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martes, 17 de junio de 2025

EL ESCUDO DE ALBANELL GARCERÁN EN LA PUERTA DE ENTRADA A LA SACRISTÍA.

 

ALBANELL GARCERÁN




Nació en Barcelona, fue hijo de Jerónimo de Albanell caballero de Calatrava y de Isabel Girón de Rebolledo. Ejerció de alcalde de Tortosa. 

Fue llamado a la corte como preceptor del futuro FelipeIV  y, al enviudar,  se hizo sacerdote y  se mantuvo en la Corte hasta ser  nombrado arzobispo de Granada, pues nombrado abad de la ciudad de la Mota en Alcalá la Real, no ocupó la sede abacial durante los años 1617-1621.

Tomó posesión del arzobispado de Granada el 8 de febrero de 1621. Murió el 12 de mayo de 1626.





Cuartelado, acolada la cruz procesional de dos travesas. 1º, de oro, y un águila pasmada, en el flaco diestro bordura jaquelada dos de gules y uno de oro; 2º, de oro, y un ala de sable, bordura dentada; 3º, de gules, y tres peces, de oro, en un palo; 4º, de gules, y cuatro palos, de oro. Escusón de oro, y un muciélago, de sable, volando,

surmontado por dos cabezas y otra escachante, todas coronadas

En este escudo de Alcalá la Real, el águila, es un pelígano, y las cabezas son de musulmanes. 


lunes, 16 de junio de 2025

EL CALVARIO, LA VIÑUELA, LAS TORRES BERMEJAS Y EL BARRANCO DE MILLÁN.

 La parte oriental de la ciudad de Alcalá la Real se desarrolló tras la bajada de la población desde la ciudad fortificada de la Mota y us arrabales. Desde Llanillo y, dejando aparte la calle de Miguel de Utrilla, como linea divisoria, podemos distinguir los siguientes espacios urbanísticos:

CALVARIO

  Este barrio se desarrollo desde el final de la calle del Peso  Viejo, actual Santo Domingo hasta el cerro de los Llanos. Pero pronto quedó en el espacio desde la calle Corredera como línea divisoria. Su  Vía crucis,  que le dio el nombre  del barrio del Calvario o de las Cruces fue obra de unos devotos alcalaínos a mediados del siglo XVI  y se mantuvo hasta principios del siglo XX, que renovó todo su mobiliario y fue bendecido en la visita pastoral del primer quinquenio de nuestro siglo pasado. Estaba compuesto de catorce cruces (con su peana y basa marcadas por el número de la estación y su leyenda correspondiente) y por unas pequeñas ermitas, oratorios u hornacinas donde se albergaban en forma de cuadros, bajorrelieves o imágenes las distintas escenas de la Pasión. Afortunadamente, quedan varias cruces en la calle de la Subida a Fátima y restos de los oratorios de la Verónica y del Santo Sepulcro (que era la última estación); y , sobre todo, el oratorio del Señor del Ecce-Homo y la cruz de la Rosa, que nos hace imaginar como sería ese entorno paisajístico. Un cerro, con unas veredas que ascendían al paraje de los Llanos; y, de trecho en trecho cruz y oratorio, parada obligada y estacional; sin viviendas, entre flora de monte bajo, oliendo a tomillo y romero, y envuelto entre rezos de padrenuestros y meditaciones sobre la muerte de Jesús.

LA VIÑUELA 

Ocupaba el espacio por debajo de la Corredera en la actual zona de la calle Pintor ,  Espinosa y Rosa. 

