
Mira un auto
de 1773, y lee por encima que en el cortijo del Salado se produjo un altercado
entre Cristóbal de Contreras y Alejandro
Izquierdo . Este último recibió un batacazo con un palo que le abrió la cabeza.
Los alguaciles lo metieron en la cárcel,
pero lo avaló n Manuel Pérez el 26 de
abril 1573. Hojea un crimen acontecido en la noche de 29 de julio de los mismos
años, en Castillo de Locubín, donde se dio muerte a .Manuel Cantero por parte
de Francisco de los Santos Contrrears e intervino también Pedro José de Sevilla
y Vega, que estaba en la cárcel. Los salvó con la finanza en siete de agosto
Benito de Ocaña.
Se centra López Nieto en la parte
judicial y recoge este crimen familiar.
El crimen de
los del Sol. la España cainita.

El Rey Carlos IIII había promovido un indulto a todos
los presos salvo los que aparecían exceptuados en la cédula real. Este indulto real estuvo relacionado con un acontecimiento regio, ya que
había nacido una hija en las mejores circunstancias, en concreto Carlota
Joaquina, el 25 de abril de 1775, por cierto se casó con Juan VI de
Portugal.
Fernando del Sol, movido por el perdón y por el largo tiempo que los había mantenido entre rejas, permitió que
se llevaran a cabo la petición de indulto, al mismo tiempo que retiró todos los cargos con los reos. Además, añadía que, posterior a los hechos, seguían con una gran amistad entre ellos, y, por esta razón, dio lugar a que se relajaran las normas de respeto y se permitieran entre ellos la injuria
y la ofensa, lo que los llevó por la pasión a matar al hijo.
Con estas alegaciones, eximía a los culpables el padre del muerto para indultarlos.
Se
santiguó, entregó el documento del auto y así se lo dio a los hijos para acudir a la
justicia y los perdonaran por el parto
de la Princesa de Asturias.
Una historia de perjuros
Con motivo de la reforma agrícola de Carlos III, se repartieron muchas tierras
para que pasaran a los colonos. El rey estaba esperanzado de que la nación
prosperaría con los nuevos propietarios y campesinos, por otro lado, los nuevos
labradores se afanaba n en romper montes
quitando encinas y el monte bajo. Pero no se quedaba
esta política en las buenas intenciones que promocionaba el espíritu
real, sino que muchos aprovecharon cabezadas de fincas y sitios comunales para
añadir a las nuevas tierras. Era un desastre total; no podían los ministros de
la justicia parar aquel atropello ecológico a la naturaleza. Por las sierras
castilleras, se repartieron varias tierras a colonos de la villa y estos, como
muchos otros, se excedieron en sus
propiedades dando lugar a que interviniera la justicia. Destacaron muchas
personas, pero cogieron con la mano en la masa a dos personas. El corregidor
llamó por testigos a don Antonio
Gutiérrez, escribano, y Ana Iñigo mujer de Emeterio de Paradyso, fueron testigos. Pero el asunto se complicó,
porque llevó ante el juez a Cristóbal de Abril, Pedro Aguayo Juan Carrillo,
Cristóbal Marcelino Pérez, Francisco Javita Hidalgo, Manuel Pérez el mayor y el menor fueron sobornados por
aquellas personas que les prometieron las primeras pagas de las rentas de sus
fincas y, al ponerse el escribano a
redactar el auto, desistieron de las dos anteriores acusaciones y por haber recibido
sobornos. No tuvo el juez mas remedio que llevar a los sobornados a la
cárcel y permanecían entre rejas, cuando
el pregonero anunciaba que se celebraba
una misa de rogativa por el parto de
la Reina e iban a dar un indulto
general.
Topa co el libro
encuadernado de 1775 y lee en el índice
Francisco Merino. Y resume esta leyenda.
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