
Nos describe
la existencia de la
Fuente Nueva de los Álamos de la siguiente manera: hágase otro mojón en el haza de Pedro de
pineda; y otro en la haza de Hernando de Aranda, y, en el cabo desta haza, se hizo
otro mojón que alinda junto al ejido de la Fuente Nueva, y queda
por exido desde este mojón del camino, do quedó una piedra grande hasta el
arroyo, y ay desde este mojón mirando
hasta la F uente
Nueva de exido y eras concejiles cinco cuerdas y un estadal hasta el camino del
Pilar y en cada curda diez estadales, y luego por la vereda hacia el Guadalcotón
arriba a la Pasada Baena.

En los año
1529 y 1530 se alegó esterilidad de los campos por algunos labradores, entre
ellos Cristobal de Horna y Juan Pelaez,que entraron en pleito con la ciudad por no poder hacer frente a los
contratos de arrendamiento. Sin embargo, en 1531, volvió a reproducirse una
gran sequía que se aumentó con mayor crudeza hasta tal punto que la ciudad se
vió obligada a condonar la renta de los cortijos de propios y, además, a
esperar las cantidades prestadas del trigo de su pósito a los agricultores para
poder sembrar. Entre ellos, el de la
Cabeza del Carnero, Fuente de la Piedra , Acequia Alta, y
Baja, Encina Hermosa, Martínez del Salto
y Gómez García de Valenzuela que estaban arrendados a razón de pan terciado que
suponía un tercio de trigo y cebada de lo sembrado. En el caso del primero,
suponía a la ciudad la cantidad de 13O fanegas y quedó reducido a 30. Los
labradores y arrendadores de estos cortijos y los de los caballeros proceden de
este tiempo y hay que mencionar las familias de Diego Hernández Torrevejano,
Bartolomé Sánchez de Huelte, Juan López de Mejorada; Martín Ruiz de las Higueras,
y Bartolomé del Castillo, Martín Cantarero en Acequia, son los que se suelen
transmitir de generación en generación los contratos y usufructo de
arrendamiento. Se dividen en hazas, en cortijos, matizando los nuevos como el
Medianil, y en villares como el del Juanil.
Nuevos
cortijos comienzan a surgir en el extenso terreno alcalaíno. Uno de ellos de
Gonzalo Caballero ya existía en los parajes de Cornicabra por el año 1521.

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