En Alcalá la Real,  esta zona no figuraba con el nombre del Pintor hasta el siglo XVIII. Antes de un padrón de 1710, recibió varios nombres, porque hacía referencia a un barrio indeterminado entre el cerro del Calvario o del Vía Crucis (Las Cruces) y la zona denominada de La Viñuela. Actualmente, conserva su nombre y se accede a través de la callejuela del Pintor, y le debe su nombre al pintor Luis del Melgar, y a su hijo con mismo nombre y apellidos, que vivían en esta calle.  Los Melgar procedían de una saga, de orígenes, en algún caso oscuros, cuyo miembro principal fue el escribano Diego del Melgar y Quiteria del Campo. También, Bartolomé de Melgar fue beneficiado y capellán de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real; este culminó su carrera eclesiástica con la  capellanía de la Real Capilla de la ciudad de Granada, cuyo cargo fue muy relevante de aquella época. 
Sobre datos que confirman las calles y este espacio de la Viñuela, sirvan algunos datos.
ESPINOSA
Era una calle que existía con este nombre desde el siglo XVII y dentro de la Viñuela, como afirma María de Molina, esposa de Francisco Blasco en su testamento manifestando que vivía en esta calle de este barrio, por cierto muy devota de san Francisco y san Jose al que dedica una memoria de misas con sus bienes, y además muy devota de la iglesia, a la que costea el mejor manto  para la imagen de Nuestra Señora de Consolación y dinero para el altar. Esta  calle recibió el nombre del  maderero o carpintero Martín Espinosa, Siempre me recuerda un tiempo de mi niñez. No sé por qué extraña razón me comentaban unos comedores de la posguerra, que acogía a los hijos, vícti
mas de aquel conflicto.  Pero, me  vienen a la memoria unas imágenes singulares de mis primeros pasos por la vida, cuando acudíamos a las bodas de mis familiares y amigos de  mi entorno vecinal o familiar.  Poseo fotos, incluso, de los más llegados. Corretaaba pro aquellos salones y patio de la Casa Montañés, entre sillas y tablones de madera, mientras probábamos los primeros refrescos, y nuestros padres comían y bebían: los primeros  os biscutis de cerveza "El Alcazar", con unos platos de jamón,  y diversos embutidos, que eran  principiados con entremeses de patatas y aceitunas  fritas. Un bizcoyo o una tarta casera con milojas completaba el menú nupcial. 
Esta calle perdió el nombre del maderero, pero conservo  Espinosa. No hubo muchos vecinos, salvo en el siglo XVIII, que se prolongaba hasta la calle actualmente denominada del Pintor. 

LAS TORRES BERMEJAS

    Este barrio de las Torres Bermejas era frecuentado por las correrías y zalagardas de los musulmanes del Reino de Granada para dar un golpe que otro en las alquerías de la ciudad de la Mota; otras  veces bajaban los monfíes, esos bandoleros moriscos de las Alpujarras, que se llevaban todo lo que podían, encaramados en los escondrijos mientras recorrían los caminos y agazapados  entre espinos y , matorrales y escondidos por las cuevas de los Llanos para dar el golpe de mano en el momento más oportuno .  Antes de que, en el reinado de  los Reyes Católicos, estos  permitieran bajarse al llano a los vecinos de Alcalá la Real, se llamaba esta parte del pueblo la Selva de Madroñal, por estar cubierta de robles y de madroños. Más tarde, se llamó bario de las Torres Bermejas donde se levantaban estas atalayas  ( nombre que  se mantuvo durante muchos años). No es de extrañar el Corral del Concejo, la  Corredera y el Tiro de Barra aludan a un tiempo en el que se mantenían las prácticas caballerescas de un pasado de frontera.  Luego,  en el siglo XVI, se  abrieron las calles Zalamea, Pajarejos y Juan Jiménez que conservan la identidad y nombre de barrio. Sirva de ejemplo este dato del contrato notarila dante Blas Martínez de Cáceres en  1629  cuando Juan Gallego de Vitoria arrendaba a Juan García esposa de Pedro Martín de Castilla , una casa y señalba     que se encontraba en el brrio de las <>Torres Bermejas, en la calle Zalamea. 
En el Catastro de  la Ensenada, se encuentra.  Frente a la ciudad fortificada de la Mota, enla otra parte del valle, a los pies de Los Llanos.  Zalamea o Zalameda. Nos hemos encontrado las dos formas. Evolucionada y sin evolucionar. Lo que está claro  que la calle Zalamea, actual denominación, proviene del vecino del siglo XVI Alonso de Zalamea, que vivía por estos parajes semirurales y dispersos. No es cuestión de profundizar este topónimo, que recogió el ascendiente de Alonso, pues fue un repoblador,. Dicen que procede del árabe, "pacífica y saludablee". Pero aquí Zalamea ya es una realidad.
Calle pina y mirador de la ciudad fortificada, rememora su pasado entre solarines y fachadas blancas en medio de casas abandonadas. 
Comienza el cuaderno 24 de las respuestas individuales. 
JORNALEROS

La calle Juan Jiménez recibe el nombre de  este vecino de entre los siglos XVII y XVIII, porque en el siglo XVI se encuadraba con la manzana urbanística Torres Bermejas y, entre varios vecinos destacaba el merchante  Juan Jiménez en la  calle Juan de Álvaro. En 1725, aparece un Juan Jiménez en calle Espinosa, y Francisco Jiménez en esta calle de J Jiménez con otros miembros de la misma familia. Curiosa la anécdota que me comenta Eva Pulido, referida a su escarpado  y pino  lugar, "Paseé por la calle Juan Jiménez y me esgracié". Es una calle mirador de la ciudad por su parte alta y desemboca a la calle Utrilla. Calle sumamente jornalera, y estos eran sus 27 vecinos.
PAJAREJOS
Otra calle englobada en 1587 dentro de las Torres Bermejas. No se encuentra ningún apellido de vecino con este nombre hasta 1725. Probablemente existía nombre y apellido, y se le añadía su  pueblo de origen, Pajarejos, un pueblo segoviano que debió hacer emigrar muchas personas con la transhumancia en los tiempos de la repoblación del siglo XVI. Curiosamente, se perdió el apodo  gentilicio del personaje, y quedó como un fósil de nombre de calle. Y en verdad que lo es con pocos vecinos, antes del Catastro y en el propio  censo.
Estos son sus ocho vecinos :

