I
La Chaparra Marchales está catalogada, según expertos en
Botánica y Flora, como un Monumento Natural y Patrimonio Natural de Andalucía con 11 siglos de antigüedad. Su nombre científico es Quercus ilex.
Es un árbol que tiene una circunferencia de 106 metros y un radio de 17 metros. Trata de una sombra capaz de alojar 1000 ovejas acarradas. Hoy en día, se encuentra rajada por la mitad y dos cinchas sostienen sus ramas para que no se abra más. Los antiguos de Colomera siempre la han visto igual, no le encuentran variación. Este árbol se encuentra en el límite del Término Municipal de Colomera lindando con Montillana y Trujillos y bajo los Tajos de Marchales.
Recopilando información hemos encontrado a un hombre de 102 años, llamado Antonio Valverde Martín, cuya abuela, Mª Belén Fuentes, hace ya muchísimo tiempo, como podéis imaginar, fue la responsable de que hoy en día podamos disfrutar de esta Chaparra tan hermosa y bonita. Cuenta que en aquellos tiempos en los aquellas tierras eran bosques de encinas y en los que había tanta escasez de todo, existían unos grupos de gente, llamados rancheros, que eran las personas encargadas de hacer picón con todos los árboles de los montes. Esta mujer impidió que talasen esta Chaparra, que por aquellos entonces (hace unos 200 años) estaba ya muy grande, como hicieron con el resto de sus compañeras encinas, ya que servía de refugio y cobijo para el ganado de los pastores. Agradecemos este gesto de Doña Belén que hizo que hoy podamos disfrutar de este árbol milenario y de su generosa y refrescante sombra.
II Fernando del Pino ha recogido estas informaciones:
En Cartuja me cuenta la madre de Paquitina de Mures, que nació allí que vivieron 16 Familias de 4 a 5 hijos permanentemente.Luego iban temporeros a las aceitunas y grano y hoy han dicho que se llegaba a 200 personas viviendo allí.Los fines de semana se bajaba a un cortijo cercano al pantano de colomera a los Bailes. El 15 de Mayo se celebraba San Isidro Labrador sacándolo de la capilla y llevándolo en romería a la cruz actual junto la carretera y se festejaba con petardos que una vez estalló al que los llevaba en las tripas y al compañero y un camión los trasladó creo que a colomera.Esto me lo ha contado creo que se llama Martín que tiene un cortijo arriba de Cartuja. Tambien en las fiestas subían a lo alto de las rajas de marchales para disfrutar de las espectaculares vistas.Los dueños venían una vez en autobús hasta la Gaviota, junto la Gineta y luego en mulos los recogían porque no había accesos. Por delante de Cartuja hay vía pecuaria actualmente señalizada con balizas de punta verde, y por ella pasaban Toros dos veces al año a las Faldas de Sierra Nevada y hacia Sierra Morena. Hay un estanque con sillares delante de la capilla y bueno lo indico por considerarlo un elemento importante del entorno.Los cochinos de las familias los cuidaba uno y por la tarde los llevaba a las pilas a beber y cada uno se iba solo a su cuadra...Hay dos zonas y por eso tres portones.Una la zona de la Capilla y otra la de los dueños que eran de Marchales creo...cerca sierra Nevada...Allí no se pasó hambre me dice la madre de Paquitina.Tenían mulos para arar...hacían queso con la leche de cabra...tenían un horno comunitario para el Pan. No tiene electricidad de Sevillana.Nos contaba Jose Luis Alcala que nació allí, Paco Martín lo ha fotografiado en su casa natal, que las primeras televisiones las veían con baterías de coches. En la cabreriza de arriba vivía una familia y nos cuentan que por filas de tejas se asignaba la propiedad a las familias.Hemos visto tocones encastrados en roca para abrevaderos que nuestros perros usaron delante nuestra, 6 medianos rectangulares y circulares de 70-80cm aprox y uno circular más pequeño de 35 cm de diâmetro.El camino que va para la encina de marchales cuenta Paco López que lo hicieron militares en la guerra civil para ir a Frailes. Allí hubo un destacamento de Republicanos en esta guerra.En la parte superior hay restos de muros en círculo de la epoca Algar.El agua del manantial esta muy rica.Hay pozo entre el manantial y los pilones abrevaderos.Hay pilones en piedra centrales a dos filas rectangulares y en la pared del muro de piedra hay otra fila de pilones con algunos circulares.Muchas casas están en ruinas y abandonadas.Actualmente vive un pastor con su esposa, que me dice que esta sola pero que no se aburre porque está ocupada siempre.Tienen coches y vienen familiares.En las cabrerizas altas hay sal gorda en alginas piedras para que la coman las cabras y ovejas que hay.Bueno si me equivoco en algo por favor indicarlo para corrección.Un saludo
Gracias por las informaciones y qué lastima que no lo hayamos podido comentar en el recorrido.
