Cuando en 1949
se revitalizó la Semana Santa Alcalaína, prácticamente se reconstruyó de nuevo,
de modo que dos nuevos pasos acrecentaron la presencia de la secuencia
pasional. Por un lado, se mantuvieron y renacieron con gran vitalidad, en el
Jueves Santo, los pasos del Señor de la Humildad y la Virgen de los Dolores; y en
el Viernes Santo, los pasos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno y
Santa Caridad, y por la noche del mismo día el Santo Entierro y la Soledad. Por
otra parte, por primera vez las imágenes del Cristo de la Salud y la Virgen de
las Angustias salieron en manifestación religiosa, ocupando el primero el paso
de la Veracruz, que procesionaba el Jueves Santo con el Cristo de las Penas y
la Virgen de las Angustias trasladando su salida del viernes de Dolores a esta
tarde de Semana Santa. Faltaba un nuevo paso, el de la Oración de Jesús en el
Huerto, pues el calendario litúrgico completaba con actos de culto completaban
el relato pasional con el Domingo de Ramos, el Vía Crucis y la Misa de
Resurrección.
A partir de
aquel momento, comenzaron a realizarse gestiones para ponerlo en marcha. Mi padre
me hacía referencia a que el gremio de los escribientes y de los empleados de
banca ocuparon, en los primeros años, un papel fundamental a la hora de la
erección y fundación de la Cofradía de modo que me recordaba, entre otros, los
nombres de sus compañeros del Banco Hispano Americano como Luís Rus, los
empleados del Registro Armenteros, Valverde…Pronto se organizaron en forma de
hermandad y encargaron la imagen a un imaginero. En concreto, lo hicieron con Jacinto
Higueras Fuentes, que como manifiesta el crítico del arte José Domínguez
Cubero, era el máximo exponente de la escultura jiennense de la primera
generación del siglo XX. Curiosamente, se eligió un artista que rompió la
tradición contratista de los alcalaínos en la Escuela Granadina, diferente a la
jiennense, donde con su influencia granadina, Navas Pareja, Prados, Sánchez
Mesa y, sobre todo, Martín Simón habían copado la producción artística de la
imaginería y retablística de la posguerra en los templos y cofradías de Alcalá
la Real y sus aldeas. Por aquel tiempo,
no es de extrañar que se considerara a Jacinto Higueras Fuentes (1877-1854), “la estrella de la escultura giennense del
siglo XX y una de las más refulgentes de Andalucía y del país. Un artista
ciertamente de crédito, que gozó del mimo de las fuerzas locales. Se le dice
«Nuestro escultor... porque nuestros son sus entusiasmos, sus alientos nobles
por la gloria, sus triunfos y sus anhelos generosos»[1]. Tras una vida consagrada y exitosa en la
escultura[2],
ya como un escultor consagrado en el
tramo final de su vida se comprometió a realizar varias obras de Alcalá la
Real, el Cristo Yacente para la cofradía del Dulce, la escultura monumental de
Martínez Montañés y el grupo
escultórico de Jesús en la Oración del Huerto. Curiosamente, dos vertientes de su arte, la escultura
religiosa que inauguró con la imagen de San Juan de Dios[3];
y la monumental[4]y de
bustos broncíneos[5].
