VILLALOBOS
redacta su historia con páginas recientes desde se constituyó actualmente  una entidad separada del partido de Cantera
Blanca al erigirse en aldea a mediados del siglo XX. Está marcada por su pasado
de tierra comunal y de propios, de conquista del monte y de nuevos cortijos
diseminados, unos pertenecientes a los propios de la ciudad y otros  a las roturaciones contemporáneas por parte de
de particulares. Pues la mayor parte  de
estas tierras ocupaba, desde  el paraje
de Maleza Prieta, en las faldas de la
 Sierra  del Camello, unos terrenos  que fueron roturados desde finales del siglo
XVIII hasta mediados del siglo XIX y pasaron del caudal público a manos
privadas; dando lugar a la construcción de albergues, cortijos y viviendas en
la parte que les tocó por roturación. Como muestra, lo fueron  Allozarejo, Carboneros, Llano de los
Muchachos,  y Yerbatunal.  
        Mucho se ha especulado por su nombre,
que se envuelve en la leyenda del mundo rural a la época de la caza y muerte de
lobos, por cierto en tiempos pasados sufragada por las arcas municipales. Pero,
en verdad que el nombre de estas tierras se debe a la familia Villalobos, jurado
del cabildo municipal del siglo XVI que poseía un cortijo por estos lares.
Primavera es la estación ideal para pasear por estas tierras Con el mapa de Amelino
López, manuscrito de principios de siglo XX, un senderista se topa  con cortijos y casas renovadas y destruidas
entre muladares. Pero, nos describe una página geográfica del pasado. Pues el
cortijo  de   Villalobos se mantenía en la ribera del
arroyo del  Palancares,  y sus tierras lindaban  a occidente con el arroyo de Ana Ramos y a
oriente con el camino de Agreda sin formar una cortijada ni ningún núcleo
rural. No obstante, ya se distinguía un molino de pan que se movía por las
aguas del Palancares.  os cortijos eran  de grandes extensiones en las que
predominaba  la labor en tierra calma.
Por cercanía a este cortijo se encuentran en dirección oriental  Los Cierzos, Casillas de las Bizcas, casa de
Félix Chinguil ; en la parte norte a partir de la Fuente  de los Ballesteros,
pequeños cortijos con unas tierras de pequeñas extensiones,  casillas de don José Retamero, Juan
Simeón,  casa  de Cañada Honda, Antonio Nieto,  Cigarrón, Filancha,  Francisco Cantero y  el cortijo Veneroso ( algunos le llaman
Venerose, y  Veneroso fue un comerciante
genovés que compraba lana y ejercía de regidor en el ayuntamiento alcalaíno)¸
por el camino de la Fuente 
la Zarza, a su izquierda el cortijo de Ana Ramos    hasta el camino de  Alcalá a Morca que desemboca en el de Agrela
..); recorrían estos parajes el camino de los Agueda y la Fuente  la Zarza entre tierras
eran de secano, calma, monte y erial en su mayoría. En dirección occidental a
la fuente y camino de la Zarza 
y el arroyo de Ana Ramos, el cortijo de Juan García. Tras pasar el camino de la Ventilla , que procede del
de Vélez y Hueltes,  y por encima de los
caminos y fuentes descritas, se encontraban  el cortijo del Allozarejo  de monte y  
tierra calma, la Olla ,
la casillas  de la Churrera  y Antonio
Castillo, cortijo Fuente Hoyos,  y en
dirección al oriente, la casa de Dolores Rincón, María Morón, Portillo
Terrones, Juanico el del Camello y  Juan
Calvo. En el mismo Camello, algunas casas, casillas de Castillo, el cortijo de la Barra , y  una gran cantidad de chozas , todas estas
últimas linderas con el termino de Montefrío e Íllora, desde donde corrían  las aguas del arroyo Cañadas. Cerca
Carboneros. Mirando al sur del cortijo de Villalobos hasta llegar al cortijo
del Juanil en un terreno de tierra calma, para producir cereales y muy poco
monte, estaba  el cortijo de la Aroma  y la casa de Manuel
Ibáñez bajo el camino que enlaza el de los Gueltes con el que viene de Alcalá
hasta Agrela; por encima el cortijo de la Chota ; pasando el camino del Juanil  por el Gatunar y arroyo, cortijo de la Chota ,  casilla de Antonio Valverde  y Fernando y al pasar el camino de Alcalá, el
cortijo de las Ánimas, de los Almendros, cortijo Pérez, el Tablero, Melgar  y la Merced  tras pasar el camino de la Zarza. 
        Muchos factores han intervenido a la
nueva imagen de este rincón alcalaíno. La mecanización de los campos, el
transporte privado hacia los lugares de labranza y la concentración de su
población en Alcalá 

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