ENTERRAMIENTOS DESDE
LA ANTIGÜEDAD HASTA LOS TANATORIOS
Nos hemos reuniddo sesenta y dos ruteros en el Parque de Juan Carlos I a las diez y treinta de la mañana. Manifestamos que somos dasein, ser para la muerte, como decía Heidegger. Y, por ello, ibamos a realizar una ruta de la muerte en sus enterramientos, inscripciones funerarias, necrópolis, leyendas, ritos, y cementerios.
Comenzamos con los enterramientos sin marcay señales de los fusilamientos que sufrieron los republicanos en las cunetas de la carretera de la Fuente del Rey.
ENTERRAMIENTOS DE LA GUERRA
CIVIL
FUSILADOS EN ALCALÁ LA REAL TRAS LA TOMA DE LA CIUDAD
La mayoría de las personas que habían
pertenecido al Frente Popular huyeron a la zona republicana de Jaén, tan sólo
se quedaron algunos que creían que no se veían claramente afectados por las
medidas sumarísimas que implantaban las tropas invasoras de los ejércitos
nacionales tras la toma de las ciudades. Creyéndose inocentes,
sin embargo fueron los primeros ejecutados sin juicio ni defensa alguna y, la investigación y localización de cada uno de ellos suelen ser
tristísima, porque, a la hora de la investigación, ni siquiera
figuran inscritos en un libro de
sepultura ni cementerio alguno, y además fueron enterrados en las mismas cunetas o
terraplenes colaterales. Tan sólo, años más tarde del final de la guerra, se
les permitió ser inscrita su certificación de defunción en el Registro Civil de la localidad, con
testigos falsos, deformación de los
hechos y circunstancias de la ejecución y
al amparo de un juzgado sin requisitos legales. Prueba en todos ellos
se ocultó el procedimiento de ejecución
con una simple alusión a fallecido “ a consecuencias de heridas de
arma de fuego” ( sin manifestar claramente
que había sido un fusilamiento con todos los agravantes y quería enmascararse con un circunloquio
para lavarse las manos del escribano y secretario del juzgado de turno)
o alcanzando un grado de cinismo tan grande que llegaron a revestir el acto del fusilamiento con estas
frases, completamente falsas” que murió al intentar huir de los guardias
nacionales ” en tanto que existían testimonios orales de la ejecución de todas estas personas para que sirviera de
escarmiento tras la toma de la ciudad
encerrado durante todo el día en la cárcel accidental , que ocupaba el local de
la escuela, por la mañana del día 22 de octubre de 1936 fue trasladado a la
cárcel del Partido de Alcalá la Real, desde donde, en la noche del día
siguiente, fue conducido a los lindazos
de la , Priego junto con sus doce compañeros de aldea sin mediar defensa alguna ni persona que le avalaran (
tan sólo, hubo uno que pudo salvarse, mientras el resto no tuvo dicha suerte a
pesar de que hubo hermanos que ni siquiera defendieron a su propio hermano) .
De noche, con las luces de las camionetas militares enfocando sus cuerpos, Enfocando
sus cuerpos, fueron fusilados por los
escuadrones de la muerte. Al día siguiente, varios peones eran obligados a
hacer las tumbas en la tierra y enterraban sus cuerpos sin plano ni traza
alguna de localización con la amenaza de
que podían acabar como ellos si se negaban, según atestiguaba uno de ellos.
fueron fusilados por los escuadrones de
la muerte. Otros , los de Santa Ana, que era el caso actual fueron enterrados en la carretera de Priego.
Luego nos dirigimos al exconvento de Capuchinos, donde explicamos el enterramiento en las bóvedas de las capillas de familias y frailes. Y el monumento de la Cruz de los Caidos. Obra de Garnelo, una cruz, lápida, soldado con saludo del fascio, relieves de bronce y monumento en alzado.
EL MONUMENTO DE LOS CAIDOS DEL PASEO DE LOS ÁLAMOS
LOS FUSILAMIENTOS DEL ARROYO DE LAS PARRAS Y LA CRUZ DEL ABOGADO
El día doce de septiembre de 1936 tuvo lugar el fusilamiento del mayor número de personas en tiempos del gobierno del Frente Popular. Este fue el episodio más triste de la época republicana de Alcalá la Real. Mientras las autoridades locales habían conseguido mantener el control de la situación interna mediante el apresamiento de algunas personas que se destacaron en los primeros momentos del golpe, la llegada de los delegados gubernativos provinciales acrecentó el número de presos con la detención de las personas derechistas, sacerdotes, algunos labradores, industriales y personal de servicios, al mismo tiempo que inició medidas extraordinarias y de excepción ( salvoconductos, incautaciones, registros, …..) y se endurecieron de nuevo con la llegada del jefe militar de las tropas del frente granadino José Poblador. Pues se rompió el difícil equilibrio entre las diversas autoridades militares y civiles. Primó muchas veces la obediencia popular a las dos autoridades anteriores en detrimento de la política responsable y al control de la situación por parte de las autoridades locales, a pesar de verse obligadas a tomar decisiones extraordinarias siempre pensando en la resolución política y futura de ajustar las cuentas. A finales de agosto de 1936, fue el momento de José Poblador y de sus secuaces (tropas de soldados marineros, carabineros, milicias antifascistas…), ya que no se ciñeron a las directrices del frente Popular local ni a las resoluciones de la Casa del Pueblo ni a la de los Tribunales Populares. Así se lo atribuye la Causa General, pero, por sus propias declaraciones en su juicio sumarísimo, hizo responsable a un miembro del consejillo posterior a un acuerdo del día anterior de la reunión de los miembros de la Casa del Pueblo para que se llevase a cabo el traslado de los presos de Alcalá a Jaén. Más tarde el 25 de septiembre, hubo nuevos fusilamientos en La Cruz del Abogado.