EL BARRANCO MILLÁN
En tiempos de  peste , era la única salida para el movimiento de los labradores y trabajadores del campo, a través del barranco de Millán y las Torres Bermejas, al mismo tiempo que era la única vía de acceso en contacto con los enfermos, que debieron ser ocasionales.

EL TORO DEL RETABLO DE CONSOLACIÓN

 

EL TORO DEL RETABLO DE CONSOLACIÓN

 



    Era el final del siglo XVIII,  en concreto el año,1765, se estaba dorando el retablo del altar mayor del convento franciscano que presidía la imagen de la Virgen de Consolación. Mira por donde que se le regaló un toro para contribuir a los gastos de su ensamblaje, ebanistería, talla y dorado.Con ello se completaba la obra que había iniciado el retablista de Santafé Vidaure y se cubrían tantos anhelos de muchos devotos de aquel convento. Todo el mundo la consideraban una obra benéfica y bienchora. Pero lo que debió ser una obra buena, se complicó más de lo que esperaba. 

    Todos se encontraban expectantes, y raro era el día que no se asomaban a las dependencias del Toril para contemplar aquel regalo taurino. Comenzaron a adecentar la plaza portátil que se colocaba en los aledaños de la igledsia de Consolación. Pero, aquellas expctativas se echaron por tierra,  Pues el asunto llegó a la presencia del corregidor Pedro Moreno de Villena. Se citaron Francisco Linares y Alonso de Navas, vecinos del Castillo para resolver el asunto ante los tribunales de justicia. El corregidor no comprendía la trama del pleito. Navas ordenó a Francisco Linares que fuese a los montes de Valdepeñas a por un toro, pero no tocase los del padre fray Manuel de Navas. Y juraba y perjuraba, poniendo por testigos a Antonio Gutierrez José Galan de Navas sobre los prolegómenos del asunto.

    Luego, fueron al cortijo de Francisco de Cabrera , donde pastaba la manada de toros y vacas,  y el mayoral de Alonso Navas les preguntó donde estaba el toro . Le contestaron el mayoral y los guardas: 

- En el sitio de la fuente del agua.

    Inmediatamente, se llevó consigo un  atajo de vacas. Y siguieron el camino hasta llegar por entre encinas y fresnos al lugar de aquel manantial.  No se lo creían.  Al ver la escena, Antonio de Castro no dudó en indicar que encontraba  muerto al toro de modo que se generó una fuerte discusión entre los que indagaban por el toro franciscano.

- Puede ser que el toro murió repentinamente. Un infarto. Es muy frecuente cuando beben las atguas frías.- dijo el mayoral.

-No, hay tanto contraste entre el tiempo que hace y la temperatura de las aguas, yo se lo achaco a las huerbas veneosas que pastan , -dijo un resabiado guarda.

-Que no, que esto no tiene expolicación, cayó de bruces  y ni había comido hierbas ni había llegado a la fuente.    Coin la boca chica, se defendía Navas, diciendo que los toros se morían de hacerles correr tanto por los campos. Pero confiaba que el guarda  Castro debía tener cuidado que no le pasase nada al toro. Habían correteado muchaq veces a aquel animal de tal modo que lo había castigado en desmesura. Tal era la fatiga del toro del convento que este  murió.

El emisario del convento quedó convencidos de que este podía haber sido la causa de la muerte rependtina. Por eso, el convento pidio a Alonso de Navas a través de su abogado Merino 800 reales aludiendo que  sus mozos de Navas habían sido los causantes de aquel atropello. El corregidor exclclamó, tras emitir el fallo:

-Otro lingote de oro para los gastos del retablo. Y sin corrida. 

La gente veía cómo se llevaban los tablones de la plaza y abrían el toril. 

domingo, 15 de junio de 2025

SIEMPRE HUBO INDULTOS

 

SIEMPRE HUBO INDULTOS. 

Una  historia de perjuros

    Con motivo de  la reforma agrícola de  Carlos III, se repartieron muchas tierras de propios y realengo, para que pasaran a los colonos alcaláinos. El rey estaba esperanzado de que la nación prosperaría con los nuevos propietarios y campesinos; por otro lado, los nuevos labradores se afanaba en romper montes  por doquier quitando encinas y el monte bajo. Pero no  se quedaba  esta política en las buenas intenciones que promocionaba el espíritu real, sino que muchos aprovecharon cabezadas de fincas y sitios comunales para añadir a las nuevas tierras. Era un desastre total; no podían los ministros de la justicia parar aquel atropello ecológico a la naturaleza. 