III
EL FOLLETO DE AYER ES UN RESUMEN DEL LIBRO DE LA FUNDACIÓN DEL MONATERIO DE LA CARTUJA HECHO POR JOSÉ RODRÍGUEZ MOLINA. ESTE ERA SU CONTENIDO:
ASOCIACIÓN
DE VECINOS” HUERTA DE CAPUCHINOS”
ALCALÁ
LA REAL(JAÉN)
RUTA ECOCOSTUMBRISTA.
POR LAS TIERRAS DE LA
CARTUJA
BOLETÍN SEXAGÉSIMO PRIMERO
RUTA ECOCOSTUMBRISTA
POR
LA CARTUJA, RAJA MARCHAL Y ENCINA
GRANDE. SALIDA DIEZ DE LA MAÑANA DEL DÍA DIECINUEVE DE OCTUBRE DE LA PLAZA DE
JUAN CARLOS I DE LOS SAUCES.
CON
COCHES. HUERTA DE CAPUCHINOS
LA CARTUJA
Según
Rodriguéz Molina:” El libro titulado La fundación de la Cartuja de Granada,
(1)
auténtico inventario de la formación de su patrimonio, entre los siglos XVI y
XVII, nos permite conocer, entre otros bienes, las propiedades rústicas y
urbanas que acumuló el monasterio en tierras de la antigua frontera, en la
ciudad de Granada o en poblaciones de su entorno. Nos pone en contacto con la
hacienda de una orden religiosa que, aunque fruto de las aspiraciones a la vida
apostólica, originadas en el siglo XI, no tarda en adaptarse al secular proceso
que, desde el siglo IV, venía siendo una práctica habitual de la Iglesia.
Tras
el reconocimiento de la Iglesia como oficial , se produce una ezpansión y una
concexión entre los poderes políticos y religosos. Esto da lugar a que “Las inmejorables condiciones
sociopolíticas en que se mueve la Iglesia, propician la formación de abultados patrimonios, producto de dotaciones reales,
limosnas y donaciones, otorgadas primero para remediar las necesidades de los
pobres y, pronto, como medio de comprar la ciudad eterna - el cielo -, de
acuerdo con la directriz marcada por San Agustín en su "De Civitate
Dei".
El Patrimonio
económico de la Iglesia
La configuración
progresiva de esa estructura eclesiástica estuvo acompañada de considerables y
seguros patrimonios. El secular y generalizado proceso estuvo auspiciado por la
frágil y necesitada naturaleza humana y el miedo de las gentes ante el más
allá. Grandes y pequeños hacían, para granjearse el favor del cielo ante las
múltiples adversidades de la vida, notables o pequeñas ofrendas y donaciones a
las iglesias. El temor al Infierno y, desde el siglo XIII, el auge creciente de
la creencia en el Purgatorio aumentaron las donaciones, celebraciones de misas
y responsos.
Amparada en el
temor religioso y en el poder político la institución eclesiástica exige el
tributo de origen divino, llamado Diezmo Eclesiástico, un 10% de todos los
ingresos de los fieles, para el mantenimiento del culto y del clero. Amenaza a
los renuentes con el castigo eterno del Infierno, la excomunión o el recurso al
brazo secular, interesado como beneficiario en dicho impuesto. Quedaban así
instalados los cauces por los que serían acumulados importantes bienes mediante
la constancia y habilidad administrativa del clero, la protección monárquica y
la solidaridad entre instituciones eclesiásticas afines (4).
Ni los duros y numerosos embates lanzados en recurrentes desamortizaciones -
720, siglo XVI o siglo XIX -, por las ambiciones de poderosos, monarcas y
burgueses lograrían su demolición (5).
Muestra de dicho proceso podría ser el balance proporcionado por los estudios sobre el patrimonio de la Iglesia en España. Los investigadores estiman que los bienes rústicos eclesiásticos desamortizados en España entre 1766 y 1924, ascienden a unos 10.000.000 has., sobre los algo más de 50.000.000 has. del territorio español (6). Constatan, asímismo, que los eclesiásticos solían ser dueños de más de la mitad de la propiedad inmobiliaria en capitales de provincia de tipo medio, a semejanza de Toledo, Burgos o Palencia
Entre los
patrimonios de los regulares, bastante desahogados, por lo general, destacaron
algunos de auténtica riqueza, en contraste con casas religiosas que por su
pobreza estuvieron constantemente tentando a la divina providencia. Dos de los
mejores dotados fueron el de los Jesuitas y el de los cartujos, a respetable
distancia
Pero el desarrollo
de estos patrimonios, notable en el siglo XVI (18),
contó desde muy pronto en Castilla con la oposición de las Cortes, que, dada la
inmunidad tributaria de la Iglesia, veían recaer sobre los pecheros todo el
peso del fisco (19).
