Cercana a la ciudad
fortificada de la Mota se encontraba la atalaya de la Dehesilla, la única que
se conserva en pie por este flanco, sobre un cerro, cuyas laderas se
reutilizaron en función agro ganadera. Bajando al ejido del Coto, se extendía
la Dehesa de los Caballos, popularmente Dehesilla, una zona roturada desde el
siglo XVII para el pago de los servicios a la Corona, en dirección a la Solana
de Montefrío el olivar ha sustituido al viñedo, lo mismo que el Rosalejo donde
abunda la sembradura y el olivar. Por los cuatro puntos cardinales hay veredas
de acceso salvo por algunos lados que se interrumpe por estar recientemente
roturados. Esta torre gótica se asemeja
a las torres de la Moraleda y Cascante, con las que se comunicaba en tiempos de
frontera. De planta circular y un perímetro menor que las anteriores (14.70),
muy cuidada por su aparejo y sillares regulares, sin base troncocónica y un
balcón en la parte superior orlado y que circunda la parte superior con sus
matacanes corridos, muy bien conservado. Un vano comunicaba con la habitación
del alcaide, a través de una escalera de acceso de madera.
Si avanzamos en dirección a Granada, se
suceden una serie de torres, la mayoría de ellas destruidas o convertidas en
muladares que ocultan las bases. Este es caso de la torre de la Peña del Yeso,
que oteaba el recorrido de los viajeros del camino de Granada (actual N 432) y
colocaba su punto de enlace con la de la Torre de Abril. Un poco más baja que la ciudad fortificada de la Mota, se encontraba sobre el cerro de las Esparteras
de la casería Utrilla, y debe su nombre a la Peña del Yeso, sobre un cerro cercano donde se ubicaba un cortijo
abandonado. Con este nombre, solo queda metro y medio de
esta torre, y hace indefinible el
perímetro y otros elementos de la torre aunque se distinguen la forma y planta
circulares y la mampostería de piedras de su relleno.
Siguiendo la carretera nacional
esta torre debía comunicar con la fortificación iberorromana de la Gineta que
se mantuvo en tiempos musulmanes. Este oppidum
jugó un papel fundamental en la ruta de acceso a Granada en dirección a
las tierras de Moclín a través del valle del arroyo Velillos. Y su enclave
estratégico dejó sus huellas incluso en la última Guerra Civil como puesto de
vigilancia entre las dos zonas y algunas escaramuzas de desplazamiento de
trincheras entre bandos por las zonas cercanas de Cerro Mulero y la Guzmana, No
es de extrañar el asentamiento romana de su entorno e, incluso, los restos neardenthales
próximos a este contorno. La Gineta se asemeja a una peineta y forma su
escarpada subida, orientada hacia la fortaleza de la Mota, un recinto adecuado para el control de movimiento de tropas por esta entrada a los
reinos de Granada. Desde la Gineta, pasando por el asentamiento romano y los
restos del hombre de Neardenthal, un
camino en dirección hacia el Camello vira hacia el antiguo enclave de la
Alcacieruela, actualmente deformada por Cariguela, donde una antigua fuente se
viste de leyenda y de haber sido un recinto fortificado en dirección al final
de los términos de Montefrio e Illora, por unos parajes marcados por torres,
una desparecidas y recordadas en los Libros de Términos como la del Listán y
otras recogidas en libros de
repartimientos y conectando las ciudades granadinas de los Montes orientales,
como la de Matute.
Pero, volviendo al cerro de la Gineta, este controla una atalaya más baja situada en el cerro del Quejigal, le servía de aviso de todo tipo de incursiones enemigas. Esta recibe el nombre de Quejigal, pero en tiempos pasados los libros de términos la denominaban de Moclín, y recientemente de Torre de Abril. A la derecha de la carretera de Granada, situada entre el Moralejo Alto, la Parrilla y la Guzmana, solo se conservan restos de las cuatro primeras hiladas, rellenadas de muladares del relleno interior cilíndrico, y se observa cierto enripiado de las juntas. Eslava en su estudios de los castillos y batallas la definía como la más avanzada de la zona cristiana. A partir del cortijo del Pleito y por los cerros de la Melera, si continuamos el camino del arroyo del Velillos, podemos distinguir las atalayas de tierras granadinas en un paraje romántico, Con la mirada dirigida al castillo de Moclín, una llanura bautizada con Malalmuerzo, todavía rezuma un acontecimiento bélico entre las tropas alcalaínas y del señor de Alcaudete, donde y se encuadra un circulo de atalayas, donde destacan la Porqueriza, Solana y Mingo Andrés entre un paisaje singular de golliznos, valles, picachos, campos llanos, arroyos y sendas empinadas.

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