LA
Mitología es una materia que se ha puesto de moda. La demandan los  turistas cuando tratan de visitar un museo o
una exposición  de arte. La solicitan los
artistas, cuando quieren interpretar sentimientos eternos en sus obras. . Y, es
el manual del poeta, del novelista y del 
lector que se acerca a muchas producciones  literarias. La razón estriba en que la
mitología es la historia que trata sobre la vida y hazañas de los semidioses y
héroes de la Antigüedad, especialmente en nuestra civilización europea, la  grecorromana, fundamento de la cultura
actual. Pero, no nos vamos a remontar al origen de muchos mitos o leyendas ni a
los pueblos que más propagaron estas fábulas, 
sino que nuestro interés radica en 
la base que sustentó el relato de una acción verdadera  y fue transformada  y animada mediante las circunstancias  extraordinarias que le rodean. En este
sentido, el sentimiento del amor, tan común a las personas y a las culturas, se
ha revestido  miles de  interpretaciones. Pero,  el mito lo ha elevado  a lo sublime, partiendo de seres fantásticos,
en lugares olímpicos y  con
sentimientos  profundos.
                                               VENUS
            En  la mitología, 
VENUS para los latinos y Afrodita para los Griegos   es, por excelencia, la diosa del amor, y
ligado a lo anterior, la diosa de la belleza. 
Por eso, los antiguos escritores describieron sus orígenes en medio de
las espumas  del mar y provista de todos
los encantos, cuando fue recogida , en la isla Citerea por las Horas, otras
divinidades. Y  el amor hecho diosa, fue
montada en el mejor carro para ser transportada al Olimpo; como cortejo,
estaban las Risas, las Gracias y los Juegos y se colocó un bello  ceñidor 
para atraer  a los dioses. Estos
quedaron encandilados al llegar a la mansión divina, todos la pretendían y la
querían por esposa. suya       
            Y,
esta diosa pronto fue de las que más culto recibió en  altares 
y templos. Los hubo en Palos, Amatonte e Idalia de la Chipre, en Gnido,
Citerea y en el monte Erix de Sicilia. 
Se presentaba ante los devotos en esculturas sedentes sobre el carro
arrastrado por palomos, cisnes y pájaros, con corona de rosas y mirto
circundando sus blondos cabellos. . Como 
la cantaba  el poeta  latino Horacio (65-8 a C.).
                        Oh
Venus, reina de Gnido y Pafos, 
abandona tu Chipre tan
querida
y acude  a la adornada estancia
 de Glicera, la que te invoca
 con numeroso incienso. 
Venga contigo el Niño
ardiente
 y las Gracias de talles desceñidos; 
vengan las Ninfas y la
Juventud 
que sin ti nadie atrae, 
venga Mercurio.
 Pero, como el amor era un sentimiento profundo
e intachable,  no podía ser manchado, sus
altares  jamás recibían sacrificios de
animales que mancharan el ara . Tan sólo el incienso y los perfumes contentaban
a la diosa. De ahí que el poeta Tibulo exclame, cuando ya vaticina su muerte
repleto de amor, este hermoso paraje 
rodeado de Venus:
Y a mí, por ser obediente,
siempre el dulce Amor, 
La propia Venus me llevará a
los Campos Elisios,.
Aquí las danzas y los cantos
prosperan, revoleteando sin cesar, 
Trinan dulce melodía de su
gorja clara las aves;
Produce canela la campiña
sin necesitar cultivo, y por doquier
Florece la tierra con rosas
perfumadas,
Y grupos de jóvenes,
confundidos con muchachas delicadas,
Juegan, y con frecuencia
mezcla combates el Amor.
Allí está todo aquel a
quien, enamorado, sorprende la muerte rapaz
Y lleva guirnaldas de mirto
en su cabellera maravillosa.
.
                                               CUPIDO
            Esta
diosa, según hemos visto en el poema de Horacio,  tuvo un hijo. Recibió el nombre de EROS en la
lengua  griega y Cupido  en la latina. Este “eros” que algunos
psicoanalistas modernos  han  extendido como uno de los impulsos vitales
del hombre. Ese dios seductor y engañoso, que perfila unos nuevos rasgos del
sentimiento amoroso. De ahí que Júpiter pronto tratara de  hacerlo desaparecer del mundo previendo y
temiendo los daños que pudiera ocasionar a los mortales. Pero, Venus no quería
deshacerse de su hijo. Lo ocultó en la parte más densa de los bosques y allí
fue amamantado por los leones y los tigres. Cuando estaba ya robusto, Cupido se
labró un arco de fresno y con madera de ciprés hizo las flechas. Primero, se
adiestró en este arte  con los animales,
luego sus flechas comenzaron a traspasar los corazones de los hombres. Y, la
cadena y el símbolo se han perpetuado hasta la actualidad. ¿A quien no le han
regalado un niño, provisto de alas, con los ojos y vendados portando sus
flechas y el  carcaj? No son sino
las  manifestaciones de la pasión  amorosa 
que provoca, por cierto, en la Antigüedad no duradera como simbolizan
las  alas y,  ciega, de tal modo que con los ojos
vendados  se expresa que el amante no ve
las faltas  y defectos de su objeto
amoroso. Pero sin olvidar el Niño Cupido. ¡Qué canto más certero  ele que realizó el poeta Propercio dirigido a
su amante Cintia!