Fue una actitud muy compartida con los otros paises de Europa, que expresaron
su rechazo al auge de la amortización, unas veces, con anuencia del papado (20),
otras, por propia iniciativa (21).
La Orden de los Cartujos
Una común
nostalgia de la Iglesia primitiva, en el siglo XI, la vuelta a la vida
apostólica consagrada a los pobres, motivó a muchos laicos, clérigos y monjes a
oponerse abiertamente contra los grandes dominios e influencia de buena parte
de las abadías, cabildos catedralicios o colegiales, perfectamente instalados
en el poder. Unos se refugiaron en el cenobitismo estricto separado del mundo,
como el Císter de San Bernardo, otros, como la Cartuja de San Bruno, eligieron
vida eremítica (22
La Cartuja de
Granada
A comienzos del
siglo XVI existían en lo que se considera provincia cartujana de Castilla
varios monasterios, fundados desde finales del siglo XIV: Santa María del
Paular (Segovia), en 1390.
Santa María de las Cuevas (Sevilla), en 1395. Santa María de Miraflores (Burgos), en 1441. Aniago (Valladolid), en 1442. La Concepción de Santa María (Cazalla), en 1477. La Defensión de Santa María (Jerez de la Frontera), en 1478.
Habían quedado
olvidadas las aspiraciones a la vida apostólica consagrada a los pobres, de
aquellos grandes hombres del siglo XI. Reinaba de nuevo la inercia tradicional
de las instituciones religiosas que acumulaban bienes más allá de lo necesario
para la supervivencia. Los intentos de invertir los excedentes en la fundación
de una nueva casa en la Provincia de Castilla, por parte del Monasterio del
Paular, en 1458, debieron esperar hasta que, en 1506, el Capítulo General
encarga al Prior de Aniago la búsqueda de emplazamiento para la nueva Casa por
tierras de Galicia o de Castilla-León. Las dificultades para establecerla en
las proximidades de la ciudad de Zamora, propiciaron la entrada en contacto con
Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453-1515), admirador de la
Orden, quien se ofreció a costear la obra con la idea de ser sepultado en su
iglesia, cuando falleciese. Obtenidas las oportunas licencias, se dió a la
nueva fundación el título de Santa María de Jesús. De mutuo acuerdo eligieron
para su emplazamiento la parte alta del bello y fértil pago de Aynadamar,
amplia y atractiva zona en las afueras de la ciudad de Granada, donde el
brillante militar le donó, el 8 de diciembre de 1513, dos huertas situadas al
pie de la Golilla, una llamada del Alcudia y otra conocida como la de los
Abencerrajes.
En 1513 inician
los cartujos su presencia en el Pago de Aynadamar, tomando como domicilio la
casa de alguna de las huertas donadas por el Gran Capitán. Éstas parecen
coincidir, según Mármol, con los heredamientos de Abid, destronado rey de
Sevilla, por Fernando III, a quien acogió Al-Ahmar. La Cartuja Vieja, por
tanto, no quedó emplazada, como quiere la hipótesis tradicional, en el actual
cementerio de los jesuitas.. Ella fue la morada de los pocos monjes que
llegaron a Granada hasta que se bajaron a la Nueva Casa, con la correspondiente
licencia del Capítulo General. Pese a que el traslado simbólico de ésta se
había hecho en "día señalado, que fue el día de San Paulo, primero
ermitaño, que cae en diez días del mes de enero, y fue el año del Señor, de mil
y quinientos y diez y seis años", todavía, en 1517, continuaban celebrando
el oficio divino en la Vieja Casa.
Puesto en camino
el P. Rector para dar cuenta al Monasterio del Paular del cambio de domicilio,
fue víctima de un desgraciado episodio. "Desde que le vieron salir del
Sitio Viejo hasta el d La habilitación del Sitio Nuevo comenzó con la compra de
dos días de agua a El Cordoví y su mujer, y la bajada real se produce en 1519,
coincidiendo con el inicio de la construcción del claustro o parte anacorética,
que empieza con cuatro celdas, orientadas hacia Occidente, sobre La Vega, y la
edificación de la Capilla, que sería después Capítulo de los Frailes, para las
celebraciones del oficio divino. Antes de que el Claustro quedara cuadrado, en
1529, un celoso rector cercó, en torno a 1521, la nueva casa, a costa de
grandes trabajos y privaciones.
