EL DÍA DEL VINO
En los siglos XVIII y XIX, surgen muchas leyendas, relacionadas con el vino. Pues, en el
nacimiento de las aldeas y la separación e independencia del Castillo y Frailes
se percibe que ya comenzaban a tener costumbres propias. Una de estas leyendas
está relacionada, incluso, con una fiesta que le denominaban DÍA DEL VINO.
Solía ser por los primeros días del mes de mayo. Varios días componían esta
festividad que había paganizado el día de la Cruz. Tuvo lugar en la Pedriza. Un vecino de
ella, ansioso de disfrutar de la bebida
de su tierra, se quedó por aquellos días sin la dulce bebida, y para saciar su apetito, no tuvo mejor acierto
que molturar en un cuenco varios Kilogramos de habas. Con la gran sorpresa, que
aquel jarabe, no debía ser de mucho agrado, hasta tal punto que para simular un
sorbo de vino, lo acompañó de unas cucharadas de vinagre. Cual fue la sorpresa,
que el dolor de vientre era insoportable para una persona. No le quedaba más
remedio que encomendarse a los santos del lugar y, lo que era frecuente de
aquella época, prometer erigir una Santa
Cruz en lo alto del cerro, si salía de aquel duro trance, al mismo tiempo que
todos los años invitaría gratuitamente a todos los vecinos con su propios
fondos en dos pilones que ponía a disposición de todos los vecinos de la aldea. Logró superar aquella dura prueba y, desde entonces, el día de la Cruz se celebraba en dicha
aldea con la tradicional rifa, el baile
de aldeanos y, como publicata de fiestas, el reparto del vino entre los
aldeanos por medio de unos jarritos que cada familia se llevaba a sus casas. Al morir el
vinoso protector del vino, se
formó una asociación protectora de aquella sana costumbre que mediante
unas cuotas fijas, rellenaban los dos pilones y se mantuvo la costumbre hasta
principios del siglo XX dicha costumbre.
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