    Por las sierras castilleras, se repartieron varias tierras a colonos de la villa y estos, como muchos otros,  se excedieron en sus propiedades dando lugar a que interviniera la justicia. Participaron de estos abusos muchas personas, pero cogieron con la mano en la masa a dos personas. El corregidor llamó por testigos al escribano Antonio Gutiérrez, escribano, y Ana Iñigo mujer de Emeterio de Paradyso. Pero el asunto se complicó, porque llevó ante el juez a Cristóbal de Abril, Pedro Aguayo Juan Carrillo, Cristóbal Marcelino Pérez, Francisco Javita Hidalgo, Manuel Pérez  el mayor y el menor fueron sobornados por aquellas personas  imputadas a las que les prometieron las primeras pagas de las rentas de sus fincas  y, al ponerse el escribano a redactar el auto,  desistieron de las dos  anteriores acusaciones y por haber recibido sobornos. No tuvo el juez más remedio que llevar a los sobornados a la cárcel. Pero mira que por donde que, mientras permanecían entre rejas,  un pregonero les  anunciaba que se celebraba una misa de rogativa  por el parto de la  Reina e iban a dar un indulto general. Todo quedó en agua de borrajas. 

 


sábado, 14 de junio de 2025

RELATOS DE ESCRIBANO DESDE EL MIRADOR DE LA VERÓNICA

 

HISTORIA DEL FRAILES SECULARIZADO FRANCISCO MERINO

 

         



Ante el escribano López Nieto, en 1775, ha llegado una escritura, huele a barco del Mediterráneo, está húmeda. La firma Francisco Merino. Busca entre sus papeles: en los libros de notarios no hay nada, en libros de Cámara Eclesiástica, tampoco; acude a las cofradías y tampoco, ni en las parroquias tampoco. No me queda   más remedio que ir a los conventos, y mira por donde en el Convento de la Venerable Orden Tercera encuentra a fray Francisco Merino. Pero, con una anotación al margen del Libro de entrada, se había secularizado del monasterio franciscano de Nuestra Señora de Consolación. Francisco se fue del convento y, en aquella sociedad hostil a todo lo que significa a la palabra dada, no se veían con buenos ojos que un cura se hiciera un seglar. Movió Troya con   Roma para que el papa le diera los papeles, viajó por muchos rincones de los reinos Reino de España. Quiso hacerse soldado, tampoco lo admitían.  No tuvo más remedio que en 1775 acudir a un poder ante el capitán coronel de la Milicias Urbanas de Mallorca, para que su hermano lo avalase y le concediera las propiedades que tuviera en Alcalá la Real.  Su hermano se compadeció de él, pues tenía detenida la secularización desde1572 el papa Clemente .Hizo  miles de gestiones para vender sus tierras. Pero, envió el dinero y no supo nunca el resultado de su gestión.

 


         El escribano sigue con los legajos referidos a los indultos reales, ojea que en mayo de de 1782, Salvador Sánchez causó la muerte de José Río de Aguayo, junto con otros consortes. Lo detuvo la justicia real y , con motivo del parto de la reina en 1784, lo perdona su padre Pedro de Aguayo, para sacarlo de la cárcel en 6 de febrero de 1784.

Encuentra este más curioso, porque en 14 de mayo de  1778 , y en la cortijada de Charilla, ante el escribano Antonio Calvo, Antonio López de Ávila,  José Gallego y Juan de la Calle  dice que crearon una música deshonesta  y atacaron la estima de  María de Arévalo. Los metieron en la cárcel. Acudieron a su hermano Francisco López de Ávila y Cortés, Juan Antonio de Velasco, Juan Cortés y Juan de Guelte Francisco Gallego para pagar la fianza ante el corregidor. Diego Felipe de Cifuentes. También acudió Juan Marañón que avaló a Juan Esteban de Córdoba.

Y lo que más le llamó la atención fue este caso de aborto de 26 de febrero de 1796.  Pues se presentó ante su escribanía Miguel Sánchez, vecino del Castillo, como tutor y padre de su hija de María Sánchez. En 1 de septiembre de 1589, se había querellado ante el corregidor contra Francisco Rosales y su mujer María Muñoz Lo acusaba del estupro que cometió Rosales con su hija, ya que había resultado embarazada y había procurado el aborto dándole varias bebidas. Estos huyeron al ser condenados; y no se encontró su paradero ni en Martos ni Alcaudete  ni en  otros pueblos donde se les mandaron edictos para que les prendieran y encarcelaran. Pasó un año y tampoco se encontraron ni embargaron sus bienes. Finalmente, Miguel Sánchez pidió audiencia y el corregidor don José de Oliveras y Carbonell les dijo que, para pedir perdón para Francisco Rosales y su mujer, que se les embargasen sus bienes por haber provocado un aborto.