Después que el
claustro fue tomando su forma, empezaron a emerger profundamente cimentadas con
piedras de Sierra Elvira y piedra de Santa Pudia las distintas dependencias que
formarían la parte cenobítica del Monasterio, recibiendo un fuerte impulso, en
1532, el Refectorio edificado sobre la Bodega, la Sala Capitular, el
"claustrón" o claustro pequeño, varias capillas y la iglesia. Desde
1523 "entendía en las obras fray Alonso de Ledesma".
A partir de 1565
recibe un fuerte impulso la construcción del Capítulo y zonas intermedias entre
éste y el claustro, posibilitando que el viernes, 12 de septiembre de 1567,
fuese bendecido por don Pedro Guerrero, arzobispo de Granada, "in honorem
Santae Crucis
Personalidad
del monasterio
Pasados bastantes
años del traslado a la Nueva Casa, el Capítulo General decide, en 1543, cambiar
el primitivo título de "Nuestra Señora de Jesús", dado a instancias
del Gran Capitán, por el de "La Asunción de Nuestra Señora", de
acuerdo con la nueva singladura. Es necesario forjar la propia personalidad
religiosa que atraiga sus devotos y canalice la vida litúrgica de los monjes.
En 1548, recibe de manos del arzobispo de Granada D. Pedro Guerrero numerosas
reliquias, traidas de Alemania por D. Gaspar Dávalos, cardenal-arzobispo de
Santiago. El relicario se veía enriquecido con las donadas por el secretario de
dicho cardenal, Juan Valdés, con las proporcionadas por D. Antonio Martínez,
arcediano de Reina, y las regaladas por la señora doña Isabel Dávalos, abadesa
del monasterio de la Encarnación y Pedro de Acuña, racionero de la Catedral.
Ello ofrecía un poderoso atractivo a la religiosidad de los fieles.
Unos años más
tarde, en 1563, es concedido un "indulto a la Orden Cartujana para que
puedan celebrar, tanto los presbíteros como los monjes, después de medianoche y
después de mediodía".
En dos Capítulos
Generales se acuerda que los 23 Profesos del Paular fuesen tenidos por profesos
de la Cartuja de Granada, mientras moraren en ella, corriendo recíproca suerte
los monjes de ésta, ocho en 1550, y once, en 1595.
En 1574 se presta
especial atención al recogimiento de vida, pues hasta el momento, "el
claustro de los monjes se estaba siempre patente sin puerta ni portero, de día
y de noche, para yentes y vinientes", a excepción de las mujeres,
detenidas por el portero seglar en la primera puerta de la Cartuja, que daba a
la vía pública. Se construyó para ello una nueva puerta de acceso al claustro en
el rincón SE del mismo, guardada por un fraile portero.
Sus ingresos: dotación, mandas y rentas
Fundada La Cartuja
de Granada como filial del Paular, fue generosamente dotada por éste, que le
capacitó para hacer frente a sus gastos cotidianos, a la formación de su
patrimonio y a la construcción del Monasterio.
Cuando en 1550 se
firma el último concierto de dotación por valor de 18.800 ducados (7.050.000
mrs.) para que se inviertan "en la compra de medios y posesiones para la
dotación de esta nueva Casa", se recuerda que el Paular lleva puestos ya
en gastos de obra, sitio, renta y hacienda de la Cartuja de Granada más de
45.000 ducados. La conclusión es simple: en esa fecha el monto de la dotación
ascendía a 63.800 ducados (23.925.000 mrs.), suma considerable, de gran valor
adquisitivo, ya que por 100.000 mrs. se podía comprar un Carmen de 30 marjales
en el Pago de Aynadamar.
Este primer
presupuesto se vió incrementado por la manda testamentaria que el Lic. Alonso
Sánchez de Cuenca hizo, en 1538, no sólo en beneficio directo de La Cartuja,
sino para asistencia a pobres, redención de cautivos y ayuda de algunos
parientes.
Donó a la Cartuja
800.000 mrs., de los cuales, 500.000 mrs. debían destinarse a la construcción
de la Capilla, donde fue enterrado dicho lic., que entonces les servía de
Iglesia y que después sería Capítulo de Frailes. Los otros 300.000 mrs. se
invertirían en la construcción de la Fuente del Claustro.
Para distribución
de pan a los pobres en la puerta de la Cartuja destinó 1 cuento de mrs. (1.000.000
mrs.). El legado se convirtió en partida de libre disposición de la Cartuja
que, pese a comprometerse, a finales del siglo XVI, a devolverla a los genuinos
destinatarios, todavía no había cumplido el compromiso, en 1746.