En este caldo de cultivo, se produjeron casos curiosos como la salida de
muchos presos de la cárcel provisional, entre ellos el antiguo concejal radical
Esteban Gutiérrez Romero, la muerte de soldados republicanos que se le oponían a sus
órdenes o el funesto fusilamiento de presos
de derechas, hacendados o
sacerdotes, los que enumeramos, según las decisiones arbitrarias de este
personaje o de algunos miembros de su consejillo. No está clara la autoría de la decisión
final de la orden de ejecución, lo que ,
en la partida de defunción, se señala
con estas frases:“vilmente asesinados por las hordas rojas dando su vida por
Dios y por la Patria, y enterrados en la iglesia de Consolación” ,o “que fue
vilmente asesinado por las hordas marxistas” “Muerte violenta que fue mártir por Dios y por España
bárbaramente fusilado”. “Muerte violenta, víctima de la canalla marxista asesinado vilmente”.
“Muerte violenta, que fue canallesca y vilmente asesinado”. Muerte violenta que fue mártir por Dios y por España
bárbaramente fusilado.
Sin embargo, la inscripción de la partida de defunción no se llevó a cabo
tras la muertes, sino que varía según los casos: muchos los hay entre el
12 y 29 de julio, o 11 de diciembre de 1937, en otros se hizo el
doce de mayo de 1939, fecha cercana a la exhumación de sus cadáveres en la
cripta de la iglesia de Consolación.
Nos dirigimos al MUSEO LOCAL. Introdujimos su ubicación e historia. Y pasamos del homo neardentalensis hasta los enterramientos de la conquista.
Los enterramientos de
los seres humanos son uno de los testimonios arqueológicos, más importantes de
todas las culturas. En Alcalá la Real, se encuentran en el mundo del
Cobre y Bronce, en cuevas y en enterramientos excavados en rocas, o construidos
con grandes losas que forman un rectángulo donde se ubican los cadáveres.
Muestra de ello es el que se encuentra en el Museo Local. En tiempos de los
íberos, hay vasijas de incineración de los cuerpos humanos, con tapadera, en la
sala de la Muerte del mismo lugar. En Roma, hay muestra de los dos tipos
de enterramientos sepulcros tallados en piedra de una sola pieza, procedente de
la Fuente del Rey y un féretro de cinc de la Fuente del Gato, con festones de
liebres y un galgo perseguidor, pero hay una pequeña urna incineraría en forma
de casita donde cuentan que estuvo el Hércules romano, como rito de la
incineración. Son frecuentes las inscripciones datadas por inscripciones y por documentos
de antología. También comentamos las inscripciones de INICIA Y MANLIO. Y LA DEL PRIMER CRISTIANO POTENCIO. Acabamos con la del jeque arabe rondeño y las muestras de tumbas de la iglesia renacentista de la Mota.
LOS ENTERRAMIENTOS EN LA IGLESIA
De allí pasamos a la Veracruz, y señalamos su cementerio, y el del convento de lass RRMM Dominicas. Y nos dirigimos a la iglesia de Consolación, hicimos una profunda relaciñón del enterramiento en la iglesia: capillas, criptas, capillamayor, patromnos, tumbas de abades Moya, Sánchez Matas y Trujillo, cofradías de änimas y enterramiento de fusilados de 12 de septiembre de 1936.
DE LOS ENTERRAMIENTOS DE LAS IGLESIAS A LOS
CEMENTERIOS CIVILES
LA MOTA SE CONVIERTE EN UN
CEMENTERIO
El abandono de la Mota como ciudad fortificada está relacionada, a finales
del siglo XVIII, con la conversión de su espacio en un camposanto
municipal. Ya, por este tiempo, se propuso crear un nuevo cementerio civil
dentro del recinto de la Mota. Respondió a una política ministerial en tiempos
de Carlos III con el fin de favorecer las mejores condiciones higiénicas y
sanitarias de los pueblos de España. Hasta el primer tercio del siglo XIX, en
todas las iglesias alcalaínas y en el cementerio contiguo al templo de la
Veracruz, se hacinaban los restos de los muertos en criptas funerarias,
sepulcro en el subsuelo, , fosas de descomposición, osarios y pudrideros de
estos recintos religiosos. Hay constancia de los primeros sepulcros antropomórficos
de tiempos mozárabes excavados en la planta de la Iglesia Mayor Abacial,
así como en algunas zonas como la Pedriza y el cortijo de las Peñuelas,
semejantes a los de la necrópolis de Tozar. En la mezquita aljama, abundan los
restos de los sepulcros excavados en rocas completando en sus dimensiones a los
cuerpos humanos, y, desde tiempos de la conquista, comenzaron a enterrarse en
las iglesias de Santo Domingo de Silos, y Santa Marías la Mayor.
