lunes, 27 de marzo de 2017

LA RÁBITA EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII

SIGLO XVII

            Se va forjando la unidad territorial de  campo de la Rábita, en torno a la ermita. Hay un dato esencial  referido al clero. Por un pleito en el año 1624  para el pago de la sisa, se encontraban uno cuarenta y uno curatos, dependientes de la abadía, que administraban todas las capellanías, memorias y oficios, a los que había que añadir los treinta frailes y diez capuchinos y veinte monjas.  Un grupo especial de ellos eran los que se van a encargar poco a poco de la administración de las ermitas de los núcleos rurales como santa Lucía en Frailes, santa Ana, san Miguel en Charilla, y san José de la Rábita, que subsistían de las limosnas de los fieles, un tanto por ciento del cobro de los diezmos de los distintos lugares y  de las misas en  dichas ermitas. En el siglo XVIII, aumentarán el número de capellanes en la Pedriza, san Juan de Valdegranada, la Venta de los Bramaderos, la Hortichuela, las Ribera Alta, Mures, Ermita Nueva y las Caserías
Añadir leyenda
En el siglo XVI y XVII, con motivo de la imposición de diversos arbitrios ocasionados por la política hacendística de la Corona, había que contribuir con determinados encabezamientos, donativos y repartimientos de impuestos,   se roturaron y se permitieron disfrutar, mediante la imposición de censos,  a los vecinos de Alcalá la Real algunas tierras comunales y de realengo; para ello, las tierras se dividieron en una serie de suertes y juegos, que se repartían entre los labradores, tendiendo a los  habitantes cercanos al lugar y esto dio lugar  al nacimiento de muchos núcleos rurales o aldeas y al asentamiento de una nueva villa, la de Frailes. Correspondían antiguos abrevaderos de ganados, dehesas, y majadas, que permitieron el laboreo de los cereales y algunos olivos[1]. Estas eran las suertes de tierras que se encuentran dentro de los terrenos comunales,  en concreto cercanas o pertenecientes al partido de la Rábita: suponía una cantidad de 1.064 fanegas de tierra  que componían  treinta  y cinco fincas en la  Cañada del Membrillo, once en la Cañada del Dornillo, veinte en Cañada Honda, veintiocho en Fuente Álamo y Retamal, veintitrés en Magallartas de la Rábita, veinticuatro en la dehesa de la Rábita, dos en la Fuente de la Encina y el Toril, siete en el barranco de las Grageras, cincuenta y dos en la Sierra de San Pedro, dos en Cierzo de san Pedro, dos en  Lomas  Pardas, once en las Rozuelas, cinco en Garbanzuelo, una en Majada de Márquez.
No obstante, se mantiene un gran número de tierras para el pasto de ganado, sobre todo, de cerda, ovino y caprino, abandonándose poco a poco el vacuno. Muchos cortijos particulares tienen zonas montuosas que permiten la montonera o pasto de los cerdos, que



[1] Además, otras parcelas fueron repartidas  en los Llanos con 116 suertes a una media de cinco o siete reales por fanega, el Torviscal con treces suertes a la misma cantidad la fanega, el Robledo con nueve colonos, Fuente el Gato, con nueve colonos, Guadalcotón con tres, Majadilla con seis, Cerro de Martín Cano con tres, dehesa de Charilla con cuatro, Cañada del Infierno con dos, la Torre de Charilla con cuatro, Charilla con trece, Amoladeras y Zarzalejos con tres, Mirador de Charilla con diez, Alberquilla con cinco, Portillo de Alcalá y Maleza con siete, Celada con sesenta, Arroyo de Loberones con una, Peña el Fraile con diez, Hoya Redrada con dos, Cepero con diecisiete, Loma Pelada y Loberuelas con dos, Cuesta del Fraile con ocho, Romeral con veintitrés, Solana de Frailes con trece, Hoyos de Frailes, con dieciséis, Carboneras de Frailes con seis, Almoguel con once, Hoyuelo alto de Frailes  con cinco, Soto Redondo con cincuenta siete. Todas estas sumaban la cantidad de dos mil novecientas cuarenta y ocho fanegas y once celemines, que importaban una cantidad de veintidós mil quinientos once reales y nueve maravedís. Además, siguiendo el término desde Frailes a Granada:  cuatro  en Bohórquez, cuatro en los egidos de Verdugo, veintiocho en el Chaparralejo, diecisiete en Alcaiceruela, diez en Llanos de Mazuelos, treinta y siete en el Llano de los Muchachos, diecisiete en el Espinar de la Peña del Yeso, ochenta y siete en la Hondonera, diecisiete en la Cañada el Carril, cincuenta y cuatro en la Dehesa de los Caballos, ocho en el Navazo, dos en  Portichuelo, tres en Yerbatunal, cuatro en Caleruela, treinta y ocho en Chaparral de Nubes, treinta y dos en Majalcorón. una majada de Ibro, siete en Cerro Montoso, diez en Majada de los Macheros, cuatro en Carrizalejos, diez en Cerro Junquillo,  ocho en Cuevezuela, tres en Linarejos, una en Junco Merino, trece en el Retamalejo, tres en Barranco Blanco y Venta del Carrizal, doscientas veintiséis en Encina Hermosa divididas en diversos juegos y 13 trances, una en el portillo de Jaén, treinta en los Coscojares, seis en cerro Acebuchar, ocho en Filique y Cañada del Muerto, tres Baldío de la Presa, tres en el Llano de la Presa, cinco en la solana de la Presa, tres en Hituero, ocho en Camorra, tres en Coronillas, una en el cerro del Águila y arroyo Begijar, cuarenta y seis en Rasillos, veintiuna en Nava del Peral, Navaltrillo cinco.no solamente es aprovechado por los ganados locales sino también por otros provenientes de tierras  comarcanas de Martos, Torredelcampo, Torreonjimeno, Higuera, Jaén y Porcuna en la zona de Acequia, Hortichuela, Palancares y Allozarejo.
            CARLOS II

Durante su tiempo, los cortijos de propios, comenzaron a levantar casas, caballerizas, tinados, pajares, de piedra y teja,  dando lugar al asentamiento de la población rural en Acequia la Baja, Cabeza Carnero, Acequia Alta, la Mesa. Las tierras roturadas ofrecían una situación bastante penosa en la que muchas tierras se encontraban baldías y yermas y abandonadas  y otros se habían aprovechado de  la situación entrando en abrevaderos, aguaderos, caminos y tierras sin roturar, lo que dio lugar a que llevara una remedida de todas estas tierras para clarificar la situación en la Rábita , dehesa de los Caballos. Había casos como el de Felipe Cañadas con diecinueve fanegas sin ningún tipo de arrendamiento en la Rábita.      

Para ello emprendió la realización de un nuevo padrón de viviendas, población y movimientos porque:
el no averse hecho nuevos padrones a sido causa averse le dado bolsas fantásticas de dichos derechos y estar oy por cobrar muchas cantidades ... y por no tenerse noticias de muchos de los contribuyentes y, aviendo estos muerto, no se sabe quienes tienen herederos  a haberse ido muchos vecinos de esta ciudad a otras.
Con el nacimiento de las aldeas, se nombraron  alcaldes ordinarios con el nombre de ministros, lo que dio lugar a un litigio con el cabildo municipal  a lo largo de mediados  del siglo XVIII, pero que ya provenía del siglo XVII. Pues, aunque en estos años se asistió a la propagación de albergues y casas de ganado en algunas zonas rurales, sobre todo por la zona  Santa Ana y la Rábita, y en menor cantidad, en el cerro el Moro de Mures, Majalcorón, y Frailes, no estaba muy clara la organización de las nuevas cortijadas.

           

                        EL SIGLO XVIII


A finales de año 1707 ya principios del  año 1708, fue un periodo  de  abundantes y crecidas lluvias,  hubo muchos enfermos y la gente llegó a  comer pan de cebada, habas, garbanzos y maíz en el mes de junio. Las tormentas se prodigaron en el mes de marzo y abril y junio  por la Rábita, sobre todo y Moclín. Al trigo le dio la paulilla, las nieblas y la langosta y  afectó a la cosecha. Se hizo registro de trigo.
Tras muchos pleitos con la Corona, denominados con el nombre del valimiento, al final las tierras anteriormente comentadas de terrenos comunales se transformaron en 1740   en tierras gravadas con censos que desembocaron en 1749  declaradas como tierras de bienes de propios del ayuntamiento alcalaíno, exentas de pago de cualquier tributación. Esto permitió la venta de las anteriores roturaciones mediante un censo en calidad de arrendamiento.  Con ello, los anteriores propietarios de los cortijos y los labradores de los cortijos  se beneficiaron de las suerte que lindaban con sus propiedades, al mismo tiempo que las partes más desfavorecidas a manos de los jornaleros, pegujareros  y colonos de las suertes de la dehesa de San Pedro y Magallartas.

LA RÁBITA EN TIEMPOS DEL CATASTRO DE LA ENSENADA
           

            En 1751, se llevó a cabo el catastro de la Ensenada en todo el territorio nacional, los vecinos del partido de la Rábita declararon individualmente ante el corregidor de Alcalá la Real, don Alfonso Montoya, sobre sus bienes muebles e inmuebles. En torno a estas respuestas, podemos sacar estas conclusiones que nos  describen  la población, la distribución  de la tierra y  las unidades familiares de este partido de campo:
-El partido de la Rábita, se denomina de la Rábita y otros agregados ( con esto aludían también al partido de Fuente Álamo). Y, se cuentan 72 vecinos ( unos 266 habitantes aproximadamente, ). Dependían mayoritariamente de la explotación de las actividades de uso y explotación agrícola, forestal y pecuaria: 34 jornaleros sin posesión alguna,  8 jornaleros que tenían una pequeña propiedad ( pujareros) a los que hay que añadir  5 en Fuente Álamo y Fuente de la Encina, y un hortelano-ganaban a dos reales mesuales; en los cortijos había 15 labradores jornaleros que eran arredantarios de los cortijos de los rentistas de Alcalá la Real s- . Una economía dependiente














  aseguraba una normalizada reproducción de fuentes de aprovisionamiento necesarias para la subsistencia de sus vecinos. Estos se surtían de otros oficios artesanales , que vivían en la ciudad alcalaína en la adquisición de objetos y instrumentos de labranza y, tan sólo, algunos servicios se realizaban dentro de este partido de campo ( el religioso sobresaliente del campo  que cobraba 38 fanegas de trigo y cebada por el cobro de las  diezmos en el partido de campo  y el ventero, que era Juan de Viana y la administraba el propio ventero declarando una cantidad de 300 reales de renta).
-Se nos ofrece el siguiente  paisaje de tierra: una  de la dehesa en torno a la Sierra de de San Pedro;  en  su extremo sur junto al camino Real de Córdoba y el Veredón nacen una espécimen  de núcleo rural, formado por una serie de chozas y casas de retamas,  que el ayuntamiento fue concediendo  en años anteriores al Catastro de la Ensenada a todos los jornaleros que acudían al pastoreo de la zona y a la labranza de los cortijos colindantes;  eEn el principio de la Sierra suelen existir encinares  y pequeños chaparros y quejigos , y conforme se desciende tierras de sembradura que van de la 3º a la primera calidad conforme nos acercamos a la Laguna, y cerca de las zonas de nacimiento de agua, tierras de regadío;  más  abajo de la Sierras, todo era tierra de sembradura sin apenas arbolado, salvo la zona de  la Laguna.  No hay que olvidar que  en algunos sitios  se plantaban frutales sin regla ni orden , había hortalizas 8 zanahorias, papas, lechugas, rábanos, melones,patatas …) , maíces, , linos, habas, cáñamo, ajos, nabos, cañamón,   y otras semillas ( garbanzos, cebada). En este territorio , había seis fanegas totalmente de arbolado ( 2 nogales y 4 de árboles menores)
-El ganado caprino y ovino predominaban en aquella sierra, compartida por los vecinos de Alcalá la Real y Alcaudete.
-El partido de campo viene cruzado por un camino real, muy importante cual era el de Córdoba en dirección norte y Málaga hacia el sur.
 -En torno a los territorios de la dehesa de la Rábita a las faldas de la Sierra San Pedro,  comenzó a levantarse un núcleo rural diseminado de chozas y chozones de retama que constituirá el futuro núcleo de la Rábita. Son matrimonios jóvenes que se asientan al calor del jornal de otros cortijos y del arrendamiento de terrenos de propios.
-Hay una serie de cortijos notables en todo su término: unos privados procedentes de anteriores repartimientos al de Carlos V, y  otros  transmitidos al clero regular y secular por memorias y  fundaciones. Entre los primeros,  el del seglar don Antonio de Utrilla, en la Fuente Blanquilla, arrendado a Francisco Leonardo Sánchez; entre los segundos,  uno del monasterio de la Encarnación, arrendado a Matías Jiménez Raxis, un descendiente de la familia de Pablo de Rojas.;  el cortijo de don Manuel Estedo del Villar, presbítero vecino de Madrid.
-Con el cortijo, podemos conocer la tipología de muchos de ellos: Solía ser una   casa cubierta con teja, con un cuarto y cocina; en bajo, una cámara,  con dos caballerizas y un pajar cubiertos de retama y corral. Sus dimensiones eran, más bien reducidas,  de 9 varas de frente y de fondo diez y media, como cortijo de propiedad media tenía  49 fanegas de tierra ( 19 fanegas de buena calidad y el resto malas); por sus lindes,    se tenía acceso a través de varias vías de comunicación, ya que lindaba con  tierras de Alfonso Lozano al E,  vecino de Priego, al O con tierras de Antonio González , al N   camino de Córdoba y al S camino de Ganado) .


