. Junto
a las carreras de los anderos lucentinos, escenas de la mañana del
Viernes Santo del municipio de la Sierra Sur como las de los Reos o de los Judíos a las puertas del antiguo convento de Consolación. El
misterio se hace patrimonio en muchos
rincones de estas dos regiones del Sur
de Europa, y, junto a las murallas de Carmona,
destaca un Cristo barroco, pero sobresale la imagen recostada en las parihuelas del Crucificado de la Salud
bajo el dosel de la Roca del Ándalus, de la fortaleza de la Mota.
El agua amenaza lluvias, pero deja
entreclaros para las salidas .En estos tiempos
corren muchas formas de entender y vivir esta semana de Pasión y Pascua, desde la
turística, la laica, hasta la religiosa y, vivencial para los cristianos. Al
menos, hay que reconocer, como escribían
los organizadores de esta muestra
“Imponentes procesiones, curiosas costumbres, tallas de espectacular belleza y
manifestaciones de fervor que reflejan
el incalculable valor artístico, patrimonial, social y antropológico de
esta fiesta y la identidad de los vecinos”. De seguro que
desde el más joven al mayor es
consciente que pasión está ligada con
agonía, la lucha por la vida, y esta es más feliz si no olvidamos la
solidaridad y la fraternidad.
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