Posteriormente, se incrementaron los enterramientos en los templos
y claustros de nuevos templos como San Juan, conventos de la Trinidad, San Fran
cisco, de Nuestra Señora de Consolación, Santo Domingo de Guzmán o del Rosario,
Encarnación y Capuchinos, más escasamente en Santa Ana y San Marcos;
finalmente, en los templos de algunas aldeas como Charilla, la Rábita, Fuente Álamo
y el resto de aldeas. En templos, se reservaban para las familias pudientes y
las cofradías las capillas de enterramiento para sus familias y cofrades, donde
levantaban altar, bóveda de enterramiento, y retablo, En algunas
ocasiones, hay pequeños cementerios anexos como hemos comentado en los templos
de la Veracruz, San Juan y San Sebastián. Sirva esta cita.
Decíamos: " Lo mismo
aconteció en este primer cementerio hasta ahora localizado en la Iglesia de San
Sebastián. Se encuentra en un contrato de venta de una casa del Arrabal
Nuevo de la ciudad del llano, levantado en las Entrepuertas ante el escribano
Cristóbal Gallego en 24 de julio de 1533 y siendo testigos Martín Sánchez de la
Hinojosa y el albañil Francisco Hernández. Pedro Gutiérrez Montañés, un
paisano de la familia del sastre Juan Martínez, vendió por 16.000 maravedíes a
Hernán López Torrevejano, hijo de Martín Hernández Torrevejano, una casa
en situada en este barrio, y lo más interesante es la ubicación de la casa,
lindera con el cementerio de San Sebastián y la calle
Real, por ambas partes, bien deslindadas ".
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Mescolanza de tumbas y culturas en el Cuerpo de la Iglesia Mayor |
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PLANTA Y ALZADO DE LA IGLESIA MAYOR |
A partir del siglo XIX, la salida de los enterramientos de las
iglesias, claustros y capillas colaterales obligó a la búsqueda de un espacio
público, que respondiera a estas finalidades en favor de los vecinos de Alcalá
la Real: se procuraban sitios alejados de la ciudad habitada, con aire y ventilación
y sin el menor vestigio de contaminar las fuentes públicas. A pesar de que se
hicieron varios intentos de ocupar espacios alejados a la fortaleza de la Mota
con la posible ubicación del cementerio en los terrenos de la derruida ermita
de San Bartolomé en el siglo XVIII, la ubicación final fue en el recinto
fortificado de la Mota.
LA PROPUESTA DE LA MOTA COMO
CEMENTERIO EN 1787
El primer intento fallido tuvo lugar, en
concreto, en 1787. Por un acuerdo del cabildo alcalaíno, se encomendó a los
maestros de obras alcalaínos Antonio Martín Espinosa y Juan Miguel de Contreras
su ubicación dentro del recinto fortificado. Estas fueron las palabras del
informe:
“Hemos pasado a reconocer el
sitio o muralla de la Mota, con el fin de efectuar en dicho sitio
un camposanto, que está mandado por orden superior, y habiendo visto y
reconocido dicho sitio, con la mayor reflexión(…) declaramos que por ningún caso
es conveniente se ejecute dicho Camposanto en el citado sitio por
cinco razones: la primera y principal , por ser todo de pedriza, sin ser
posible el sepultar en ella cuerpo alguno; la segunda, porque , aunque en
algunas partes se halla al parecer tierra resulta por las excavaciones
que para dicho fin se han hecho, el ser todo vestigios y escombros causados de
la ruina de la ciudad que antiguamente se hallaba allí situada(…); la tercera,
porque no se sabe quiénes son sus dueños; la cuarta por encontrarse cerca de la
Iglesia Mayor, por el costado Norte; y la quinta por ser un costo de quasi
imposible tasación, por las muchas tapias que se necesitan y el costo tan
exorbitante de desmontar peñones y quitar escombros(…)por cuyas razones dimos
cuenta a su señoría sin dar principio al Plan(…) el cual enterado de todo
nos mandó pasásemos al sitio llamado de San Bartolomé a 642 varas
lineales de la última habitación de dicha ciudad. En dicho sitio hay una ermita
desierta y para arruinarse con un pedazo de tierra de 72 varas de longitud y 68
de latitud que componen 4.896 incluyendo los gruesos y el cuerpo de la Iglesia”.
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PUDRIDERO DEL ALTAR MAYOR |
Hasta 1805, de nuevo el gobierno de la nación entró en el asunto y se
hizo portavoz de sus órdenes el corregidor don Orencio Antonio de Santolaria,
convocó a la ciudad y comenzaron a tomar acuerdos para su realización. Se
propuso como emplazamiento del cementerio en la plaza antigua de la Mota. Para
ello, se mantuvieron los planos, presupuestos y trazas anteriores del
cementerio de la Mota, y estos se reformaron tasándose por los de los
arquitectos de la Real Academia Juan Miguel de Contreras y Juan López de Paz.