El escribano miró la balda de los años noventa y en 1790, el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, se encontraba en la ciudad el Regimiento de Alcántara para forrajear en los campos alcalaínos; se produjo un altercado en el que hirieron a dos soldados: sus nombres eran Bartolomé Mesa y Francisco de la Torres; el causante fue  Francisco del Hoyo . Este fue apresado por el corregidor y lo metió en la cárcel. Y, como siempre, el desenlace final el mismo: Juan de Arévalo pagó la fianza carcelaria y lo soltaron.  Otro auto recogía que la ciudad se hallaba muy convulsa, pues en la misma cárcel se encontraba don José García Extremera, vecino del Castillo de Locubín por malversación de fondos contra los subinspectores de las Rentas Provinciales. Y como desenlace, el mismo: y pagó finaza, le avaló don  Julián San z  del Castillo,

viernes, 13 de junio de 2025

LAS TARASCA ALCALAÍNA

 


Me he paseado muchas veces por la calle Utrilla. Creíamos que se refería a un general del mismo apellido. Pero, acudiendo a los libros de actas de cabildo, pude remontarme mucho más allá del pasado siglo. El primero que vino a Alcalá fue un tal Miguel de Utrilla, un ganadero que provenía de tierras granadinas, tras haber hecho cierta hacienda entre las ciudades de Iznalloz y Guadix; pronto fue elegido jurado de la ciudad y, en torno a los años setenta, gozaba de un gran prestigio en la ciudad de la Mota. En concreto viene esto a cuento de que, ocupando una juraduría de la ciudad de Alcalá la Real, en 1584, introdujo una novedad en las famosas fiestas del Corpus de Alcalá la Real. La abadía estaba cansada de que, en los años pasados, las fiestas del Santísimo Sacramento y su Octava, siempre ofrecían los mismos actos protocolarios y de culto.  Pretendía hacer una innovación.  No podía imponer nuevas normas a las dos   solemnes procesiones, pues se le echaban encima las cofradías y los cabildos eclesiástico y civil. Además, se alcanzaban una gran brillantez y majestuosidad con aquella mascarada y el desfile de honor de oficiales del cabildo, regidores y jurados, corregidor, acompañando a la custodia junto con el conjunto de estandartes y cofradías de la ciudad encabezadas por Nuestra Señora de la Caridad y de la Antigua. Podía corregir algunos detalles del itinerario: podía salir por la puerta principal de la Iglesia Mayor, adentrarse por la Calancha  y salir por las Entrepuertas, luego, caminar por la puerta del Arrabal y  marchar por el barrio de Santo Domingo y , tras hacer una estación en la iglesia parroquial, subir calle Postigo arriba hasta entrar en la Plaza. Y este año, con dificultades, pues hacía varios años que se habían caído la muralla del Gabán y no ofrecía garantía alguna. Podría aumentar el número de las chirimías y trompetas, pues habían venido muy buenos hombres en el son de esta música con las tropas de alojamiento.  Podría cambiar y engrandecer las recitaciones y representaciones dramáticas en los escenarios y tablados de la Plaza Alta. Podría cambiar los autores de los autos sacramentales y las ropas de danzas de los diversos gremios de la ciudad  por otras danzas que provinieran de ciudades diferentes a las tradicionales del Corpus anterior de Granada o Jaén. 

         Pero Miguel de Utrilla no se lo pensó más, quiso dar una sorpresa a las tradicionales danzas y contrató a Francisco López Navarro, maestro danza por una cantidad de 30 ducados, en los que iban incluidos  los actos de música con vihuela, panderos y harpa. No se olvidó de los diablillos, e innovó con la Tarasca. A todo el mundo, salvo a algunos cosarios y mercaderes, les causó impacto aquella figura. Le preguntaban por doquier a lo largo de la procesión:










-Para eso empleaste el lienzo que habíamos comprado con motivo de la plaga de la langosta.

-Para eso, señor alcalde, para emplearlo en este personaje que encanta en Granada. Que hay que ahorrar.

- ¿Es originaria la tarasca de estas tierras?, le preguntó un capellán con bonete cubriendo su cabeza.

-No, su origen proviene de tierras francesas. Esta popular mujer que monta sobre este dragón alado, dicen que se está convirtiendo en uno de los momentos más esperados del año en muchas ciudades andaluzas. 
-y, ¿a cuento de qué viene este personaje? Le interrumpió otro capellán?
- Pues,  según cuentan loa cronistas  de la ciudad granadina,  su presencia  se remonta desde la propia época de los Reyes Católicos, por cierto ellos fueron  los que  decretaron que  la festividad del Corpus fuera la principal fiesta de Granada y  de mayor regocijo.

