EL TESORO CAPUCHINO
FRAY
FRANCISCO
Soy fray Francisco, vivo en Granada, me fui hace años de esta
tierra y me trasladé a un convento de la ciudad de la Alhambra, porque cerraron
hace muchos años el de esta ciudad. Allí conocí un compañero fraile que me dijo
que estuvo en Alcalá la Real.
Y contaba
a sus amigos frailes que existía un convento en Alcalá la Real, en una
huerta que llamaban de Capuchinos, cerca
del paseo de los Álamos, donde la ciudad
había cedido tierras y lugar para levantarlo y fundarlo.
Y, cuando
se reunían a comer. era objeto de su
conversación que el convento se componía de una iglesia, celdas o
dormitorios para los monjes, comedor, biblioteca, sala capitular..
-
Y, ¿qué es eso?
-
Donde se reúnen los frailes para repartirse
las tareas y tomar acuerdos de la
comunidad. Y además existían otras habitaciones de servicios como leñera,
enfermería, cocina, cámaras, claustro y lavandería.
Un día me dijo el
fraile mayor que siempre lo veía buscando algo
y yo le pregunté porque lo hacía.
-
-En el huerto del convento le había dicho otros frailes de un siglo
anterior que se escondía un tesoro.
Andaba mi amigo el fraile, por cierto llamado fray José,
siguiendo la pista de algunas señales que le dio su amigo y compañero. Y no lo
encontró.
Yo os invito a buscarlo a todos vosotros, amigos, pues me ha
dado algunas señas que debemos cumplir a rajatabla:
-Se
encuentra el tesoro capuchino en una cajita madera en forma de libro.
-Uff, qué interesante-exclamaron los niños alzando los brazos.
-Vamos,
niños, a la tarea, por la cajita de madera.
-Me dijo
el fraile que había dejado marcadas unas flechas con dirección hacia el tesoro.
-Pues, ya
tenemos una señal.
-Vanos a
seguir las flechas, amigos.
Y todo
siguieron al fray Francisco distinguiendo las flechas azules y contando los
pasos.
-El
primer sector acaba en un árbol redondo.
Vamos a por el árbol redondo- dijo fray Francisco.
Seguían
las flechas indicadas. Y encontraron en el árbol redondo, con un sobre que
contenía una carta
La abrieron
y decía, al leerla una niña:
-. Aquí
no está la cajita, pero te doy una señal, dale la vuelta al árbol y sigue las
flechas otra vez.
Ahora las flechas eran azules, con un
trayecto de caminata de unos cincuenta pasos. Llegaron los niños y el fraile a
la última flecha y encontraron otro árbol con una cajita llena de caramelos y
chupachups, las repartieron los niños. Pero no encontraron el tesoro.
Y en la cajita en el fondo había una nueva
señal, Que decía y leyó otra niña:
Llegaron
a unas escaleras. Al pie de un arbusto. Una carta contenía un sobre que decía;
-Muy cerca
está el tesoro. Sigue los círculos.
Y todos siguieron los círculos de color
naranja y, tras varios movimientos de
meandros y entrando en los parterres, llegaron a una planta y en el fondo
encontraron la cajita. Una chica muy
avistada topó con una primera cajita y
las abrió. Y en el fondo de la cajita, leyeron a viva voz:
-
EL TESORO SERÁ PARA UNO, Y EL RESTO PARA LOS DEMÁS.
- ¿Cómo
lo hacemos? -preguntó el coro infantil.
-Echamos
suertes. Vamos.
El fraile le pidió la cajita
los niños recogieron las bolas del
interior. Conforme iba sacando regalos, se los entregaba a cada niño, unas chucherías
de tiempos pasadas. y les dio el tesoro al premiado (un juego de investigar
nuevos tesoros de Huerta de Capuchinos con su catalejo, brújula, unas gafas
antiguas, monedas de oro y plata).
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