A
JAVIER GONZÁLEZ
Francisco Martín Rosales
En la ermita está La
Abuela,
Rezando por el mozuelo,
mientras María le
borda
La capa para el toreo.
Su madre lo ha
vestido,
Con gran primor y esmero,
Pues en Santa Ana se
estrena,
Con gran fervor de su
pueblo.
Acuden de todas partes,
-aldeas, cortijos y pueblos-
la bandera de la plaza,
Fija una entrada de lleno.
Abanicos de colores,
Ventilan el coso, y el ruedo
De tierra negra refulge
Entre palmas y redobleos.
Sale Javier por la puerta,
Con porte majestuoso,
Lo acompañan al paseíllo
En medio de alborozo,
Un novillero elegante,
Y otro principiante mozo.
El Niño que juguetea,
Con los adornos de
seda
Con mimo a su Madre
pide
Que al novillero proteja. :
Observa al de Guadaira,
Y le cubre todos los
quites
Como es buen compañero
En varas, le ayuda y
asiste.
Elegante y señorial
Con la izquierda repite
Naturales de dulzura,
Bella lección que admite.
La Madre borda una
escena
De filigrana y
colores,
-un torero en una plaza y
La Virgen con un capote-
Cuando le toca la suerte
Y de nuevo el toril se abre.
Un bello toro de estampa
Con su capa, para y atrae.
Valiente como ninguno,
Lancea con mimo y arte,
Mientras su gente le aplaude
Su valor y su donaire.
Rezan el Niño y la Abuela,
Y le dicen a su Madre:
-No te olvides de Javier
y encomiéndalo al Padre.
Lo fija en el primer pase,
Lo porfía y lo acosa
Al toro, entre encuadres
Fija, burla y alborota.
En otros lances, le juega,
entre olés y bellas
notas,
Se alboroza y se recrea.
¡Torero! La gente anota.
Cuando el Niño se pincha
Con el alfiler de su Madre,
La Abuela le da un pañuelo
Para que le quite la
sangre.
Una banderilla salta,
El novillero la esquiva
Y la punta va se clava.
En el ruedo, azul
y lila.
Un doble giro de mano,
El morlaco cambia y dribla,
Pasa entre pecho y cuerpo,
Una micra de asta
fina.
La Madre acaba el capote
Y pone en parte del centro,
Una espada y una corona
Para su rey, bello cetro.
Se para, y el toro dobla,
Dulcemente se cimbrea,
-entre la espera y e silencio-
El padre en la barrera,
Invoca a la Patrona,
Le ayuda y le jalea.
El puntillero ya
afina
Aceros de hoja argéntea.
Hasta el puño, ya la espada,
Al toro va y le propina.
Trofeos, alegría y lágrimas.
Mientras Javier camina
Un pasodoble se entona
Mientras el Hijo y la Abuela
aplauden ya en la ermita
Y ponen al Señor una vela.
María, prudente y madre
De escudo pone
montera
Y le encomienda al Padre
Que remate la faena.
Se anuncia ya una tormenta.
Con el cielo encapotado,
-
llora el padre y la madre-
tuvo a la Abuela a su
lado
Y, se levanta un
torbellino
Elevando hacia el cielo
El traje de aquella tarde,
Como enseña de trofeo.
A
JAVIER GONZÁLEZ
En
su tarde de toros en Santa Ana, 2004
Francisco Martín Rosales
En la ermita está La
Abuela,
Rezando por el mozuelo,
mientras María le
borda
La capa para el toreo.
Su madre lo ha
vestido,
Con gran primor y esmero,
Pues en Santa Ana se
estrena,
Con gran fervor de su
pueblo.
Acuden de todas partes,
-aldeas, cortijos y pueblos-
la bandera de la plaza
Fija una entrada de lleno.
Abanicos de colores,
Ventilan el coso, y el ruedo
De tierra negra refulge
Entre palmas y redobleos.
Sale Javier por la puerta,
Con porte majestuoso,
Lo acompañan al paseíllo
En medio de alborozo,
Un novillero elegante,
Y otro, principiante mozo.
El Niño que juguetea,
Con los adornos de
seda
Con mimo a su Madre
pide
Que al novillero proteja. :
Observa al de Guadaira,
Y le cubre todos los
quites
Como es buen compañero
En varas, le ayuda y
asiste.
Elegante y señorial
Con la izquierda repite
Naturales de dulzura,
Bella lección que admite.
La Madre borda una
escena
De filigrana y
colores,
-un torero en una plaza y
La Virgen con un capote-
Cuando le toca la suerte
Y de nuevo el toril se abre.
Un bello toro de estampa
Con su capa, para y atrae.
Valiente como ninguno,
Lancea con mimo y arte,
Mientras su gente le aplaude
Su valor y su donaire.
Rezan el Niño y la Abuela,
Y le dicen a su Madre:
-No te olvides de Javier
y encomiéndalo al Padre.
Lo fija en el primer pase,
Lo porfía y lo acosa
Al toro, entre encuadres
Fija, burla y alborota.
En otros lances, le juega,
entre olés y bellas
notas,
Se alboroza y se recrea.
¡Torero! La gente anota.
Cuando el Niño se pincha
Con el alfiler de su Madre,
La Abuela le da un pañuelo
Para quitarle la
sangre.
Una banderilla salta,
El novillero la esquiva
Y la punta va yse clava.
En el ruedo, azul
y lila.
Un doble giro de mano,
El morlaco cambia y dribla,
Pasa entre pecho y cuerpo,
Una micra de asta
fina.
La Madre acaba el capote
Y pone, en parte del centro,
Una espada y una corona
Para su rey, bello cetro.
Se para, y el toro dobla,
Dulcemente se cimbrea,
-entre la espera y el silencio-
El padre por la barrera,
Invocando a la Patrona,
Le ayuda y le jalea.
El puntillero ya
afina
Aceros de hoja argéntea.
Hasta el puño, ya la espada,
Al toro va y le propina.
Trofeos, alegría y lágrimas.
Mientras Javier camina
Un pasodoble se entona
Mientras el Hijo y la Abuela
aplauden ya en la ermita
Y ponen al Señor una vela.
María, prudente y madre,
De escudo pone
montera
Y le encomienda al Padre
Que remate la faena.
Se anuncia ya una tormenta.
Con el cielo encapotado,
-
llora el padre y la madre-
tuvo a la Abuela a su
lado
Y, se levanta un
torbellino
Elevando hacia el cielo
El traje de aquella tarde,
Como enseña de trofeo.
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