SANTA ANA
(I)
Santa Ana celebró el V Centenario de su Cofradía, hace unos años, al amparo de la Abuela de Jesús. Se hizo patente que fue una de las primeras cofradías de la ciudad de la Mota, tras las de la Nuestra Señora de la Antigua y la Santa Caridad. Esta última muy ligada a su territorio, donde se alberga su imagen con el nombre de la Coronada. Y, a pesar de contar con una rica historia, resulta difícil dar con la primera noticia para justificar la presencia de su nombre y de su ubicación por estos pagos.
Responde su fisonomía natural a las
huellas dejadas de mar de Tethys, aquel mar que anegaba todo el territorio
comprendido entre el Norte de África y el Sur de Europa con sus aguas someras,
y que, durante el Cretácico, hace más de 65 millones de años, cubría todas las
estas tierras. Y dejó, entre los montes de la Sierra Sur, un paraje singular
que define y genera toda su naturaleza: la agreste y la frondosa. Nos referimos
a los extensos Llanos, que por estas tierras se denominan de Santa Ana.
No es de extrañar que las canteras recuerden en su materia prima los arenales
de aquellos fondos marinos, ni que en sus superficies se propalen los fósiles,
reminiscencias de un piélago viviente entre peces, estrellas de mar y
cetáceos. Por eso, resulta curioso que el ministro Madoz, en 1850,
ya definiera este lugar aplanado, como la génesis esencial para este partido de
campo: El cerro de las Cruces tiene en su cúspide una explanada de cerca de 1/2
legua de diámetro, terminando en casi toda su circunferencia por cortaduras y
tajos; pero en dirección de Oeste a Este, forma un suave declive, en cuya parte
inferior está colocada la aldea. de que nos ocupamos, en situado agradable y
muy llana, pues por ella se prolonga dicha explanada, conocida con el nombre do
los Llanos. Edificado el pueblo sobre canteras de piedra, en terreno arenoso,
sus calles están sin empedrar, y son muy desiguales, con barrancos formados por
las corrientes de las aguas llovedizas; y como las casas tienen corrales en lo
general de mucha extensión, aparenta esta aldea, vista de lejos, ser una ciudad
crecida.
SANTA ANA (II)
Antes de que surgieran los primeros
núcleos de civilización por el partido de campo de Santa Ana, el hombre de
Neanderthal habitó estas tierras por el paraje del Llano Mazuelos, como zona
lacustre, dedicado a la caza y a la pesca y cubrió su entorno con una
importante industria lítica, repleta de bifaces, hachas, lascas, núcleos de
sílex …. Y, tras miles de años, este primer poblamiento fue una premonición de
una tierra, donde la huella de los íberos se hizo presente y hay testimonios de
que se han encontrado falcatas y objetos de cerámica por el entorno del
Cascante, Con el tiempo histórico, abundaron las villas y las alquerías que se
surtieron de las aguas del arroyo de la Fuente del Rey. Se
Este Llano de Mazuelos y su entorno se vistieron de suelo industrial, en el
siglo XXI, y, cambió sus agrestes campos, otrora dehesa de potros, y, hasta el
siglo XX, de sembradura de secano, en naves de emprendedores privados y de
colaboración pública. Y otras tierras de la Casería de Biedma,
fundación del abad Moya, convirtieron los suelos de piedras areniscas en
pequeños polígonos industriales, que ocupan a centenares de trabajadores del
plástico, construcción e industrias agropecuarias en las diversas fincas del
Chaparral y de la Fuente del Rey. En este lugar, las huertas se
repartieron entre los conquistadores y, sobre todo, entre los caballeros de
Alfonso XI, luego muchas de ellas se transformaron en tierras de memorias,
capellanías y fundaciones de la Iglesia, hasta que pasaron a manos de
hortelanos y pujareros con las desamortizaciones y ventas a los labradores. En
este entorno nacieron las primeras industrias desde la Edad Moderna, varios
molinos de harina, junto con los de la Lancha, la propia Santa Ana y Veinte
Novias, incluso uno aceitero por el Salobrar; y en los primeros años del siglo
XX, una industria de vinos y licores, que regentaron la familia de los Garnica,
donde destacó el anís del Cometa Halley. Se mantuvieron, progresaron y aumentaron
los molinos harineros, las almazaras y los talleres artesanos conforme
aumentaba la población, Nunca estas tierras abandonaron la ganadería que pastó
por los Llanos y encerraba a sus rebaños en los rediles, que luego se
transformaron en grandes tinados, cobertizos e, incluso, grandes naves hasta el
punto que por los años ochenta se creó la I Granja de Oveja del Sur, promovida
por la Diputación Provincial. Y los hubo en ganados grasos, laneros y caprinos,
e incluso, granjas avícolas y naves porcinas.