LA ORACIÓN DEL
HUERTO
Entre 1941 y
1953, Jacinto Higueras había fijado su domicilio en la casa número seis de
calle de Felipe V, donde recibió el encargo de tres obras para la ciudad de
Alcalá la Real. Hemos de tener en cuenta
que algunos alcalaínos ocupaban puestos en el equipo del ministro de Educación
Ruiz Jiménez. Primero fue el Cristo Yacente, luego el de la Oración y, por último,
Martínez Montañés. Como es natural, en la obra del Huerto Jacinto Higueras
debió recibir la influencia de Benlliure, que no debió gustar a los primeros
contratantes de la obra, y hubo que perfeccionarla, de modo que en su
remodelación se plasmó de las características de su arte. Ello no es sino fruto
de la una tendencia alcalaína, cuando se buscaba más el realismo y naturalismo
e imitación a pasos anteriores como Jesús Nazareno o el de la Humildad de
Alcalá la Real que a las nuevas tendencias modernistas y cubistas. Por eso,
afloraron las características esenciales de su arte religioso que se aparta de
los parámetros iniciales. Si se observa
con detalle la obra del escultor de Santisteban del Puerto en tierras
alcalaínas, se plasma todos los detalles de su ideario artístico. Sobre todo,
en la figura de Jesús, arrodillado se muestra la precisión en el modelado, y en
el ángel con el cáliz predomina la rotundidad volumétrica, que se nos define
como visualización de formas, y se insinúa, por ser unas figuras religiosas, el
acostumbrado regusto por el misticismo, ya que engloba una escena de la mayor
profundidad pasional, la entrega total de Jesús al Padre en el momento de la
Agonía. No se olvida tampoco en esta Oración alcalaína de imprimirle cierta teatralidad
en los dos personajes, la recuperación de cierto sabor melancólico, que le
proviene del final renacentista (ya aquí fue su mejor exponente Pablo de Rojas
y su escuela), que algunos también relacionan con la influencia montañesina.
Sin embargo, en este grupo, no se encuentra el apego modernista, que puede
aparecer en algunos elementos del monumento de Juan Martínez Montañés, del que
comentaba el paisano y chófer transportista Antonio Aguayo que algún miembro y
sentido suyos lo había incorporado el maestro para su obra, refiriéndose a su
nariz.
Finalmente, su
definitivo asiento se ubicó en la calle Mantuano y compartió oficio escultórico
con su hijo Jacinto Higueras Cátedra, entre 1953 y 1954, año de su
fallecimiento. En dicho espacio creativo se concibieron los encargos del «Cristo del Perdón» para
Santisteban del Puerto y el monumento erigido a su paisano y predecesor artista
de la tierra en Alcalá la Real, dedicado a juan Martínez Montañés[6],
finalizado por su hijo y continuador de la obra paterna. Por lo tanto, el paso grupal de Jesús en el Oración del Huerto
y Ángel con el cáliz no fue exclusivo de su gubia, sino que es obra de ambas manos,
porque no sólo intervino el padre, achacado por la edad, sino que su obra
recibió la gubia de su hijo Jacinto Higueras Cátedra, que como manifiesta su
hija Lola coopera con el padre desde 1950 y 1952 : Algunas mañanas va al estudio de
su padre, en la calle Felipe V, y le ayuda en los trabajos del Cristo Yacente y
el Paso de la Flagelación, obras que realizaba en esa época. En enero y febrero
de 1951 sigue trabajando en el estudio de su padre y en marzo le ayuda a
terminar el Cristo Yacente de León, Ángel, Cristo Orante y el Paso de la
Flagelación para Alcalá la Real. E, incluso, ejerciendo ya de auténtico
escultor, interviene en otras obras de su padre para darle el acabado final.
Estas es una ampliación de sus declaraciones:” El 2 de mayo de 1953 fallece de madrugada su suegro Horacio Rodríguez
Martínez, lo entierran en la Sacramental de San Isidro, Jacinto, hijo, hará el
diseño del panteón familiar y el Ángel del relieve en piedra que lo preside. Su
padre cierra el estudio en Felipe V y lo traslada a Mantuano, 32, allí
trabajará en el Monumento a Almendros Aguilar, el Monumento a Martínez
Montañés, un Crucificado, un Nazareno, para Los Villares, y el paso de La
Oración en el Huerto, obras que terminará su hijo Jacinto. Y, por otras aclaraciones
de esta hija y hermana de ambos artistas, sabemos que el padre Jacinto Higueras
Fuentes: El 20 de noviembre de 1954, a
las 13 horas, muere su padre, Jacinto Higueras Fuentes, en su domicilio de la
Plaza de Oriente, 6, Jacinto escribe en su diario, ´Hoy a la una menos
cinco muere papá. Estamos con él mamá, Mary Loli, Augusto y yo. Modesto vino a
la media hora, entre Augusto y yo lo amortajamos, el 21 escribe, ´ Hoy a las 11 enterramos a papá y es el entierro
una manifestación de duelo importante´´.