Otro cuento de
mrs. (1.000.000 mrs.) fue adjudicado a la redención de cautivos. En 1595 hablan
los priores de cumplir la determinación tomada, en 1582, de devolver dicha
cantidad a las Obras Pías de Redención de Cautivos.
Transcurrida una
centuria de la manda, los cartujos toman por fin la determinación de atender la
parte destinada a pobres y cautivos, adjudicando cada año "para redención
de cautivos, treinta y dos mil trescientos y doce maravedís, y para limosna de
pobres, ciento y treinta y seis fanegas de pan cocido", unos 15 o 20 panes
integrales diarios de un kgr. de peso.
Formación del
patrimonio
Los ingresos
recibidos, la austeridad de los monjes, las numerosas ofertas de rozas y monte
en la frontera, y la obligada venta de tierras y casas por una población
morisca cada vez más hostigada, propiciaron que los priores, "viendo que
era hacienda sana y segura y buena", invertiesen sin pausa, con gran
habilidad, en la adquisición de bienes.
Tierras de secano
Desde su
asentamiento en Granada, las tentadoras ofertas de rozas y monte en tierras de
la antigua Frontera, entre Granada y Alcalá la Real, no dejaron de atraer el
interés de La Cartuja, que invirtió en su adquisición, buena parte de su
hacienda, entre 1515 y 1568. Localizadas,
fundamentalmente, en la Cañada de Almaguel, término de Alcalá la Real,
adquirieron, entre 1526 y 1530, unas 58 peonías (6'5 fa. cada peonía) y varias
caballerías (13 fa. cada caballería), de rozas y monte, donadas por los
Monarcas a otros tantos vecinos en recompensa por su ayuda en la Guerra de Granada.
Numerosos lotes de tierra de variadas superficies, localizados en las
Caballerías y en los Manchones de Íllora, entraron, asímismo, desde 1515, a
formar parte del patrimonio rústico de la Cartuja. Se pueden contar entre ellos
las amplias extensiones territoriales compradas hasta 1534: dos cortijos a un
Aranda de Alcalá, el cortijo de Acequia, de 100 fa. y el cortijo del Moralejo,
en Almoguel, también de 100 fa. de extensión; 150 fa. de rozas, montes y
baldíos, propiedad del jurado Jorge de Mosquera; 130 fa. de Francisco Sahagún,
que le había donado el Rey; 270 fa. de Rodrigo de Bazán, veinticuatro de
Granada, también donadas por el Rey; 300 fa. de tierra del Lic. Cuenca, que
éste había comprado a Valencia de Benavides, a quien las había donado el Rey;
200 fa. en las Juntas, y otras extensiones de tierra parecidas. Tentaron suerte
en Iznalloz, e incluso en Alhendín-Escúzar, pero pronto abandonaron el
proyecto, para centrar casi exclusivamente su atención en las tierras
localizadas en los términos de Alcalá la Real, Íllora y Moclín.
Sus contactos en
esta zona pudieron estar motivados por los orígenes y activa participación en
ella del Gran Capitán, cuya familia tuvo siempre importantes intereses y fieles
servidores en Alcalá (30).
Fue, además, alcaide de Íllora y había reunido un vasto patrimonio territorial
de unas 957 has. (31)
en la parte de la Vega de Granada próxima a la franja de frontera,. Las
escrituras de compraventa registradas en el Libro de la Fundación de la Cartuja
ofrecen un claro balance de las tierras de secano adquiridas, hasta 1568, en la
antigua frontera.
Tierras de
secano
Desde su
asentamiento en Granada, las tentadoras ofertas de rozas y monte en tierras de
la antigua Frontera, entre Granada y Alcalá la Real, no dejaron de atraer el
interés de La Cartuja, que invertió en su adquisición, buena parte de su hacienda,
entre 1515 y 1568.
Localizadas,
fundamentalmente, en la Cañada de Almaguel, término de Alcalá la Real,
adquirieron, entre 1526 y 1530, unas 58 peonías (6'5 fa. cada peonía) y varias
caballerías (13 fa. cada caballería), de rozas y monte, donadas por los
Monarcas a otros tantos vecinos en recompensa por su ayuda en la Guerra de
Granada. Numerosos lotes de tierra de variadas superficies, localizados en las
Caballerías y en los Manchones de Íllora, entraron, asímismo, desde 1515, a
formar parte del patrimonio rústico de la Cartuja. Se pueden contar entre ellos
las amplias extensiones territoriales compradas hasta 1534: dos cortijos a un
Aranda de Alcalá, el cortijo de Acequia, de 100 fa. y el cortijo del Moralejo,
en Almoguel, también de 100 fa. de extensión; 150 fa. de rozas, montes y
baldíos, propiedad del jurado Jorge de Mosquera; 130 fa. de Francisco Sahagún,
que le había donado el Rey; 270 fa. de Rodrigo de Bazán, veinticuatro de
Granada, también donadas por el Rey; 300 fa. de tierra del Lic. Cuenca, que
éste había comprado a Valencia de Benavides, a quien las había donado el Rey;
200 fa. en las Juntas, y otras extensiones de tierra parecidas.
