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sábado, 14 de junio de 2025

RELATOS DE ESCRIBANO DESDE EL MIRADOR DE LA VERÓNICA

 

HISTORIA DEL FRAILES SECULARIZADO FRANCISCO MERINO

 

         



Ante el escribano López Nieto, en 1775, ha llegado una escritura, huele a barco del Mediterráneo, está húmeda. La firma Francisco Merino. Busca entre sus papeles: en los libros de notarios no hay nada, en libros de Cámara Eclesiástica, tampoco; acude a las cofradías y tampoco, ni en las parroquias tampoco. No me queda   más remedio que ir a los conventos, y mira por donde en el Convento de la Venerable Orden Tercera encuentra a fray Francisco Merino. Pero, con una anotación al margen del Libro de entrada, se había secularizado del monasterio franciscano de Nuestra Señora de Consolación. Francisco se fue del convento y, en aquella sociedad hostil a todo lo que significa a la palabra dada, no se veían con buenos ojos que un cura se hiciera un seglar. Movió Troya con   Roma para que el papa le diera los papeles, viajó por muchos rincones de los reinos Reino de España. Quiso hacerse soldado, tampoco lo admitían.  No tuvo más remedio que en 1775 acudir a un poder ante el capitán coronel de la Milicias Urbanas de Mallorca, para que su hermano lo avalase y le concediera las propiedades que tuviera en Alcalá la Real.  Su hermano se compadeció de él, pues tenía detenida la secularización desde1572 el papa Clemente .Hizo  miles de gestiones para vender sus tierras. Pero, envió el dinero y no supo nunca el resultado de su gestión.

 


         El escribano sigue con los legajos referidos a los indultos reales, ojea que en mayo de de 1782, Salvador Sánchez causó la muerte de José Río de Aguayo, junto con otros consortes. Lo detuvo la justicia real y , con motivo del parto de la reina en 1784, lo perdona su padre Pedro de Aguayo, para sacarlo de la cárcel en 6 de febrero de 1784.

Encuentra este más curioso, porque en 14 de mayo de  1778 , y en la cortijada de Charilla, ante el escribano Antonio Calvo, Antonio López de Ávila,  José Gallego y Juan de la Calle  dice que crearon una música deshonesta  y atacaron la estima de  María de Arévalo. Los metieron en la cárcel. Acudieron a su hermano Francisco López de Ávila y Cortés, Juan Antonio de Velasco, Juan Cortés y Juan de Guelte Francisco Gallego para pagar la fianza ante el corregidor. Diego Felipe de Cifuentes. También acudió Juan Marañón que avaló a Juan Esteban de Córdoba.

Y lo que más le llamó la atención fue este caso de aborto de 26 de febrero de 1796.  Pues se presentó ante su escribanía Miguel Sánchez, vecino del Castillo, como tutor y padre de su hija de María Sánchez. En 1 de septiembre de 1589, se había querellado ante el corregidor contra Francisco Rosales y su mujer María Muñoz Lo acusaba del estupro que cometió Rosales con su hija, ya que había resultado embarazada y había procurado el aborto dándole varias bebidas. Estos huyeron al ser condenados; y no se encontró su paradero ni en Martos ni Alcaudete  ni en  otros pueblos donde se les mandaron edictos para que les prendieran y encarcelaran. Pasó un año y tampoco se encontraron ni embargaron sus bienes. Finalmente, Miguel Sánchez pidió audiencia y el corregidor don José de Oliveras y Carbonell les dijo que, para pedir perdón para Francisco Rosales y su mujer, que se les embargasen sus bienes por haber provocado un aborto.

El escribano miró la balda de los años noventa y en 1790, el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, se encontraba en la ciudad el Regimiento de Alcántara para forrajear en los campos alcalaínos; se produjo un altercado en el que hirieron a dos soldados: sus nombres eran Bartolomé Mesa y Francisco de la Torres; el causante fue  Francisco del Hoyo . Este fue apresado por el corregidor y lo metió en la cárcel. Y, como siempre, el desenlace final el mismo: Juan de Arévalo pagó la fianza carcelaria y lo soltaron.  Otro auto recogía que la ciudad se hallaba muy convulsa, pues en la misma cárcel se encontraba don José García Extremera, vecino del Castillo de Locubín por malversación de fondos contra los subinspectores de las Rentas Provinciales. Y como desenlace, el mismo: y pagó finaza, le avaló don  Julián San z  del Castillo,

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