En 1807, sustituyó Manuel Granados a Juan Miguel Contreras importaban las
tapias y cercas del cementerio 79.464 reales, el enterramiento general y
nichos 84.105 reales; y la Iglesia y agregado s36.431 reales.
Pero, mientras tanto se llevarán a
cabo la finalización de las obras, siguió enterrándose en las criptas
funerarias de las iglesias y ermitas de la ciudad. Tras el paso de los
franceses por la ciudad fortificada de la Mota, esto dejó expedito
el camino para reubicar los enterramientos en dicho recinto. Además, en
palabras de Guardia Castellano “los restantes sótanos de las demás
iglesias venían siendo insuficientes para la mortandad de la población, por lo
que fue necesario habilitar un local para los
enterramientos”[1].
A esta medida de crear un recinto, destinado específicamente a camposanto,
coadyuvó de nuevo la restrictiva política ministerial de Fernando VII que
prohibía expresamente el enterramiento en las iglesias abiertas al público, y,
por lo tanto, fue elegida la Iglesia Mayor de la Mota como el lugar más idóneo
para la ubicación del cementerio de la ciudad.
En 1814, el abad y la
Junta de Sanidad instaron al cabildo municipal a llevar a cabo la instalación
del cementerio dentro del recinto fortificado de la Mota y, a su
vez, en la abandonada Iglesia Mayor[2]. Los informes y los
acuerdos municipales manifestaban que era el sitio más adecuado y, hasta
incluso se atrevían calificarlo el mejor de la provincia: razones de
cerramiento amurallado, poco coste de obra y de ventilación. Hasta su
funcionamiento de cementerio, se utilizaron las iglesias de San Blas y Santo
Domingo de Silos de depósito de cadáveres y oficio de misas.
La propia ciudad fortificada se había visto muy afectada por el nuevo
cementerio que se realizó dentro de las murallas. “por ser un terreno
que es yermo conocido con el nombre de la Mota el cual por los años 1341 fue
conquistado a los moros, levantándose después dentro de sus murallas la Iglesia
Abacial, Casas y edificios para su Ayuntamiento y demás pobladores quedando de
frontera o plaza fuerte con su Alcaide. Así continuó, hasta que, pasado el
tiempo y variando las leyes y costumbres,
fue bajándose la población al punto que hoy ocupa. Dejando dicha plaza
completamente desierta y sus antiguas murallas destruidas en su mayor parte.
Por los años de 1814, en virtud de las órdenes
superiores y, oído el informe de la Junta de Sanidad y Autoridad Eclesiástica
, se dispuso que todo el espacio comprendido dentro de dichas murallas
sirviese de Cementerio público por ser un terreno que nadie
utilizaban y reunían cuantas condiciones se deseaban y con efecto
verídico dentro de la Iglesia Abacial y en algún otro punto de
dicho yermo pero dentro de murallas, por lo que siempre se ha considerado
y reconocido del Ayuntamiento… [3]
EL CEMENTERIO DE LA MOTA EN 1819
A partir de esa decisión municipal, en 1816, la iglesia se descombró su
interior, se desmontaron los restos de las bóvedas que amenazaban peligro y se
ampliaron los lugares de inhumación de cadáveres. En 1818, las largas que se
habían dado en la instauración del cementerio, ya no importaron, se prohibió el
enterramiento en la Iglesia Mayor Abacial hasta que se hicieran las obras
necesarias para ubicar el cementerio y, provisionalmente, los
cadáveres se enterraron en las iglesias anteriormente mencionadas. En 1819, la
Junta de Sanidad, ya estableció “el cementerio común fuera de los muros de la
ciudad en el sitio nominado de la Mota a bastante distancia de la población, en
una altura que la domina en todas las partes, y, en su consiguiente los vientos
cruzándose en direcciones opuestas, ningún perjuicio acarrea a la salubridad
del vecindario: cercado d altas paredes y de los muros de la fortaleza y en su
seno contiene el mencionado sitio. Prevenido de firmes puertas, y con extensión
muy sobrada un sinnúmero de años a este destino y cuya naturaleza del terreno
es muy a propósito para la más pronta conjunción de los cadáveres y que de él
ningunas aguas se filtran ni comunican con las potables del pueblo. Asimismo
dentro de este recinto en la Iglesia que fue arruinado a la retirada
del Ejército francés, se restableció y reparó una capilla en donde se celebra
el Sacrificio de la Misa, y no a muy larga distancia se destinó la ermita de
san Blas , también separada de la población , para depósito de cadáveres y celebración
del oficio de Difuntos, todos estos objetos y atenciones fueron cumplidas
puntualmente en observancia de las órdenes Superiores, y solo han quedado en
ejecución , por haberse apurado los arbitrios para ello, el Osario
y la habitación para un capellán y sepulturero. La limpieza
y la extracción de la ruina de la citada
iglesia y sus bóvedas para colocar en ellas las correspondientes
sepulturas en que con distinción de párvulos a otras edades, y de
sacerdotes a otras personas, se hiciese depósito y enterramiento de
cadáveres., según está prevenido, señalando al mismo tiempo el terreno y, en
seguida a la ocupación de la memorada iglesia que
se necesitaba para nuevas sepulturas, aún el sobrante
para ocurrencias y extraordinarias de alguna epidemia, para cuyos objetos han
concurrido los peritos y manifestado el importe que se ha
menester para llenarlos en todas sus partes. Por tanto, no
hallándose otro mejor local para cementerio, que el que ya establecido, por las
circunstancias preferentes a otro cualquiera que en el concurren, informan que
no debe hacerse traslación a ninguna de las Iglesias vacantes, sino repararse
lo que sea necesario en él lo que se está haciendo uso para este vecindario”.
