CALLE UTRILLA, UN
ANTIGUO CAMINO PECUARIO

Recibió el nombre de Miguel de Utrilla, un
accitano que comerciaba el ganado entre los Montes del Sur de Jaén y las
tierras granadinas. “Quién sabe si no debió ser su primera entrada por esta
travesía que enlazaba con el camino de Guadix y transportaba el ganado vacuno a
las Sierras Granadinas en las estaciones de su privanza de pasto en Sierra Morena”. Lo cierto que
Miguel se afincó en la ciudad de la Mota y vivió en una casa de este vial.
Pronto alcanzó el grado de jurado por los años ochenta del siglo XVI, y,
posteriormente un cargo de regidor. A partir de estos primeros miembros de la
familia Utrilla, sus descendientes siempre estuvieron presentes en el cabildo alcalaíno
hasta el siglo XVIII y ocuparon puestos relevantes del cabildo eclesiástico. La
calle siempre conservó el nombre de Utrilla, salvo en la Guerra Civil, cuando
lo cambió por el de comandante Tapia, pero popularmente siempre mantuvo esta
nomenclatura hasta la actualidad.
Esta
calle destaca, en su primera sección, desde el punto de vista urbanístico,
donde siempre se levantaron casas de hidalgos, funcionarios y sujetos de la
burguesía alcalaína, entre ellos los Valenzuela, los Benavides, los Canos, y los
Fernández de Moya, en cuya casa se albergó desde el segundo decenio del
siglo XX el convento trinitario de Nuestra Señora de los Remedios; un lugar que
mantuvo una escuela infantil ·La Inmaculada Concepción, hasta mediados
del pasado siglo. Allí, tuvieron la suerte de aprender las primeras letras de
la mano de las monjas, muchos sesentones de la actualidad y recuerdan cuando fue
ampliado por los años sesenta con las donaciones de devotos alcalaínos, entre
ellos doña Clotilde Batmala Laloya; curiosamente, este edificio en los primeros
momentos de la Guerra civil se transformó en un cuartel de soldados milicianos.
En
este primer tramo, vivieron las familias García de Negrete, los Miqueu y Camy,
emigrantes de origen francés que alcanzaron puestos administrativos y de la
medicina local, sin olvidar la familia Rosales. Todavía, se conservan entonando
su canto de cisne las casas modernistas y requiriendo una propuesta
patrimonial.
El
segundo tramo se recuerda por el pilar, que se levantó a finales del siglo
XVIII, con el nombre del Tesillo y se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo
XX. Se ha remozado en algunas viviendas hidalgas y otras albergan nuevos
vecinos en unas casas remozadas por los años ochenta. Se ubicó una residencia
social que se mantuvo hasta tiempos recientes.
El tercer tramo, acababa en la Cruz de los
Moros o de los Valencias, donde se colocaba una puerta de salida de la ciudad,
que jugó un gran papel en tiempos de guerra o epidemias. En el siglo XX,
vivió una ampliación con un nuevo sector que conectaba con la Corredera y
albergaba la manzana de la Casería de los Valencias. Curiosamente, la
vecindad conserva en mejor estado sus viviendas-
Existieron
muchas tabernas en esta calle, y destacaba la de Canovaca, con sus ricos
callos. Desde hace tiempo, se ubicó el Salón del Trono de los Testigos de
Jehová.
A
esta calle desembocaban todos los viales que procedían de la Torres Bermejas (Zalamea,
Pintor, Juan Jiménez, Pajarejos), y se comunicaba con las de Fuente Nueva,
Monjas, y Marines.
La calle Utrilla es un testimonio de la Alcalá actual,
patrimonio y nuevas urbanizaciones, rehabilitación de casas hidalgas y casas de
vecinos, agrícola y de servicios, de fachadas blancas y de balcones
variopintos. Trazo pecuario y entre el
asfalto y el cemento. Cantones y estrechuras. Y, sobre todo, acceso al parque
periurbano de Los Llanos en la sociedad del ocio.
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