- Y ¿qué significa la Tarasca?

-Esta es una alegoría del triunfo del bien sobre el mal; su nombre proviene de la región francesa de Tarascón, donde se dio origen a la fiesta en el siglo XIV. Desde allí la tradición se extendió por muchas otras ciudades francesas y españolas, sobre todo en la parte del Mediterráneo.
-Pero, vaya al meollo del asunto, la historieta, eso que llaman su origen mítico- le espetó el escribano Gómez Muñoz.

-Uno dicen que la Tarasca proviene de una antigua leyenda de origen céltico. Pues “la Tarasca” era un monstruo, muy fiero, mitad serpiente mitad mujer, que engañaba a los hombres que cedían a sus encantos devorándolos o mutilándolos horriblemente.

-Qué miedo, - exclamó el monaguillo mientras aireaba el incensario.

-Bueno hay otra leyenda más cercana y fiable. Además, cristianizada, cuyo protagonista es Santa Marta.

- ¿Será la Tarasca la palabra francesa Tarasque, y éste del topónimo de esta localidad provenzana? –le interrumpió el calderero francés Juan Serrete que acompañaba el gremio de los herreros.

-Sí, sí de la Provenza, Francia, es esta criatura mitológica que habitaba Tarascón y tenía atemorizada a toda la población, porque talaba los campos y atemorizaba a todo bicho viviente. Era como un dragón con seis cortas patas parecidas a las de un oso, su torso similar al de un buey cubierto con un caparazón de tortuga a su espalda al mismo tiempo que estaba revestida con una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión.

- ¡Qué miedo! Clamaron los monaguillos al unísono,

-Pues, si os digo que su cabeza era la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión. En definitiva, un monstruo al que todos temían, incluso al propio Rey de Tarascón. Este hasta había llegado atacar a La Tarasca con todas sus filas y su arsenal, pero sin éxito.

-¡Y no iba a haber alguien que le hiciera frente?

 

- Cuentan que apareció Santa Marta, y encantó a la bestia con sus plegarias; pues un día apareció en la ciudad con la bestia domada y subida sobre ella. A las primeras horas de la noche los tarascones quedaron aterrorizados y atacaron a la criatura con tanto ímpetu que murió sin presentar combate. Nada menos que esta acción le valió a  Santa Marta  como recurso con el predicó un sermón a la gente y  convirtió a la  población del lugar al cristianismo.

-Bueno, entonces, ya sabemos lo del dragón, pero y ¿Santa Marta?

-Pues os lo comentaré en la Octava. Pues hemos llegado ya a la iglesia y debemos guardar silencio.

 

El día de la Octava, recorría la procesión el claustro de aquella bonita iglesia gótico mudéjar; se paró la Custodia ante el altar levantado en la capilla del Deán y le dijo su capellán:

- ¿Quién es esa mujer?

-Ah, ya se me había olvidado, nada menos que la representación de Santa Marta. Sobre el monstruo, ya os lo comenté, la imagen de la doncella Virgen cada año la visten de manera diferente en las fiestas de Granada. Y o me la he traído de allí divertimento de gremios, vecinos y aldeanos.

-Vivan los comisarios de fiestas. Gritaron unos chiquillos en las puertas de la iglesia Mayor y Miguel de Utrilla sacó unos maravedíes de su bolsillo. 

jueves, 12 de junio de 2025

RELATOS. CUENTOS Y LEYENDAS. LA AGUARDENTERÍA DE LA TEJUELA.

 

LA AGUARDENTERÍA DE LA TEJUELA

 

 

 

Ante el escribano Manuel Montes Lezcano, un  10 de diciembre de 1718  comparecieron varias personas, todas ellas reclamadas y citadas  por el alcalde mayor  Pedro Montemayor y Pizarro en su casa  solariega de la calle Real, que el ayuntamiento le había alquilado por ser un cargo oficial. Habían acontecidos reyertas entre pastores por cuestión de pastos, entre agricultores por motivos de aparcería y lindes, pero este litigio ante los mismos ojos del alcalde mayor y no enterarse  de nada se pasaba de castaño oscuro. Pues, a unos metros, un poco  más debajo de la aguardentería se había formado un altercado impresionante y nadie quería saber nada de nada. Caminaban un maestro herrador  y un campesino Tejuela abajo, y al revolver de una esquina se encontraron unas mujeres en tono pendenciero tirándose de su cabellera y lanzándose arañados,  y  estos dos vecinos se dijeron el uno al otro.

 

-Vámonos, hombre, ellas que lo armaron, lo desarmarán.

