NOVIEMBRE ALCALÁINO
Noviembre anuncia la muerte, con el día de los
Difuntos, que invita a gachas familiares, al recuerdo de antepasados y a flores
en las tumbas de los cementerios, también es un mes que anuncia el final del año y se
tiñe de rojo con el zumaque de los Tajos. Desde sus primeros días, estas
tierras de Monterrey, aledañas al Portillo de los Aspadores, cambian su verde negruzco del encinar colindante por el encantador juego de colores ocres,
amarillos y escarlatas. Y este rincón se ha convertido en un reclamo de
senderistas que proclaman con sus
caminatas el otoño de hojas caídas
y el canto de la sociedad de
bienestar.
Hace
unos cuarenta años, nadie daba un duro
por estas tierras ni valoraba este producto que jalonaba los Tajos de Charilla. Había quedado como un residuo rural del mar de Tetis, entre las rocas gigantes de
aquella cornisa de los Llanos que hace
millones de siglos quedó desprendiéndose entre arbustos y encinares, y que fue
víctima de la invasión del olivar que cambió el paisaje mediterráneo en viñedo y
olivar. Ahora una nueva ruta
senderista ha revalorizado aquellas tierras que recuerdan otros parajes de la comarca.
Pues el zumaque no era un privilegio de los
Tajos entre los portillos de Los Aspadores y Cerrado, sino que se extendía en
muchos más rincones de la Sierra Sur. Lo había en las zonas montañosas del
Castillo de Locubín y Frailes, y en parajes como el Cañuelo, Acamuña,
Hortichuela o Charilla.
Tampoco,
el zumaque quedaba reservado a este
fruto de la naturaleza, sino que se prolongaba su función al curtido de las
pieles. Y desde todos estos lugares se
trasladaba a las tenerías, el lugar donde se curtían las pieles, y
teñían. Y el zumaque jugaba un papel fundamental que prolongó su vigencia productiva hasta los primeros decenios del siglo XX, hasta que
fue sustituido por otros productos y la importación de las pieles de otros
lugares. Estas tenerías se localizaban junto a la Fuente de la Tejuela, en el
paraje de las Azacayas que ofrecía el
agua por sus canales y un rincón donde los curtidores y tintoreros arrendaban a
los antiguos hidalgos la casa de las Tenerías con su bodega, su molino de
zumaque y las salas de los pozos, tinajones, limpiadores de pelo, secado y
tinte de las pieles. Vinieron otros tiempos, y allí se instaló Comercial
Castilla compartiendo el trabajo artesanal con la presencia artesanal de los
últimos trabajadores del zumaque. Luego, ni fábrica textil ni industria
artesanal los bloques de pisos
arrinconan aquella fuente que entrega generosa el agua del del alumbramiento del camino de San Marcos.
Actualmente
le zumaque se ha convertido en un escorzo estético que recuerda que
resucitaba la piel animal para
gozo humano. Si tuviera que nombrarse el primer o segundo domingo de noviembre
con un complemento en las tierras de Alcalá se le daría el nombre de Domingos
del Zumaque. Desde la mañana temprano, aparecen por cualquier rincón familias,
niños y ruteros con su bastón de senderismo para caminar hacia la ruta del
Zumaque. Unos lo hacen por el parque periurbano de los Llanos o Fátima;
otros por el camino de Aspadores; y los hay como Huerta de Capuchinos, que sale de plaza Juan Carlos I, atraviesa todo el
trayecto de la cardo renacentistas (Álamos, Llanillo y Tejuela) llega al barrio
del Camino de Charilla, y por el antiguo camino de esta aldea, camino entre
olivares que besan los pies de los tajos alcalaínos. A nuestras espaldas, un
bello paisaje con la fortaleza de la Mota y el pueblo asomaban por su cara
norte y por el antiguo camino de esta aldea camino entre olivares que besaban
los pies de los tajos alcalaínos.
Un rincón de turismo interior, un reclamo. Pero se
necesita cargar las pilas y el zumaque motiva a abrir nuevos campos como la
gastronomía, los productos típicos y la
oferta de servicios que necesitan un fuerte empuje y compromiso de la sociedad para que no nos
quedemos en el paso efímero del rojizo zumaque y lamentarnos con el negruzco verdor de todo el año. Brotes verdes
existen, como si recordaran aquellos dichos de que Por San Andrés, el mosto, vino es. O
el de Por San Andrés, el vino nuevo, añejo es. ... Una nueva
generación de personas apuestan por nuevos productos, que fueron
fundamentales en otros tiempos, como
Marcelino Serrano o Campoameno,
porque las últimas semanas de noviembre,
tras dos meses desde la vendimia y el
pisado de las uvas, el mosto, sometido a fermentación alcohólica en los
toneles o en las barricas, ha pasado de mosto a vino. El
zumaque, el vino, el aceite adelantado y de calidad abren nuevos tiempos..... se necesitan los mesones,
las tabernas y lugares gastronómicos típicos.
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