Quienquiera que fue aquel
que pintó el Amor niño,
¿no crees que tuvo manos admirables? Fue el
primero
que vio que los amantes viven sin sentido
común,
y que por mezquinos cuidados perecen  grandes bienes
Y el mismo le añadió, y no en vano, alas
ligeras, 
E hizo que el dios volara en el humano
corazón,
Puesto que somos arrojados a un mar cambiante
Y nuestra brisa nunca permanece en el mismo
lugar.
Con razón está armada su mano de saetas con
garfio,
Y una aljaba de Cnosos cuelga de sus hombros:
Pues hiere incluso cuando creemos esta r a
salvo
Del enemigo, y nadie escapa sano de su herida.
Es curioso que el AMOR  en la cultura grecorromana se represente con
un aspecto dualista. Pues, mientras Afordita/Venus  acude al Olimpo acompañada de las Gracias,
símbolo de  las acciones buenas que
reparte: la amabilidad, la jovialidad, el humor benigno  la liberalidad, la sabiduría. Por el
contrario Cupido no disfruta de esta virtudes sino que se queda en lo efímero
del amor, juguetón con el aro,  las
mariposas  o  los ninfas; travieso en sus posturas
manieristas  y conquistador con un casco
en la cabeza, pica al hombro y brazo armado con el escudo.
            Por  eso, es comprensible que las  narraciones mitológicas de amor  deriven 
unas veces en acciones bélicas como 
la Guerra de Troya por el Juicio de Paris y el rapto de  Helena, donde Venus  juega un papel fundamental  dirigiendo los hilos de sus protegidos los
troyanos  frente a Juno, la protectora de
los pueblos helénicos. U,  otras veces en
belals narraciones de amor, que al final, quedan envueltas en  la 
amargura de la tragedia como la fábula 
de Píramo y Tisbe, o , las de la propia Venus con Adonis.
Veamos.
FÁBULA DE ADONIS Y VENUS
Venus se había visto obligado a casarse  con el dios Vulcano, porque Júpiter le
concedió este honor gracias a que había inventado el rayo  mediante el cual había sido posible matar los
Gigantes. Sin embargo, Venus desdeñaba los amores de este dios,  concebido como un herrero cojo y sucio,
y  lo evadía atraída por los  halagos de los cortesanos que la pretendían.
Entre ellos sobresalió Adonis, hijo del dios Myrra, dios de los borrachos y de
los guerreros. Adonis- de ahí viene la expresión “eres un adonis”- era un joven
doncel, nacido en Arabia, y un cazador empedernido. Venus no quería que se
dedicara  tan intensa y osadamente a  esta afición . Y esto le aconteció. Un día,
cazando en los montes de Líbano, 
enardecido por la pasión cinegética, se olvidó de los consejos de la
diosa, porque , al herir  un jabalí,
este  lo derribó  e hizo pedazos a Adonis. La diosa acudió en
socorro del amante, pero ya era tarde: había expirado., Entonces, regó su
sangre con néctar y la convirtió en la flor de la anémona ( A este tipo de  mitos que se transforman en elementos
naturales llamamos metamorfosis). Pero, Venus no podía soportar la pérdida de
Adonis y suplicó a Júpiter  que le fuera
devuelto su amor. No se lo pudo conceder la ley del destino, sino que, tan
sólo, le permitieron que  Adonis pudiera
pasar seis meses en la tierra y otros seis meses en el infierno. 
            
LOS MITOS  DE AMOR SE PLASMAN EN LAS MANIFESTACIONES
CULTURALES
Curiosamente, esta fábula
dio lugar a una fiesta  llamada Adonia,
que consistían en que los primeros cuatro días se celebraban ceremonias
fúnebres y los siguientes cuatro días se hacían desbordantes regocijos para
conmemorar la muerte y apoteosis del amante de Venus.       
            Pero,
no sólo el amor ha impregnado el mito o la leyenda oral , sino que ha dado
lugar y origen  a  muchos aspectos de la cultura  humana. las fiestas, la religión, el
matrimonio, el arte, la salud, .....
El amor llegó a la escultura
como la Venus de Gnido, o  a la
literatura como topos o lugar común de muchas obras. Lo mismo que “carpe diem”,
“collige rosas” “beatus ille” Concretamente, sublimado en  la de 
Psique y Eros, elevado a la categoría de la épica en los amores de
Dido  y Eneas o Helena y Paris . Y, no ha
habido género que más se acerque al amor que la poesía. Los griegos lo hicieron
dentro de la poesía lírica, sobre todo, con el epigrama, poesía corta de tema
amoroso. Los romanos crearon un género amoroso, la poesía elegíaca.  Esta no fue 
la poesía de la muerte, sino la poesía al son de la flauta,  que era 
el nombre griego (elegjos) del instrumento que dio lugar a este
subgénero. Destacaron célebres poetas como Catulo, Ovidio, Tibulo y Propercio.
Todos ellos recrearon el amor  en una
amante ficticia con nombre griego: Lesbia, Clodia, Hostia o Corina. Sublimaron
el amor, lo envolvieron en el mito, lo acariciaron en la  poesía pastoril y  lo revivieron en las grandes obras
dramáticas. Unas veces, en forma de Comedia. el amor de enredo; otras en el
sufrimiento trágico como Fedra del cordobés 
Séneca :Sirva de ejemplo de  Fedra
en esta confesión del amor impío:
FEDRA. El dueño del
implacable reino y de la Éstige silenciosa
Ningún camino de vuelta
abrió hacia los mundos abandonados .
¿Permitirá regresar él al
ladrón de su propio tálamo?
A no ser que Plutón  también sea capaz de disculpar el amor.
HIPOLITO. A él, sin duda,
los dioses le concederán justo regreso
Mas mientras mantenga
nuestros deseos en vilo el dios,
Trataré con la debida piedad
a mis hermanos queridos
Y haré lo posible porque tú
no te sientas viuda;
Yo mismo ocuparé para ir el
lugar de mi padre.
FEDRA ¡Ay, crédula esperanza
de los amantes!¡Ay,Amor taimado!
.
            He aquí algunas muestras del canto romano al amor. El
poeta epicúreo del siglo I a. Cristo, Quinto Lucrecio Caro  así definía el amor en De Rerum Natura 
Y ello porque no es puro
placer,
Porque secretos aguijones
los impulsan 
A herir al ser amado, a
destruir
La causa de su dolorosa
pasión.
Y es que el amor espera
siempre
Que el mismo objeto que
encendió la llama
Que lo devora, sea capaz de
sofocar.
Pero no es así. No. Cuanto
más poseemos,
            Más
arde nuestro pecho y más se consume.
Pero, si hay un poeta que
más haya  inspirado la poesía amorosa
universal, de seguro que ha sido Catulo (87-54 a. ). Canta, como muchos poetas
de hoy, parece un contemporáneo más, recorre todos los trances del amor, desde
su nacimiento hasta su ruptura, desde el derredor de su amante hasta los
sentimientos más profundos. Fruto de ello, son estos versos de  parte 
de sus Carmina.  esta poesía
decidida a su Lesbia, un amor que no llegó a comprenderlo:
            Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
Y las murmuraciones de los
viejos severos
Pensemos que no valen un
ardite.
El sol puede morir y
renacer;
Nosotros, cuando muera esta
breve luz,
Tendremos que dormir una
noche perpetua....
O esta definición de un amor
no correspondido, la más certera y con menos versos de la poesía amorosa. Odi
et amo. Que en castellano quedaría:
Odio y amo. Tal vez
preguntes cómo puedo hacerlo.
No lo sé, pero  lo siento así y me torturo
            Un
amor que no   puede soportar la
infidelidad ante  el brindis del amor
leal del poeta:
Ninguna mujer puede decir que ha sido amada
Tan de veras como tu, Lesbia Mía, lo eres para
mí,
Ni hubo jamás lealtad tanta en un tratado
Cuanta 
en tu amor se encuentra por mi parte.
Y, una manifestación de amor
que alcanzó  hasta  los goliardos, poetas populares que escribía
en lengua romance  y latina sus cantos.
Formaron un movimiento cultural y social europeo cuyos promotores fueron
los  clérigos y estudiantes de la  Europa del 
siglo X que vivían una vida independiente, indisciplinada y aventurera.
Hoy día se han recuperado algunos de ellos, forman parte de la composición de
Carmina Burana de Karl Off o están casi inéditos   estos preciosos versos del monasterio de Ripoll
(Gerona)
Dulce amiga mía, tu belleza
supera a las muchachas.
Así como la luna a las
estrellas, dulce amiga mía.
Dulce amiga mía, estoy
atormentado por tanto amor.
Dulce amiga mía, moriré de
dolor, créeme,
Si tu no me das la vida,
dulce amiga mía
Texto original: Dulcis amica mei, superat
tua forma puellas,
Luna velut stellas, Dulcis amica mei,
Dulcis amica mei, nimis fervoribus angor,
Dulcis amica mei, moriar, mih crede, dolore
Ni mihi des vitam, Dulcis amica mei 
:
 
F.Martín.

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