Tentaron suerte en
Iznalloz, e incluso en Alhendín-Escúzar, pero pronto abandonaron el proyecto,
para centrar casi exclusivamente su atención en las tierras localizadas en los
términos de Alcalá la Real, Íllora y Moclín.
Sus contactos en
esta zona pudieron estar motivados por los orígenes y activa participación en
ella del Gran Capitán, cuya familia tuvo siempre importantes intereses y fieles
servidores en Alcalá (30).
Fue, además, alcaide de Íllora y había reunido un vasto patrimonio territorial
de unas 957 has. (31)
en la parte de la Vega de Granada próxima a la franja de frontera, formado por
las alquerías de Velaumín, Juceila, Galafe, Daimuz Bajo, Trasmulas, Daragoleja
y probablemente las de Ánsola, Huécar y Abdón, en un tiempo muy próximo a la
toma de Granada.
Las escrituras de compraventa
registradas en el Libro de la Fundación de la Cartuja ofrecen un claro balance
de las tierras de secano adquiridas, hasta 1568, en la antigua frontera: En
término de Granada: 156 fa. rozas y monte. 906 fa. de tierra de labor.
En término de Alcalá la
Real: 279,5 fa. rozas y monte. 303
fa. de tierra de labor.
Total de tierras
adquiridas en la franja de frontera:
Tierra de labor: 1.209 fa. Rozas y monte: 585 fa. Total de ambas: 1.794 fa.
Se trataba de
explotaciones cerealistas, bastante apreciadas en el siglo XVI, dado el auge
constante de la población, cuya base alimenticia venía constituida por el
cereal. Esa es la razón de que las tierras de rozas y monte quedaran muy pronto
roturadas. En 1539 hacían los monjes costosas inversiones en "desmontar y
sacar de cuajo en los cortijos" y otras tierras de menores proporciones.
Su carácter de recién roturadas o novales sería exhibido pronto por ellos en
los pleitos que por el Diezmo Eclesiástico mantuvieron con el cabildo
catedralicio de Granada, con la Abadía de Alcalá la Real y con La Capilla Real.
Muchas de las
extensas explotaciones adquiridas, en la primera mitad del siglo XVI, dotadas
de casas propias, ejidos, eras y fuentes, parecen roturaciones no muy antiguas,
a juzgar por la tupida vegetación que las rodea, compuesta de robles - se
menciona un "troncón de roble quemado" -, acebuches, fresnos y
numerosos quejigos.
Los monjes
procuraron, por otra parte, potenciar la capacidad productiva de las tierras
mediante un eficaz proceso de concentración de las mismas. Dicho proceso se
detecta en el nombre de una modesta parcela convertida más tarde en cortijo y
en la reunión de sus propiedades en los Manchones y en las Juntas. Signos de
ello son los pleitos mantenidos, en 1534, con otros propietarios de tierras
colindantes, en defensa de sus Cortijos del Manchón Alto y Bajo, y la
compra efectuada, en 1552, de un cortijo en el Manchón Bajo, término de
Íllora, que limitaba por todas partes con tierras del Monasterio, cuya compra
se justifica por ser "cosa bien necesaria para esta Casa, por estar en
medio de todos nuestros cortijos y con mucha inquietud de los labradores".
En 1554, compraron otro Cortijo en los Manchones, de 150 fa., al
licenciado Ágreda y a Dª Leonor de Vargas, su mujer. En 1543 amojonan las
tierras llamadas Las Juntas y Melera, extensas propiedades que
lindaban con el río de Moclín o río Velillos, la junta de dos de cuyos brazos
daba nombre a una de las propiedades.
El balance que la
orden realiza, en 1575, para establecer un nuevo sistema de arrendamiento,
ofrece definitivamente el número y medidas de sus tierras de secano, reunidas
todas en 10 cortijos, detallando la diferente superficie ocupada por la tierra
calma, el monte o los prados:
1. Cortijo de los Manchones, localizado por
las Caballerías de Íllora: Tierra de labor: 766 fa. y 4 celemines. Montes y
prados: 42'5 fa.