El plan de la obra se le encargó al maestro Manuel Granados que
hizo este proyecto con su correspondiente
presupuesto: emparedamiento del osario (2.800 reales de vellón);
excavación, extensión de tierra y allanamiento para sepulturas en el suelo
(18.525 reales); composición y limpieza de sepulturas (5.095 reales); tejado
del paso que cubría la capilla mayor y otro igual que está pegado a la torre
(4.800 reales);tres galerías de nichos en su interior (4.000 reales);techado y
tabicado de la casa del capellán sacristán (200 vigas, clavos, 66 haces
de cañas, tercio de tomizas, 60 cahices de yeso, puertas o ventanas, trabajo y
peones que suman 17.680 reales. El total de la obra alcanzaba la
cifra de 52.900 reales. ´
En 1823, de nuevo los miembros del ayuntamiento se hicieron eco de un
acuerdo de las Cortes sobre la salubridad pública y el emplazamiento de los
cementerios, y de ello el alcalde dio fe incluso sobre el estado del cementerio
y las reformas previstas. Y se pusieron en ejecución las propuestas de
Granados.
La operación también fue descrita por el cronista Guardia Castellano,
recogiendo las actas y un informe con motivo de la construcción del
desaparecido cementerio hoy día desaparecido:
“no ya en sus antiguas criptas y sótanos, que habían sido con
anterioridad cegadas por los franceses sino en la totalidad de su superficie,
sobre el haz de la tierra, bien fosas cavadas someramente entre ruinas y
escombros, bien formando pilas con los ataúdes colocados los unos sobre los
otros, recubiertos con una capa de yeso. Cuando ya estas pilas alcanzaban alguna
altura, se formaban otras delante y luego otras, por lo que iba reduciéndose el
área del antiguo templo con aquel revoltijo sin orden ni concierto en que se
iban acumulando las sagradas cenizas de aquellas generaciones.
La falta de una planificación y diseño de su interior, así como
sus continuos derrumbes, dieron lugar a un aspecto insano, lúgubre e inhóspito
que obligaba a tomar medidas lo más pronto posible para darle un giro a este
nuevo cementerio. Pues realmente no respondía dicho espacio a un auténtico
cementerio sino, más bien a la reutilización de un espacio religioso abandonado
con fines de enterramiento. No obstante, los miembros del cabildo
municipal se sentían complacidos por el hecho de haber dispuesto
este espacio para camposanto y, además, se creían sumamente satisfechos de que
respondía con todas las garantías, porque ya no se enterraba en las iglesias.
Por eso, no era de extrañar que, a los requerimientos de las memorias de las
autoridades provinciales, se contestara afirmativamente que existía un
cementerio público y este, por su parte, reunía todas las características de lo
que se le preguntaba en los interrogatorios del gobierno civil (así, se hizo en
1823 y 1834).
Estas son sus manifestaciones del ayuntamiento de Alcalá la Real en
el segundo año 1834:
“Hacía algunos años que en los extramuros de la ciudad
se construyó, hacia el sur y en un sitio elevado, un cementerio donde
sepultaban los cadáveres de Alcalá y las aldeas, excepto los de Frailes y
Charilla que tenían el suyo propio. La misión del gobierno civil solicita que
se construyan cementerios en todas las aldeas y así evitar de la vista del
público los cadáveres que puestos sobre borricos se conducen al cementerio de
esta ciudad. Por este medio se disiparán aires malsanos que lentamente consumen
la especie humana por la respiración y en tiempos epidémicos no se comunicarán
los cadáveres de una ladera contagiada con los habitantes de la aldea”.
Prueba de que el cementerio público era una realidad, se encuentra en el
libro primero de sepulturas que alude que en 1850 existía un conserje llamado
José Moyano y que este ya organizaba la distribución de sepulturas Durante este
tiempo, se utilizó como capilla y lugares del sacristán los pies de la iglesia
y la capilla del Descendimiento o de los Aranda que daba a la escalera del
campanario.