La
vivienda rural se transformó en muchos de estos rincones en segunda vivienda,
de ocio y de hortelanos de fin de semana. Nació un Club y una urbanización de
vivienda y recreo que sustituyó las pocas casas de vivienda de verano de
familias como los Núñez, Rosales, Escobar entre otros…y se imitó en el
Cascante, la Paloma, Ciego., Pasailla Baja. Y, atrajo hasta edificios religiosos,
desde el principio la ermita de la Virgen Coronada, y a finales del siglo XX,
el convento de las monjas trinitarias.
Las torres de la Boca de Charilla, Cascante y de La Moraleja se convirtieron en
almenaras, que brillaron en las negras noches alcalaínas con el resplandor de
las nuevas energías a la manera de aquellas atalayas que marcaban los caminos
de los transeúntes y viajeros que acudían a las tierras granadinas por los
caminos de Guadix, Colomera o de Granada, que atraviesan todos estos parajes.
Ahora, el ocio y el deporte se alumbra con su luz nocturna por el camino del
carril bici; y nuevos enlaces recortan las distancias entre las carreteras
nacionales y provinciales. Comentan que la Virgen Coronada las
vistió de góticas las del Cascante y Moraleja y dejó su forma cilíndrica a la
de la Boca de Charilla. Por eso, les puso una base troncocónica, cuerpo de
planta circular, y de las mayores dimensiones con respecto a otras del entorno;
el perímetro llega a alcanzar en los Moraleja más de 25 metros y unos pocos
metros menos la del Cascante, el vano de entrada y acceso a una habitación
situada en la parte superior obligaba a una escalera artificial y efímera para
evitar los ataques imprevistos. Se corona con un cuerpo superior de azotea,
sobre una orla o guirnalda apoyada en canecillos que se muestran en forma de
balcón, y e aparecen en la de Cascante. Sin embargo, la de la torre de la Bica
de Charilla, llamada también de Santa Ana y del Norte, de planta circular no se
apoya en la base troncocónica y se ha reutilizado horadando su interior como
casilla de campo para guardar aperos. También, pudo ser refugio cercano de los
soldados del nido de ametralladoras en la trinchera de su entorno en la Guerra
Civil. Todas estas torres formaban parte de una red que comunicaba a los
labradores de estas tierras expuestas a peligros e invasiones
continuas. Como centro fundamental, desde estas torres se disparaban los
mensajes de fuegos variopintos a la fortaleza de la Mota, pero no perdían las
emisiones entre ellas, la Dehesilla de los Caballos. Charilla, Puerto, las
Mimbres y la del Puerto. Ahora, estas torres controlan un tráfico fluido de las
nuevas rotondas que guiñan con su dibujo la silueta de las
torres.
SANTA ANA (III) EN IDEAL ALCALÁ LA REAL
De una ermita a una
aldea. De una aldea a la concentración urbana más extensa y populosa del
municipio alcalaíno. De un asentamiento en torno a un camino de propios a un
núcleo distribuidor de los pueblos de la zona norte de la ciudad de la Mota y
de los Montes Orientales de Granada. Nuevas rotondas permiten el paso hacia
tierras del sur jiennense y norte granadino en dirección hacia Noalejo e
Iznalloz, hacia el municipio de Frailes y las Riberas, hacia la ciudad de la
Mota y hacia las Riberas y Mures. Se plantean como plataformas que servirán
para conectar sus dos zonas industriales, el Chaparral y el Llano de Mazuelos.