2. Cortijo Nuevo,
limítrofe de Manchón Alto: Tierra de labor: 125 fa. Prados: 5 fa.
3. Cortijo de Ágreda,
localizado en el entorno de los Manchones:
Tierra de labor: 62 fa. 4. Cortijo
del Moralejo, en término de Alcalá la Real: Tierra de labor: 221 fa. y 9
celemines. Monte: 8 fa. y 3 celemines.
5. Cortijo de Acequia, en
linde de Alcalá y Granada: Tierra de labor: 222 fa., 11 celem.
6. Almaguel, en término de
Alcalá: Tierra de labor: 140 fa., 9 celem.
Monte: 13 fa. 7. Tudela, Junto a los Manchones. No lejos de Almaguel y del Río de Huéscar, en término de Alcalá: Tierra de labor: 118 fa., 9 celem.
8. Cortijo de Santa María,
entre Moclín y Alcalá: Tierra de labor: 160 fa.
Monte: 16 fa.
9. Melera, en término de
Moclín:
Tierra de labor: 338 fa. +
haza que limita con él: 49 fa. Monte: 30 fa.
10. Las Juntas, localizado
por el Manchón, límite con término de Alcalá, con el Río de las Juntas, el
Arroyo de Mures y el Camino Real que va de Alcalá a Moclín: Tierra de
labor: 310 fa. Monte: 30 fa. De todos ellos, cuatro se asientan en término de
Alcalá la Real, en 1577: los cortijos de Acequia, Santa María, Almaguel y
Moralejo Alto. Los cuatro suman un total de 743 fa. de tierra de labor y 37 fa.
de monte. Total fanegas de Cortijos: Tierra de labor: 2.514'5 fa. Monte:
139 fa. y 9 celem. Prados: 5 fa.
Total global de cortijos: 2.658 fa. y 9 celem.
Tenencia de la
propiedad rústica
A semejanza de
otras instituciones religiosas, la Cartuja procuró practicar un sistema de
tenencia que potenciara el valor de sus tierras, la producción, y la segura
recaudación de sus rentas. Saneó sus fincas, liberándolas de problemas y cargas
crediticias Redimió censos consignativos que pesaban sobre algunas de ellas y
acabó con los derechos enfitéuticos que sobre la explotación de la Cartuja
Vieja tenían los arrendatarios.
Invirtieron
grandes sumas en una masiva roturación de las tierras de monte.
Conscientes del
valor que transmite a las tierras su concentración, evitaron por todos los
medios la dispersión de sus fundos. Proyectaron, desde muy pronto, hacer coto
redondo con el Pago de Aynadamar y sus aledaños, concentraron en 10 cortijos
todas las tierras de secano, compraron amplias extensiones de tierras de riego,
como el Cortijo de Alitahe y las localizadas en torno a la Hacienda de los
Infantes de Granada, en los términos de Gabia, Churriana y Armilla. Compraron
en el Chaparral de Albolote una viña de considerables dimensiones, pronto
convertida en Granja.
Facilitaron el
trabajo y mejoraron el ciclo de producción agraria mediante la dotación de
edificios auxiliares y de elementales medios de transformación, - graneros,
almacenes, batanes, molinos de trigo, molino de aceite, lagares, bodegas... - .
Entre 1563 y 1574, construyeron un granero en los Manchones, y casas nuevas en
los cortijos de las Juntas, Acequia, Manchón Alto y Melera.
Las otras tierras
de secano y regadío se atuvieron al sistema de arrendamiento, exigiendo como
renta la cuarta parte de la producción. Vistos los inconvenientes del cobro
directo de la renta en las eras, acordaron, en 1575, efectuar dicha recaudación
mediante el procedimiento de "renta rentada", que consistía en medir
las fincas y calculada su producción, fijar definitivamente el pago anual de la
cuarta parte, correspondiente a cada una de ellas, al margen de la evolución
del ciclo agrícola. De esa manera, cada arrendatario y el monasterio sabían de
antemano la renta que se debía de cobrar el día fijado para ello. El Padre
Prior justificó dicha determinación en las observaciones que le proporcionó su
visita a los cortijos, pues "le pareció que para en estos tiempos modernos
que no hay entre gente rústica tanta simplicidad como en los antiguos, no
convenía ni era segura (la forma de cobro)", pues dependía de lo que
quisiesen informar los labradores al "fraile cobrador", para el que
resultaba imposible estar presente en "las diversas eras y pegujares para
ver y entender lo que cada labrador cogía, y así le era forzoso pasar las más
veces por lo que los labradores en su consciencia le declaraban haber
recogido". Por otra parte, "los labradores que andaban al cuarto
nunca, por maravilla, se abstenían de sustentar a sus ganados con las mieses
segadas o traidas a la era, en fraude y daño de la parte del monasterio".