Todo el entorno de la Mota es un terreno abandonado y en gran manera metido
en labor. Sirva de ejemplo esta acta de 17 de abril de 1854: "Se dio
cuenta del informe emitido por la comisión de propios, para el memorial de
Josefa Zafra de esta vecindad en que pidió al ayuntamiento ,en primero de marzo
anterior, permiso para meter en labor una tierra inútil en las murallas de la
Mota ,la cual ofrece cercar de piedra para guardar la posesión que linda
y las limítrofes, siendo la comisión de opinión que se le conceda esta gracia
para los cercados y le ha demarcado con el auxilio de los peritos un
cascajar de seis celemines el ayuntamiento en su virtud acordó conceder
la gracia tal como se propone en virtud.
EL CEMENTERIO DE 1865
Sin embargo, realmente, el cementerio antiguo de la Mota, hoy desparecido,
responde a un acuerdo municipal de 1865 atendiendo a los requerimientos del
gobernador civil de la provincia de Jaén.
“Se presentó el expediente que el señor alcalde ha
instruido en consecuencia de la circular del señor gobernador civil de esta
provincia con fecha 25 de febrero último y lo acordado por la corporación
en dos del actual para reparación del cementerio público de esta ciudad,
resultando de el que lo que se proyecta es sólo levantar una cerca dentro
de la plaza de la Mota con sus correspondientes techumbres en el punto
que existe entre la Iglesia ya derruida y el Castillo, como sitio
más a propósito tanto por tener fondo suficiente para inhumación de
cadáveres cuanto por que, desde el año diez y siete , está todo ello
adentro destinado a camposanto , y resultando finalmente la
conformidad de las Autoridades eclesiásticas de esta Abadía ,
quien conoce como el Ayuntamiento la urgentísima e imprescindible
necesidad de dichos reparos a los que no puede subvenir la fábrica por
carecer absolutamente de recursos según la prueba en repetidos
expedientes , siendo fácil del fondo municipal proporcionarlos incluyendo
en el presupuesto ordinario los 15.000 reales que resulta
consignados en la certificación(…) en vista de todo esto acordó la
aprobación de él disponiendo se remita original a la aprobación del Gobernador
de la Provincia…
Para ello, se solicitó la presencia del arquitecto provincial José María
Cuenca. Este acudió a la ciudad, delimitó la localización del cementerio y
diseñó y trazó los planos adecuados. Lo ubicó entre la iglesia mayor y el
antiguo torreón del Homenaje. Desde 1817, todo el
terreno ocupaba en planos y proyectos 3.249 metros
cuadrados (un cuadrado de cincuenta metros por cada lado)[1], pero aquel año los
munícipes solo se comprometieron a “verificar las obras comprendidas
en dicho proyecto en la sección primera o sea la pared de
cerramiento de la fachada y su ornamentación importando 2.690 escudo 500
milésimas” dejando el resto de las partidas para años futuros. .
Formaban parte del cementerio el cerramiento, dos patios, una capilla, sacristía, pabellones de administración y anatomía y una casa habitación del conserje y sepulturero. El presupuesto de la obra alcanzó la suma de 6.952 escudos. La obra se fue ejecutando de acuerdo con las posibilidades económicas municipales: se convirtió el suelo de la iglesia en camposanto de tumbas de inhumación, se mantuvo la antigua capilla hasta principios del siglo XX dentro de la Iglesia Mayor Abacial y se llevaron a cabo las tapias del cerramiento.
LAS REFORMAS DE 1874
En 1874, se cayó la
bóveda por la parte de la cabecera de la iglesia, provocando el derrumbe de
ataúdes y cegando los pasillos de los pabellones interiores del cementerio.
Además, una intensa epidemia de viruelas y su consiguiente mortandad dio lugar
a la habilitación del cementerio nuevo. No hubo posibilidad de llevar a
cabo la obra y el traslado de las sepulturas del interior con la mesura y la
planificación que exigía un espacio urbano tan importante, sino que primaron la
precipitación, el tropel y la falta de recursos municipales para ejecutar las
obras. Se vendieron a bajo precio y perpetuidad todas las bóvedas y panteones
familiares para poder realizar las obras. Se modificaron los planos del
arquitecto Cuenca, atendiendo más aun criterio de comodidad y posibilidad
constructiva que a razones estéticas omitiendo todas las obras de gran
envergadura. Se dividió el patio en dos, por medio de un muro con dirección
norte-sur: el primer patio se dedicaba mausoleos, nichos y panteones de
familias, con sus correspondientes galerías, en las que también podían hacerse
sepulturas perpetuas, había pocos nichos y panteones que fueron ocupados por
las familias hacendadas y pudientes; el segundo patio se dedicaba
exclusivamente para fosas comunes. Tan sólo, se emprendieron parte de ala
izquierda. En un principio, para comenzar las obras, consiguieron 16 panteones
de familia (curiosamente estas respondían a las clases altas de la ciudad- los
antiguos hidalgos, familias enriquecidas por la desamortización, industriales y
altos funcionarios) y 128 nichos (para las clases medias como funcionarios
municipales y estatales, labradores, iglesia …). En 1875, los munícipes
se hacían eco de esa situación “Queda concluida la primera serie
de aquellos ciento ochenta nichos y diez panteones de familias de vecinos, un
espacio local en el segundo patio, con que el edificio cuenta paras
inhumaciones particulares y zanja común a más de la separación local a
los que deban enterrarse en virtud del decreto judicial[2]”.