En noviembre empieza a modelar Virgen del Collado, para Santisteban del Puerto.
Retoca la Cabeza de su padre Jacinto Higueras Fuentes en barro y el 3 de
diciembre la lleva a una sesión que hacen en su memoria en la Casa de Jaén, en
Madrid, Jacinto comenta en su diario, “resulta muy emocionante la sesión”. (…) El 8
de diciembre de 1954 se inaugura el Monumento a la Virgen del Collado en la
Plaza de la Ermita del Ejido, en Santisteban de Puerto, Jaén. Trabaja a lo
largo del año en las obras que su padre dejó sin acabar; Monumento a Almendros
Aguilar, que termina en julio, Monumento a Martínez Montañés, que se inaugura
en Alcalá la Real el 23 de noviembre, el Crucificado, el Nazareno, para Los
Villares, y el paso de La Oración en el Huerto”.
Este
último paso responde a lo que se denomina a la secuencia pasional de Jesús en
Getsemaní, descrita por los Evangelios, antes de su sufrimiento pasional hasta
la culminación del Calvario, donde se materializó la crucifixión. Recoge, exactamente, el encuentro con el Padre,
tras ser rodeado de los apóstoles y abandonado por ellos, sólo en la oración de
agonía, con la mirada elevada al cielo llena de presencia y diálogos divinos, y
la asistencia del Ángel para confortarlo (Lucas,22,43). La imprecación en medio de la tristeza, la
oración, el abandono de sus discípulos, la soledad, el misticismo salvador
entre la lucha del demonio y Dios, la fe en su Padre y en la Salvación Universal,
la presencia del Padre, el sufrimiento frío del sudor de sangre (, (Mateo 26, 53,)
el cáliz confortador del ángel y la obediencia y voluntad son los elementos que
se recogen en esta representación iconográfica. Higueras se quedó en lo figurativo
y dejó aparte lo efímero como el entorno de olivos, que se asemeja a lo
natural, con alguna rama, que solía colocarse su altar por un hermano en los
primeros años, y siempre aparece en la manifestación religiosas. Este paso es
fruto de ambos escultores jiennenses, merecedores
de numerosos premios y laureles en los sucesivos certámenes y exposiciones en
los que se plasmó buena parte de su creatividad en el ámbito y el entorno de la
plástica imaginera, manifiesta en el ámbito de la escultura y el arte religioso.
Los dos fueron herederos del legado remitido por los maestros del Barroco, de
una prolongada tradición en la Escuela. Por eso no nos extraña que el crítico
de arte Prados López, lo considere el
«místico del Sur» acorde con la declaración agustiniana: Nihil in spiritu quid
primum in sensus fuit. (Nada hay en el espíritu que no estuviese antes en los
sentidos) Y en la Oración del Huerto de Alcalá la Real el misticismo de la
agonía, en el sentido etimológico de la lucha por algo sublime, plasma el
momento esencial del acto humano, el de la elección final, lo decisorio, el de
la Salvación, en medio de un policromado suave, aplanado, sencillo, realista,
de modo que la escena se concentra en los rostros, y estos muestran la sublime esperanza.
[1] Recientemente este chauvinismo ha dado paso al conocimiento desapasionado
–per se– con que nos lo muestra Rosario Anguita en el libro que le dedica11.