-Vámonos.

Juan de Frías se encerró en su casa y , tras pasar  unas horas, escuchó tras la reja, que  no era ruido de mujeres sino una pendencia entre otros dos vecinos suyos, Juan de Vílchez y el menor Pedro Cañete.

La aguardentera Mariana de la Peña acudió a la casa de Juan de Vílchez  Y contempló la escena. El marido medio muerto y tirado al suelo. Y escuchó que el agresor era un tal Cañete, que no lo vio, porque no tenía ánimo para ello. Juan Peñalver, vecino de tapia lindera, frontero,   salio al amanecer de su casas  y  no percibió nada, solamente, pudo manifestar que vio a un tal Cañete, el mozo, paseo arriba abajo  como si tuviera la mosca tras la oreja, ya muy tarde llegó a su casa quedó informado de la pendencia entre Cañete y Vílchez y de que su vecino se hallaba herido en la cama por una pedrada de Cañete. 

         Pero, a Cañete no le valió de nada el escabullirse  y salir del atolladero, sino que fue reclamado por la justicia para que se presentara.El alcalde mayor, habiendo percibido los mismos rumores que los otros vecinos, ni corto ni perezoso había convocado  en primer lugar al escribano Manuel Montes y a sus alguaciles mayores. Les ordenó que el primero escribiera que se abrieran  los autos  y, a continuación, a su equipo policial que trajeran presos a sus vecinos Pedro Cañete, que los  vecinos apodaban “El menor”, y a Juan de Vílchez.

El escribano, a instancias del alcalde mayor y abogado  Pedro  Montemayor y Pizarro, redactó que se había un producido un altercado muy grave  entre los dos vecinos, en forma de  disgusto y pendencia causándose  graves heridas a Juan de Vílchez por parte de Cañete, al que había que infligir un cruel castigo. Inmediatamente, les dio una orden de detención  para que comparecieran  como reos y, al mismo tiempo que, para esclarecer las circunstancias, convoca a varios testigos  que hubieran presenciado el caso. 

El alguacil Jacinto Retamosa, tras haber jurado que diría la verdad, fue el primer en manifestar el contenido de los acontecimientos, declarando que Cañete acudió  a la casa de Juan de Vílchez y le dio una pedrada, provocándole la caída; inmediatamente salió corriendo. Pero el mismo lo persiguió y pudo prenderlo, por eso lo tiene preso ante su autoridad. Se presentaron en casa de Juan de Vílchez, y lo encontraron acostado en la cama con la cabeza liada con unos  trapos blancos en forma de vendas.

Como el afectado era Juan de Vílchez, el alcalde mayor le  pidió que declarara ante la cruz  el  relato de los acontecimientos. Y así los hizo:

-“Yo le debía a Pedro Cañete  tres cabezas de obrada con su peón”.

-Es decir el importe de tres días de trabajo con su correspondiente mula,  lo que es frecuente en nuestros pagos donde se intercambian animales y trabajo en labor de aparcería-interrumpió el escribano.

-Déjeme, señoría, que se me va el hilo, pero hace unos días vino Cañete a mi casas y me pidió la mula a cuenta de  lo que le debía con el fin de que iba a arar las tierras del cura José Solís. Se la prestó,  tras la obrada, se la trajeron, al anochecer,  el cura y Cañete, destrozada y renqueando, jadeando  como si se fuera a morir. Se lo voy a decir más claro que el agua, me la trajo con el mismo efecto que si hubiera salido de un río, reventaíca.

-Déjese de epítetos, vaya al grano.

-Volvió de nuevo otro día y se la dejé con el fin de que le pagaría a cuenta de otra peonada. Y, esta mañana, mire su señoría por donde,  cuando acabé de dársela de nuevo, se dirige a mí con estas palabras: me dice el cura Solís que eres un hombre pícaro, ruin y embustero.

-Claro, y, en consecuencia,  empezó la trifulca.

-Pues claro que sí, cómo iba a  consentir yo aquello. Le dijo que no me lo creía, también que el cura no era un hombre, que yo  averiguaría todo esto. Y, alterado, hecho una hidra o un energúmeno,  porque no podía más,..le dije que no se llevaba la mula.

--De seguro que  entonces  cambiaron las cosas.

-Como lo sabe, cogió la mula para llevársela y yo tiraba de la mía para meterla en mi casa, `pero Cañete, se arrodilló  y agachó, cogió una piedra igena

-Que no, ígnea, volcánica,  me demuestra que es un cateto.

- … y me la tiró a la cabeza.      

-Pero mi mujer que presenciaba la  escena lo cogió del brazo y no pudo alcanzarme. De nuevo se soltó y cogió otra piedra  que me hirió en la frente. Caí desmayado, y entre nubes, acudió a mis gritos el síndico  alguacil que me preguntó si quería querellarme con quien me había herido, para que corriese con los cargos de mis heridas y daños.

