EL ESTRUJÓN
Es frecuente que en el habla se encuentra acepciones de la
palabra que exprimen su significado original, ya sea desde el punto anímico
como material. Muchos hemos escuchado la frase “dale al niño un estrujón” con
un valor sentimental de amor. Parece como si en el primer sentido de la palabra
se reconociera que estrujón se identifica con un abrazo muy fuerte para
expresar esta relación con un ser de menor de edad. Sin embargo, ya el origen etimológico descarta
inmediatamente esta acepción. Pues estrujar proviene del vocablo del
latín vulgar extorculare, que se traduce por prensar. Y de ahí los significados
castellanos referidos al verbo estrujar
como apretar algo para sacarle el zumo,
apretar una cosa blanda de manera que se deforme o se arrugue,
apretar a alguien y comprimirlo tan fuerte y violentamente que se le llegue a lastimar y maltratar.
Y, muy en consonancia con la frase
primera abrazar muy fuerte y con mucho cariño,
como aparece en la frase anterior o esta
variant: Estrujó al niño entre sus brazos.
Incluso coloquialmente , coincide
con exprimir , es decir sacar todo el partido posible.Y, en
este sentido, en la provincia de Jaén, y más concretamente el término estrujón
significa la acción y efecto de estrujar.
Y, más concretamente, la vuelta dada con la briaga o soga de esparto al pie de la uva ya exprimida y reducida a orujo, echándole agua y apretándolo bien para sacar el aguapié.
Si nos centramos,
dentro de la provincia del Santo Reino, en la comarca de la Sierra Sur, nos
ilustra de esta palabra en la actividad vitivinícola. Y, como es lógico , en la
presencia abundante de estrujón en el
mundo del olivar, por eso del primer prensado de la aceituna.
Con la conquista cristiana, desaparecida la inestabilidad de la frontera
y la posible tala de campos y vides, la
expansión del viñedo es un hecho innegable hasta el siglo XX. Además, de
elemento esencial para la vida y de productor de riqueza, el vino
impregnaba todas las actividades de la
vida. Así lo recoge la poetisa
alcalaína María Pilar Contreras:
“Los capitanes que
mandaban y los nobles que siguieran, formaron la primera clase social, los
demás habitantes cultivaban el hermoso terreno virgen. A las márgenes de los
arroyuelos que brotaban al pie de las gigantescas rocas, levantabanse las
humildes casas de campo, hoy aldeas, hiciéronse plantaciones de extensos
viñedos, espesos bosques de álamos y frutales, dando rápido impulso a la
agricultura y a la ganadería”.
El paisaje
de viñas solía estar en las proximidades de las aldeas (
De
estos lagares, salían los mejores caldos. Y se clasificaban con distintos
nombres según las variantes de uva o el
de extracción tras pisado en el estanquillo del lagar y prenda. Se cuentan
entre los primeros : el vidueño o dulce,
realizado con garnacha o moscatel; el más frecuente torrontés o de color
amarillo, variedad española de uva blanca y muy transparente y que tiene grano,
pequeño y el mollejo muy delicado que se obtenía de viñas blancas y muy dulces;
el baladí que era una variedad de cepa
vinífera de Andalucía oriental, cuyo nombre procede de los árabes; mosto,, el añejo
y trasañejo. Según el modo de extracción se frecuentaba el de yema que se
sacaba de la mitad del tonel, el de aguapié, sacado del mosto final mezclado
con agua y el estrujón.
Se reservaban los vinos
torronteses para los acontecimientos
festivos y para la exportación y venta
en lugares lejanos de la Sierra Sur. El rey Felipe IV llegó a probar los vinos
alcalaínos; hidalgos, nobles, obispos y arzobispos se lo rifaban; en Granada y
en la ciudad de la Alhambra las tabernas se ufanaban de los caldos alcalaínos.
El vino
ocupaba, aparte de su función
alimenticia fundamental. uno de los ingredientes en tres actividades festivas: las mascaradas o fiestas de
víspera, los juegos de caña y toros y las mascaradas o gremios. Con motivo de la fiesta, se agasajaba con la
bebida a los hidalgos caballeros que acudían de otras localidades, mientras
participaban en juegos que consistían en simulaciones de luchas de caballeros
cuerpo a cuerpo o contra una alcancía, figura de trapo a la que trataba de
clavar alguna de sus armas.
Los gremios de las
clases populares y artesanales representaban ingenios, que no eran otra cosa
que pequeñas comedietas graciosas referentes a sus distintas especialidades, A
ellos se les convidaba a vino y así
ejercitaban con mayor agudeza todo tipo de excentricidades que no eran capaz de
hacerlo estando cuerdos.
Pero
siempre existían clases, el torrontés ocupaba el comercio entre los hidalgos y las
ciudades, y se reservaba el estrujón para las clases populares pues respondía a un vino con
sabor avinagrado, prácticamente este vino era un aguapié que se conseguía con la
vuelta dada en la bisagra o soga o de esparto al pie de uva y apretando bien. Eran conscientes de la
presencia del vino en la fiesta como esta canción de un morisco en las fiestas de
san Diego de Alcalá:
Mala
fiesta te dé Dios,
Y luego tan mal San Juan
Que te falte vino y pan
Y tengas catarro y tos.
Aquel vino de estrujón debía relacionarse
con todos los efectos efusivos de las personas
de modo que lo ligaran a las relaciones paterno familiares para
conseguir extraer el sentimiento amoroso a la hora de abrazar a un niño.
De este modo se extendió a otros miembros de
la familia o amistades de diferente edad para alcanzar un estadio de
demostración amorosa que se exhibía ante los demás. Sin embargo, no siempre el
estrujón derivó en estos ni se extendió con este sentido, sino que en frases
como Entre golpes y estrujones no pretendes perder mi corazón, adquiere un
sentido violento que recoge su valor
original y se refleja en muchas relaciones humanas y sociales. Pues vivimos
tiempos de abrazos, estrujones y besos. Pero hay que tener cuidado con la
acepción más certera. Pues para algunos. Pronto se cumplirá aquel dicho :”Tres
días hay en el año,/ que relucen como el sol, /la vendimia, la matanza,/ y el
día del estrujón./ Está por ver a quien le tocará este estrujón final, y si se
recibe con sentimiento anímico o violento.
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