Jacinto Higueras nació en Santisteban del Puerto (Jaén), en 1877 y, tras una
brillante carrera cargada de triunfos y reconocimientos, desarrollada desde
Madrid, murió en la capital de España en 1954.
[2]
Se inició en la pintura, y a los 17 años, becado por la Diputación de Jaén, entra en
el taller madrileño de Federico Madrazo. La muerte del pintor frustró sus
anhelos y, mozo veinteañero, decide probar fortuna en lo escultórico; primero,
por tres anualidades, en el taller de Agustín Querol; y después, durante nueve,
en el de Mariano Benlliure. En 1920, obtuvo Primera Medalla de la
Exposición Nacional de Bellas Artes; desde 1944, académico de la Real de San
Fernando; y profesor de la Escuela de Cerámica de Madrid.
[3]
Fueron muy requeridos sus crucificados, con un mismo tratamiento (precisas
líneas sobre el mismo plano, tirantez de miembros, un sucinto marcaje anatómico
cubierto con escueto y ajustado perizoma, y rostros dulces de facies clásicas).
El que se considera su máximo exponente es «Crucificado de la Buena Muerte», de
la Catedral de Jaén (1927) le siguen del «Perdón», de Santisteban; en
Villacarrillo, dos, el de la «Vera Cruz», patrón de la localidad, y el de la
Iglesia de Santa Isabel; el de la cripta del Sagrario de la Catedral de Jaén,
el de los «Desamparados», en Pedro Abad (Córdoba). No valoran con mucho
entusiasmo sus críticos e historiadores San Ginés de Sabiote, el «Nazareno»
(1941) de Úbeda, y algunas vírgenes como la del Carmen, perteneciente a los
fondos de la Diputación de Jaén, por su solidez hierática, y con rictus seco, silente, nada presto a la comunicación,
como incapaces para estimular la piedad popular. Contemplan más el prisma
escultórico que el imaginero. Tampoco las imágenes de cuerpo entero de
Inmaculada (130 cm) en Guarromán, un Niño Jesús (50 cm) en la parroquia de la
Asunción, de Villacarrillo, y la misteriosamente desaparecida Virgen del
Carmen, de Arjona.
[4]Las
batallas de Navas de Tolosa (1212), y la de Bailén (1808). En 1912 lo inauguró
Alfonso XIII. El monumento a Miguel de Cervantes, del lateral izquierdo de la
lonja del Santuario de la Virgen de la Cabeza, es una obra póstuma en
colaboración con su hijo.
[5]
Los del poeta Bernardo López (1904), Bernabé Soriano, Prado y Palacios,
Martínez Montañés, Almendros Aguilar, Alfredo Cazaban, Niceto Alcalá Zamora, el
general Saro, el capitán Cortés y unas célebres cabezas, como la de
«Terrateniente» y «Manigero» (Medalla de Oro en la Exposición de Panamá); sin
embargo, «Bética», un cuidado desnudo femenino
[6]
Es digno de destacar que el propio Jacinto Higueras Fuentes realizó en plan
laudatorio su semblanza biográfica y su producción imaginera en el Discurso de
Ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando sustituyendo al
palentino Victorio Macho. En palabras de Bonet Correa “En su erudita disertación literaria glosó el clasicismo creativo
generado por la gubia montañesina conforme al elogioso y atinado estudio
publicado en su momento por el erudito investigador y veterano catedrático
hispalense, José Hernández Díaz. En dicho discurso ensalzó la figura de su
predecesor jienense al reclamar el meritorio legado propiciado por el insigne
maestro alcalaíno. En su versada disertación justifica y unifica los términos
de escultor e imaginero en único apelativo para añadir, ¿Acaso ambos vocablos
no responden al mismo anhelo de plasmar ideas, sentimientos, en formas
plásticas? Reniega de los que se inscriben con el nombre de imagineros cuando,
hablando con propiedad, no son sino santeros, invasores de templos, conventos y
oratorios con sus producciones, para escarnio de la religión y el arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario