

vendimiadores nativos,
decidme en el alma: ¿de quién,
de quien son los buenos vinos?
No los levantó la Mota,
ni el mercado, ni el señor,
sino el arrañal callado,
laborado con primor.
Sin el agua limpia y pura
y de las liebres perseguidos,
resurgieron donosura
con sarmientos retorcidos.
Enrédate, viña verdosa,
y protégelo del viento
al racimo generoso
de uvas
negras completo.
Charilleros de Jaén,
vendimiadores creativos,
decidme en el alma: ¿quién
quién laboreó buenos vinos?
Vuestras manos, vuestros días,
no la del burdo roedor
que se comió la vendimia
antes de dar producción.

No aquella furtiva liebre
que no dejó la vid enhiesta ,
y pisoteó la cepa,
dejándole sin uvas y seca.
Pámpanos que trabajasteis
muchas horas del día,
los pájaros
y estorninos
de
noche se los comían.

cultivo de pujareros,
soñando a la media luna,
pasaron sobre vuestros sesos!
Aldeanos de Jaén,
vendimiadores divinos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son los buenos vinos?
Alcalá, altiva y brava
sobre tus piedras seculares,
no vayas a ser vasalla
con tus viñedos ejemplares.
Dentro de la variedad
antaño el torrontés,
demuestra
su dignidad
HOY,
de nombre terreno es.
Y si
se quieren de altura
Campoameno
y Marcelino
Extrajeron
con finura,
Otros caldos
distinguidos.
Sin
olvidar a mis patrones
Que siempre
son generosos
Cristóbal
y su fratre Eusebio,
Con sus
vinos espumosos.
Como amigos no se olvidan
De invitarnos
a la vendimia,
Y nos
desean muchos años,
De probar
sus uvas ricas.
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