LA VIRGEN POR LOS LLANOS
El pasado
sábado catorce de junio, la imagen de la Virgen de las Mercedes salía de la
iglesia de Consolación, se encaminaba hacia la calle del antaño regidor ganadero
Miguel de Utrilla y, tras pasar por 
varios miradores únicos  de la
ciudad de la Mota, alcanzaba esta atalaya natural, que es la Cruz del Rayo. 
Se adentró por
el nuevo y bello Parque Periurbano, y esquivó las nuevas  canteras dejando atrás el Cerro de la Luna.
Por el antiguo camino de Frailes y de Guadix, una numerosa  caterva de devotos  acompañó a la imagen, mientras voluntarios y
devotos  se turnaban por portar las andas
en una tarde soleada, y que pegaba el sol 
casi como el día de San Lorenzo. Era la gente sencilla y de alma pura. 
Retirado entre
las retamas, el escaso tomillo y romero, 
oteé la larga hilera  que se
aglomeraba en torno a la imagen y  escuché los sonidos de canciones entonadas por
un coro juvenil. Y me vino  a la memoria
un comentario de finales de los años setenta del siglo pasado, extendido con
motivo de la convocatoria de los primeros comicios de los ayuntamientos
democráticos. Malévolamente, algunos querían politizar hasta las piedras de las
Mota, y difundieron por todos los rincones y barrios que, si ganaban los
socialistas y comunistas, la Virgen tendría que realizar la procesión del quince
de agosto por los Llanos. Y lo manifestaban con sarcasmo y con malas artes.
Querían tocar las fibras más sensibles de las personas más vulnerables  en sus principios religiosos básicos  para atraerlos a su
espacio político.
Sin embargo,
las elecciones municipales se desarrollaron con toda la tranquilidad del mundo,
quedaron defraudados aquellos que intencionadamente intentaron  manipular a la gente sencilla, y, la imagen
de la Patrona paseó el quince de agosto por las calles alcalaínas rodeada con
la nueva corporación surgida  de las urnas democráticas, sin complejo alguno y con la cabeza
bien alta porque representaba a todo su pueblo. A la gente sencilla, a los
agricultores, a los emprendedores y empresarios, y a toda la colectividad,
creyente y a los no creyentes. Incluso, estos tuvieron su representación con la
ausencia  en  la procesión de los que no quisieron acudir.
Ese era el ejercicio de la libertad responsable.
Aquel bulo de
utilizar hasta los sagrado ( “el fin justifica los medios”, diría Maquievalo)
fue una clara señal de lo absurdo que resulta  montar artefactos ficticios,  y tuvo
como resultado el hecho de que les salió el tiro por la culata. Bueno, es un decir, el obús por la lámpara y el cascabel.  Después vinieron
más comicios, nuevos regidores y nuevos tiempos de gobierno municipal; la vida
local  se mantuvo con el respeto constitucional a las creencias, el
pueblo  y la gente vivieron tranquilamente  sus
manifestaciones religiosas; otros ejercitaron  libremente
su ideología, y  nadie ha implantado ese
laicismo al que a veces se acude como una muletilla, por los que están
desinformados para usar el trabuquete de los fantasmas. En fin, la  Virgen fue por los Llanos y no pasó nada. Son
otros tiempos, pero vividos con la libertad responsable.      
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