-Y, usted,  Juan, usted, que me dice?

-Que no, que no me quiero querellar, que yo corro a cargo de mis curas,, medicinas y boticas, y me pongo en manos de cirujano para que cierre mi herida. Señor alcalde, primero es la salud; luego, ya veremos…

-Atente a tus razones y, pero debes mantener bajo mis órdenes, no  te excedas con alguien. Y, como no quieres querella, debes pagar todos los perjuicios que se te han ocasionado.

Llamó al cirujano y le reconoció. Lo primero que hizo fue quitarle los trapos y dirigiéndose al alcalde mayor, le diagnosticó:

-Ttiene varias heridas, una en la frente  y otra en la cabeza en el coronal . los trapos están llenos de sangre, para que conste en la diligencia.

-   Gracias, Ginés Terol,  cúrelo.

 Se puso a curarlo para emitir su parte médico  y así se los manifestó al alcalde mayor :

   - Pero , se lo voy a diagnosticar en e términos médicos “He curado a  Juan de Vílchez,  vecino de esta ciudad,  de una herida   contusa fracturando el cráneo en el  gueco coronal continuando con el criborio  otra herida que tiene  el susodicho en el coronal continuando en la comisura coronal y son peligrosas  por el sitio que ocupan  y por los accidentes que `puedan sobrevenir , que esto al verdad  a su saber y entender. Lo firmo , a mis cuarenta a requerimiento de su merced.

-                          -Gracias, Ginés.

 

Se tomaron una parada el escribano y  el juez. En el ínterin acudieron los testigos. Un tal Juan Márquez, maestro herrero,   le dijo al escribiente que todo fue al amanecer cuando los campesinos salían al campo,  y en la esquina de la aguardentería donde tomaban la  energía y el combustible para iniciar la tarea, escucharon varias mujeres alteradas, a las que trataron de ayudarle. Desistieron de su colaboración y auxilio  y no dieron más que estos escuetos datos, tan solo escucharon voces y gritería .  Juan Guerrero dio más detalles, porque muy ceremonioso manifestó que venía del Llanillo hacia la Tejuela cuando oyó grandes voces y se acercó al lugar de la pendencia y, en sus palabras lentas y parsimoniosas,  manifestó que los “quiso meter en paz”, pero no pudo, pues no lo respetaron. Y dio un nuevo dato, me insinuando que anteriormente Juan de Vílchez le lanzó otra pedrada a Cañete que le cayó a la espalada.  

No estaba muy conforme el alcalde mayor con las declaraciones del primero uy mandó al ministro de justicia que se trajera de nuevo a Cañete ante su presencia, al mismo tiempo que ordenó que se le embargaran los bienes de su casa. Y envió al síndico  con  varios ministros de justicia fueron a la  calle Pastores y recogieron  todo el mobiliario de esta persona , poca cosa , alguna ropa de cama,  un bufete de nogal , varias arcas,  objetos de cocina-olla, una caldera , una artesa,  cinco retazos de tela, otra caldera, un caldero, un perol, una aja de agua, dos pares de trébedes, un asador, dos candiles, una sillería  de enea, seis lienzos de pintura,… y  escasa vestimenta, si esta puede llamarse a dos calzones pequeños, un jubón de sempiterna con mangas de calimaco , una espada de caballo, , una escopeta de cartuchos , una capa de paño, manto de anascote, pollera , y algunos instrumentos del campo como a azada y el amocafre.

El síndico subió a un cuarto de la segunda planta  con las mujeres  y le preguntó qué había allí.

-No se lo puedo decir ni pienso abrirle, porque esta habitación pertenece a Juan Garrido.

-El labrador-le contestó el síndico.

-Sí mi señor.  Pero yo no le puedo abrir, y me niego a que lo haga.

-Bueno, alguacil, llama al cerrajero Antonio, que venga…

Acudió el cerrajero y encontraron muchos bienes muebles en su interior. Un serón  con cuatro fanegas de  harina,  20 fanegas de trigo,  una arroba de lino,  media fanega de palo herrada,  un arcón con vestimenta (  chamarra de paño fino y azul,  calzones con botones de plata,  capa de lamparilla,  mantilla , medias, capa de pelo , jubón de rato verde, una montera,  varias piezas de  cáñamo, sábanas,  camisas,  calzoncillos). Y el síndico le dijo:

-Llevad todo a las casas y depósito de Pedro Fernández.  Y que firmen los testigos que se los hemos dado y no lo puede devolver hasta que haya sentencia firme.  ,

         -Siempre, Cañete y su familia, con sus pillerías. Por eso se ve en estos enredos.