Dejamos
ya los altos Meteora,
El
Parnaso con sus Musas,y Tebas,
Pablo
se nos acerca e interpela
Con Sócrates, en medio de las sombras.
No se
oye ya el furor de las Termópilas,
Ni los
cantos de popes ni sirenas.
Nos anuncia ya la Esfinge; es Atenas
Con sus
bellos atlantes y cariótidas.
Y
estabas tú, con tu protectora clámide,
arrostrando
el peligro del puerto del Pireo;
tu
dulce mano dabas al navegante,
mientras
emprendía el periplo del Egeo.
Y
estabas tu, Señora, Patrona y Madre
Ancla de amor, salvífico asidero.
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