Por este tiempo, algunos cotos particulares se desacotaron en los sitios de Bohórquez y en el Menchón, que comprendía Malabrigo, La Parrilla, Quejigar, y Moralejo para el beneficio del pasto común. Otro  aspecto relacionado con lo anterior consistió en levantar los cotos de dehesas para pasto común en la zona del Sabariego, debido a la comunidad de pastos que se mantenían con la vecina villa de Alcaudete por el sitio comprendido desde los terrenos  que venían de la Rábita  hasta el Altar de san Pedro corriendo por el Portillo de la Harina y el vado de Palomares[1]. En el año 1770 va a suponer un cambio radical en estas tierras , que se convertirán en propiedad de los labradores a censo perpetuo, y  salvo los casas de abandono por falta de rendimiento, posteriormente los hará propietarios con las distintas leyes que en el siglo XIX se dicten.

CUADRO DE REPARTIMIENTTOS Y COLONOS 1768.

Pero  el paso más importante tuvo lugar con el repartimiento de nuevas tierras  que venían  distribuyéndose, las cuales  comprendían  desde la dehesa de San Pedro  hasta los Retamales: estaban marcadas  con los  números de  parcelas que abarcaban desde la señalada  con  el dígito 1017 hasta  la del número 1212. Cuando se distribuyeron aparecen en la tabla los colonos  sin especificar el origen vecinos, aunque algunos corresponden a la zona Rábita y se anotaron en los siguientes cuadernos:  el 18 de  Fuente Álamo; el de 19 de  La Rábita propiamente dicha y el  20 de la Sierra san Pedro. Tanto Frailes como el Castillo de Locubín  tenían muchas esperanzas en el repartimiento de tierras. La primera con una población de cerca de doscientos vecinos (171) y la segunda con más de ochocientos, consideraba que el reparto de tierras aliviaría la situación de su población, dedicada a esta única fuente de riqueza que era la agricultura, además había sido desalojada de otras zonas como la sierra de San Pedro. A pesar de que las medidas contribuyeron al nacimiento de un gran número de minifundistas de estas dos poblaciones, esto no impedía que algunas medidas fueran adversas al espíritu de aquellas iniciativas agrarias. Además, esto supuso que surgieran nuevos cultivos, sobre todo el olivar, en estas zonas y a ello se amparaban los nuevos propietarios que obviaban la ley para cometer los atropellos y contra el mantenimiento del ganado en las zonas montuosas. El resultado del parcelario del año 1770, ascendió a 9.771 fanegas, repartidas en 1657 suertes y concentradas entre los colonos, que aportaban  a las arcas municipales unos ingresos de 62.713 reales. Se repartieron en su mayoría a colonos alcalaínos, aunque las zona de Charilla sobre todo, Cantera Blanca, Riberas, Mures, Acequia las Caserías, y la Rábita hubo colonos de dichos lugares. En su mayoría, eran labradores, arrendatarios y algunos que otros oficios que ocuparon las parcelas más extensas como en el Robledo



[1] AMAR. Acta de 30 de junio de 1755.

No hay comentarios:

Publicar un comentario