Y Santa Ana no puede concebirse sin su iglesia declarada parroquial hace un
siglo. Una iglesia romera que atraía en el mes de la cosecha agosteña a los
alcalaínos para honrar a su patrona, y que se erigió en un emplazamiento
apropiado, donde la alameda de su entorno y la plaza constituían un espacio
entre rural y urbano. El primero fue testigo para parada de caballerizas, y el
segundo para constituirse en un sitio amplio de concentración urbana. Destaca
la fachada de la iglesia, ejemplo de manierismo renacentista y de los famosos
maestros de obras de la Abadía, coronada por la espadaña y envuelta entre arcos
de ocultos corredores que alojaban a los romeros y sus caballerías. Ningún
visitante puede pasar de realizar la visita de su interior , contemplando
dentro de la planta abacial de salón, un patrimonio singular de la comarca
alcalaína: desde el retablo de Nuestra Señora de las Angustias atribuido a los
Raxis hasta el grandioso y excelente cuadro de la Coronación de la Virgen, una
obra de la escuela granadina del siglo XVI y del entorno del pintor Bocanegra
sin olvidar el cuadro de la Inmaculada atribuido a Alonso Cano; tampoco puede
quedar desapercibido el testero o presbiterio de este templo con la
imagen de la Abuela, recuerdo de la anterior imagen gótica, y la nueva peana
del Árbol de Jesé. Ni los enseres de su patrimonio parroquial como el manto
renacentista al estilo del padre de Juan Martínez Montañés. La plaza, junto a
la iglesia de Santa Ana, es espacio urbano distribuidor de un conglomerado de
calles que se enredan en callejones, calles radiales y reminiscencias de
antiguos paso de terrenos de propios, donde se asentaron las viviendas de teja,
los chozones de retama y algunas casas de rentistas y pujareros:
Actualmente, las antiguas dimensiones de sus fondos
residenciales usurparon los corralones pecuarios y se convirtieron
en unas viviendas de mayor habitualidad y fueron reformadas con
nuevas fachadas y balconadas que sustituyeron a las de
dos cuerpos con pocos vanos, muy frecuentes en los siglos de la Edad
Moderna. Sobresalen varias calles que conectan con la carretera de
Frailes: la primera, más meridional, recuerda los albores
del siglo XX y adquirió auge con la instalación de la escuela pública;
la segunda, que dividió la antigua alameda, transformada
en vial urbano, y hecha una realidad de residencias humanas,
data a finales del siglo XX, conecta directamente el
parque del Comendador con la plaza, el
antiguo lavadero y la fuente del siglo XVI; y la calle de Nuestra
Abuela, en tercer lugar, amplió el núcleo original hasta las Eras Alta y dio
salida hacia los molinos de Huéscar y las Riberas. En torno a la plaza, se
levantaban el local del cine, las tiendas, la escuela (recuerdo, entre otros
maestros, a don Luís Gómez Feijjóo), la expendeduría de tabaco, las casas
nobles (algunas recuerdan su diseño modernista de principios del siglo XX y se
remontan a sus predecesores hidalgos, los dos que los hubo en la aldea allá por
el siglo XVIII).En otras direcciones, Santa Ana creció en terreno
urbano: por las Eras Altas se prolongó aquella primer
núcleo, por medio de las casas de dos cuerpos, y
corralones; hacia la calle Perchel , como si quisiera beber de los
huertos y convertirse en viacrucis semanasantero; y, hacia la
carretera de Frailes en dirección hacia el Humilladero, donde hubo un Calvario, y
, salvando una cantera que se mantuvo hasta mediados del siglo XX, alcanzó las
huertas de la Fuente Rey y Pasailla
con las Casas Nuevas que conformaron una
unidad urbana que albergó a las familias obreras y engrandecieron su entorno
con nuevas urbanizaciones. Reminiscencia de tiempos pasados, son las casas que
forman discontinuamente la carretera de Frailes, donde, como lugar de tránsito,
se abren locales de servicios (farmacia, bares, tiendas de supermercado…). Y
este entramado urbano se entretejió con callejones que desembocaban hacia
arterias y albergaron unas gentes inquietas y laboriosas. Los hay agricultores
que supieron aumentar sus haciendas como los beneficiados de las tierras de la
casería de Viedma, hortelanos que regaron sus hortalizas de la Fuente del Rey,
la Pasailla y la Lastra, molineros que mantienen un pan que surtía las
viviendas alcalaínas en siglos pasados, emprendedores que trabajan la madera,
la albañilería, y ofrecen sus servicios como los de restauración. Se consideran
obras patentes y evidente muestra del progreso de la actual Santa Ana su centro
escolar dentro del Colegio Público Sierra Sur, su consultorio médico, sus
asociaciones de mujeres, sociales, deportivas, de deportes, de vecinos y de
AMPAS entre otras, cofradías como la de la patrona La Abuela y Virgen de la
Cabeza. Y es que Santa Ana casi extiende su abrazo a la ciudad de la Mota
por la Fuente del Rey (en torno a la Coronada y los Llanos) y une sus manos por
el Portichuelo. No puede extrañar que estas dos unidades poblacionales de Santa
Ana de Alcalá la Real alcancen estos datos demográficos, que el INE recoge en
2023 1082 habitantes Casi vuelven a los tiempos de la mitad del
siglo XX antes de la diáspora.
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