Observamos que los
cuidados volcados en las propiedades rústicas por parte de los cartujos, son
muestra de una mentalidad muy diferente a aquella actitud de abandono y
meramente rentista que los ilustrados, según las hipótesis tradicionales,
criticaban a los eclesiásticos en la administración de sus propiedades (35),
a fin de incentivar su puesta en almoneda y poder acceder a su compra y
patrimonialización (36).
Ingresos de los
cartujos
Las informaciones,
a nuestro alcance sólo nos permiten estimar indirectamente los ingresos
aportados por las tierras dadas a renta y los alquileres de casas y tiendas.
Carecemos de noticias sobre la producción de las tierras explotadas a sus
propias expensas, como el Cercado de Cartuja y la Viña del Chaparral.
Los 360 ducados
tributados por el diezmo completo de las heredades asentadas en Granada nos
sugieren una producción total de las mismas valorada en 3.600 ducados. La
cuarta parte de esta cantidad, 900 ducados, es la renta pagada a los cartujos.
Las 200 fa. de
pan, trigo y cebada, tributadas por el diezmo completo de Alcalá nos hablan de
una producción de 2.000 fa. y, en consecuencia, de una renta de 500 fa..
Reducidos a mrs.
los diferentes conceptos (48),
nos dejan vislumbrar los ingresos anuales aportados por las heredades agrícolas
arrendadas, que se aproximarían a los siguientes: En Granada: Renta 337.500 mrs.
Diezmo 67.500 mrs. En Alcalá La Real:Renta 286.552 mrs. Diezmo 88.400 mrs. Total ingresos agrícolas: 691.552 mrs.
A ellos habría que
añadir las Primicias, los tributos decimales no cerealistas y la producción de
las tierras labradas a sus propias expensas, como el Cercado de Cartuja y La
Granja del Chaparral. La renta urbana estimada, superaría el 1.000.000
de mrs. Desconocemos los réditos obtenidos del crédito, que no serían
despreciables. El conjunto de sus ingresos, hábilmente administrados por unos
monjes que vivían con austeridad y que trabajaban sin descanso por potenciar su
casa, permitieron mantener el ritmo de las compras, sanear el patrimonio,
activar la construcción del monasterio y, sobre todo, saldar las deudas
atrasadas.
A partir de 1574 y
en el plazo de dos años, gracias a la ayuda del Paular, pero también al auge
sostenido de las rentas, el Prior pudo pagar "más de novecientos ducados
(337.500 mrs.) que halló deber la Casa a diversas personas", como el
arzobispo de Granada, Diego de la Puerta, vecino de Granada y Juan Vázquez,
vecino de Alcalá, por préstamos tomados para acabar el Claustro, comprar los
cármenes, las fuentes del Albercón y otros gastos.
Pero los monjes se
encontraron, en todo momento, firmemente respaldados por su casa madre. Gracias
a ello pudieron hacer frente a malos momentos, producidos por alteraciones
climáticas o sociales. Así lo reconocen expresamente los priores: "Y como
en estos años corrientes esta Casa ha estado en grande necesidad, lo uno por el
alzamiento de los moriscos, y lo otro por la esterilidad de los frutos, que han
ocurrido, sin duda, esos doscientos ducados le han hecho mayor socorro, que en
otro tiempo le hicieran cuatrocientos o otra mayor cantidad".
Un notable
patrimonio, en conclusión, eficientemente administrado, que proporcionó una
desahogada economía al monasterio, como muestran hoy la Sacristía, el
Claustrillo, Sala Capitular, Refectorio y otros interesantes compartimentos
- CON OTROS INFORMANTES
-Ruta de las personas que se refugiaban en los montes a lo largo de la historia ( monfíes en el siglo XVI, bandoleros en otros tiempos, maquis, gentes de la Sierra...)
-Restos de yacimientos de villa romana, argárica ( simulación de dos círculos amurallados por la naturaleza.
-
Las tierras limítrofes denominadas de la Iglesia, referente a una capellanía posterior.
- Zona de límite en tiempos de la Guerra Civil.
-La advocación de San Isidro coincide con otros cortijos de los cartujos.
-Las puertas del caserío se cerraban para proteger a las casas de los labriegos, arrendatarios, y trabajadores. Tenían como usufructo el agua, la lavandería, horno y monte.
-Pertenece e recinto a l término de Colomera y Montillana.
-Algunos sugieren prácticas de sacrificio o muerte de animal de tiempos prehistóricos y el hallazgo de una cueva.
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