La inauguración del nuevo cementerio
tuvo lugar el 23 de diciembre de 1875 por medio de una ceremonia solemne donde
participaron personalidades, autoridades y el clero de la ciudad que hizo
procesión y responso. Esto conllevó el cierre del anterior cementerio y la
inhumación a principios de enero de los primeros muertos. Se hicieron doce
zonas, a su vez la segunda, dividida en varias secciones de un término de 10 a
12 con 12 sepulturas aproximadamente. Conforme se avanzaba el siglo, se
aumentaba en sepulturas, panteones familiares y nichos sin destacar en su
ornamentación alvo algunos con
algunas esculturas
. En 1877, faltaba para cerrar el
proyecto inicial por construir la zona de las galerías, bóvedas y
nichos del ala derecha de la puerta de entrada, con lo cual se formó un
paralelogramo armónico y uniforme en su construcción dejando el centro un
espacio extenso y regular para mausoleos y sepulturas especiales; y la espalda,
por el lado oeste, un gran patio de iguales dimensiones para las fosas comunes. En
1878 ya había 28 panteones familiares y los nichos se acercaban a los 300. En
torno a 1887, ya había dos galerías en el primer patio predominando las
sepulturas de tierras con más de dos millares a finales de siglo.
LA IGLESIA DEL CEMENTERIO
Todo esto obligó a que se trasladaran exteriormente los antiguos pabellones o mausoleos que aumentaron más de la veintena; se reconvirtiera el antiguo aljibe de la Casa de los Aranda en osario. En 1899, se inauguró una nueva capilla neogótica en su exterior. Esta se hizo nueva, situada a espaldas del patio primero sepultura común número 1. Capilla bendecida con toda solemnidad y aparecida la noticia en la prensa. El capellán del cementerio lo recogía de esta manera en una nota extensa del libro 5º de Sepelios: “Ad perepetuam rei memoriam. El día 24 de octubre de 1898 se dio principio a la construcción de la Capilla del Cementerio y finalizaron las obras el 18 del mismo año, y el 12 de enero de 1899, a las once de la mañana se bendijo solemnemente por el señor arcipreste y párroco de Santa María la Mayor, don Ildelfonso Díaz Herrera quien, acto seguido, celebró el santo Sacrificio de la misa con los vestuarios Don Francisco Villuendas Romero y don Agustín del Espino, aplicando la misa por todos los fieles difuntos de ambos panteones , concluyendo el acto con un responso general y doble de campanas. Asistieron el excapellán don José de la Torre Escribano, y otros varios señores sacerdotes m entre ellos don José Carrillo Aguayo que ofició la misa y cantó el responso. El retablo lo donó la parroquia de Santa María y la pila de agua bendita la parroquia de Santo Domingo de Silos. Las casullas y ropa blanca eran de la capilla de la cárcel. Todos los demás utensilios de cáliz, vinajeras se compró con los fondos del Panteón. Asistió el señor alcalde don José Suárez Trujillo y comisión de Beneficencia y Caridad con su presidente y segundo teniente alcalde don Blas Ramírez Castillo un numeroso concurso de fieles- El Santo Cristo que hay en el altar es el mismo que hubo en 1814 en la antigua capilla del dicho panteón, situada al pie de la torre y dentro de la Iglesia. El cuadro de lienzo de gran tamaño y que es el Patrocinio de San José lo donó don José de la Torre Arenas, y el lienzo que representa el Descendimiento lo regaló el conserje del cementerio José Moyano. El cuadro lienzo de la Purísima lo donó don José de la Torre Escribano, presbítero y el de san Vicente de Paúl el capellán don Francisco Villuendas... El personal del ayuntamiento se componía de un capellán eclesiástico que ejercía de administrador y controlaba el registro de cadáveres, así como realizaba las misas del cementerio; de un conserje y de varios sepultureros. A principio de abril de 1906, se puso a andar el reloj de la torre de la Mota, lo que coadyuvó a las entradas económicas del conserje.
En 1 de diciembre se bendijo el Vía
Crucis de la ermita por el presbítero don José González y fue colocado por el
sacerdote don de la Torre Escribano. Lo bendijo el capellán Villuendas y los
regaló don Concepción Montañés del Mármol.
Cementerio de Mures
EL CEMENTERIO EN EL SIGLO XX
El 18 de mayo de 1906, día de frío y
viento, hizo visita pastoral el obispo don Salvador Castellote tanto al
cementerio como en la plaza pública. A finales del primer tercio del
siglo XIX, ofrecía el recinto dos patios bien diferenciados, uno delante de la
iglesia con panteones y sepulturas de tierra y un pabellón lateral de nichos
con diversas galerías; y un segundo patio con tres pabellones en forma de U y
una reserva de patio exterior para casos indigentes y
extraordinarios.
Los panteones familiares del interior se
habían trasladado prácticamente al exterior, entre los que destacan algunos con
unas tumbas suntuosas. Como curiosidad la primera de ellos era la de la familia
Abril, otro el ayuntamiento había donado al general Lastres y el número 18 la
de la familia del médico Ruiz Mata Écija, masón que fue enterrado en 1 de abril
de 1920.
En cinco de julio de 1906, se principió
a sepultar de nuevo en las fosas comunes del Patio ya que habían transcurrido
los cinco años, curiosamente esta noticia está recogida por el capellán del
cementerio que aducía que había crisis ministerial del gobierno Moret. Este
patio se encontraba con árboles en medio: en la zona primera se dedicaba a los
niños junto a un árbol y al segundo árbol a los hombres.
El departamento judicial y otras
dependencias como las fosas comunes para accidentes, beneficencia y suicidas
ocupaban un lugar especial en el segundo patio.
En 1933, se abrió un patio nuevo que fue
el que acaparó la mayoría de los cadáveres hasta el cierre del cementerio,
junto con el de las fosas comunes para adultos y párvulos.
Una fotografía de 1936 es testigo de la
distribución de patios y del cementerio. En ellas, se ocultaba la capilla junto
al osario y camino entre patio primero y segundo. El patio primero era de menor
extensión y alcanzaba el solar de la antigua Casa Abacial, se observa que
estaba prácticamente completo de sepulturas de tierras, una galería junto a la
línea divisoria; el segundo patio mantiene tres galerías de nichos en forma de
U y dos patios interiores de sepulturas de tierras. Reservaba un espacio para
las sepulturas especiales (de beneficencia, párvulos, y casos excepcionales
como suicidios, muertes violentas…). La extensión de ambos es un perfecto
cuadrilátero: un lado se extendía desde la torre de la Iglesia Mayor Abacial
hasta el lado de la torre del Homenaje; otro, desde el extremo sur de la
fachada principal de la Iglesia Mayor hasta la Calancha; otro lado coincidía en
su diseño con la paralela de la muralla de Santiago, y el último iba de la
torre del Homenaje hasta el segundo dentro de la ciudad fortificada. Los últimos cadáveres
que se sepultaron en la Mota fueron los de Miguel Guardia Sánchez y Carmen
Roldán Conde. El número de cadáveres inscritos en el libro de sepulturas había
alcanzado la cifra de 4.101 (hay que tener en cuenta que sólo se registran
desde 1875 y, a partir de los últimos decenios del siglo XIX primeros del XX,
hay cementerios en Charilla, Frailes, Mures, Pedriza, San José de la Rabita,
Ermita Nueva, Santa Ana y Riberas. Muchos cadáveres de nichos,
bóvedas y panteones del antiguo cementerio de la Mota se trasladaron al primer
piso de las nuevas galerías de nichos del nuevo cementerio,
produciéndose poco a poco un paulatino abandono del antiguo camposanto, que
cegó prácticamente la entrada del templo de Santa María la Mayor y convirtió en
una terreno tétrico e inhóspito las ruinas de pabellones, galerías de nichos y
tumbas de tierra,
EL
CIERRE DEL CEMENTERIO
T
Tras la guerra civil,
el hacinamiento de cadáveres y sepulturas desbordaba dicho lugar y esto dio
lugar a que se emprendiera por el año 1947 la construcción de un nuevo
cementerio en el Cerrico Vílchez. Dicho cementerio fue realizado por la
Dirección de Regiones Devastadas y fue inaugurado el uno de julio de 1949. Unos
meses antes, se hicieron ordenanzas sobre el nuevo cementerio y comenzaron a
trasladarse y venderse mausoleos.
Cementerio
de Nuestra Sra. de las Mercedes Código: 01230020074 Caracterización: Arquitectónica
Provincia: Jaén Municipio: Alcalá la Real DESCRIPCIÓN Clasificación Tipologías
Actividades Históricos/Etnias Cronología Estilos Cementerios Entierro Edad
Contemporánea 1949 - Descripción El cementerio se sitúa al oeste de la
población, en un terreno de suave ladera, junto a la carretera de Montefrío y
con acceso propio desde ella. De planta trapezoidal, dispone de un primer
recinto, con predominio de nichos ordenados conformando calles, y un segundo
recinto, dividido en parcelas (una de ellas para niños), con enterramientos en
el suelo. Lo rodea una cerca de fábrica enjalbegada, acusando paños rehundidos.
En las esquinas del frente principal se levantan dos torreones con cubierta de
pabellón. El acceso se realiza a través de una explanada asfaltada, hacia la
que se adelanta un cuerpo de ingreso jalonado por dos edificaciones con
cubierta a dos aguas y que cierra al frente con cinco vanos rectos, de herrajes
simples y muy calados. La puerta es deslizante, y abre bajo un dintel coronado
por frontón triangular y pináculos de pirámide apuntada. Da paso a un compás
ajardinado y enchinado, tras él la Capilla. La implantación inicial es una de las más severas de Regiones
Devastadas que se han recogido. La Capilla consta de planta centrada y ochavo
en cubierta. Fue inaugurado en julio de 1949. En el Ayuntamiento hay planos de
planta detallados. En estos se señalan los conjuntos de nichos con el nombre de
jaula.
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