Tarde otoñal, Nueva ruta que atravesó la ciudad desde Huerta de Capuchinos hasta el Barrero. Parada corta junto a la calle Rosario para revivir un convento dominico que se nos fue, el Hospital Civil y la Gota Leche sin olvidar "estorbas más que un carro en la calle Oteros".
Y bajo el barro seco que cubre las cunetas,
se escuchan alaridos atolondrados,
entre fémures, rótulas y codales
rasgados con la espátula del progreso humano,
Milagros dio el último suspiro,
junto a la cruz calatrava del Barrero,
y no dejo más señas ni esquelas
que su recuerdo de un espíritu ensangrentado.
No tocaron aquella tarde las campanas,
como esta tarde están tocando.
No amortajaron su cuerpo abandonado
ni se perfumó con el olor del incensario,
recibió el último adiós
en medio de un sepulcral silencio,
roto entre fríos gritos de un hielo sanguinario
-nunca celebraron memorias ni aniversarios-
No se rezaron salmodias ni rosarios,
tampoco se cantaron requient ni responsos
te fuiste con fuego de metralla
entre sangre inocente el escarmiento soportando.
Primero de octubre, otoño cavernario,
se abren las puertas del averno
y se llenan por el odio centenario.
Por el camino del Barrero hacia la Fontanilla. Pilar lañado como los ladrillos de los antepasados, junto a un camino roto por los barrancales de las aguas tormentosas, que salvan a saltos los más de ochenta ruteros, de todas las edades. Llegamos a la Pasada Baena, tras pasar por el Punto Limpio, y nos detenemos en los Villares, ya no queda nada del Villar de los BALLESTEROS y completamente renovado se encuentra el Villar Bajo.
Este constante andar , ritmo rutero,
lo marcan siempre todos caminando
al compás del bastón y emulando
los pasos de los guías compañeros.
Este constante andar se hace ligero,
si extiende la Camuña un viento blando
y se cubren con nubes Puertollano,
del oscuro tinte, el pago olivarero.
Este andar se convierte en cortesano
si dejas atrás el prado antes gitano
y te adentras en la calzada centenaria.
Ruta romana, antaño secundaria,
camino real y del pueblo llano,
conduce a la Alcalá hospitalaria.
Y, esta vía se pasa por el puente del Guadalcotón, seco y sucio, sin miliarios recientemente perdidos. Y por la cuestas, mirando a los cañaverales, la antigua huerta de Checa, los pisos de las eras de los Córdobas, nos adentramos al camino Nuevo de tiempos de Carlos III ante la Cruz de Villena.
Y allí nos reunimos
un coro infantil formando
a los rapsodas porfiando
para conseguir la corona
y el laurel del Parnaso
-unos caldos nuestra tierra
para los más aventajados-
Difícil lo puso PARIS
ganar de BACO regalo.
pues , aun siendo muy sencillos,
el Nuevo camino andado,
señor de Cruz de Villena
y un arabismo del lado,
No hubo quien respondiera
y me quedé con los caldos.
Dejamos el camino viejo,
y tomamos ya e Nuevo
del rey tercero don Carlos.
Las Azacayas eran las tierras
derrames de nuestros LLANOS
y VILLENA NO ERA OTRO
Que un vecino de estos pagos.
Aquí se acabó la historia,
,la ruta y y el itinerario.
Gracias a todos por haber pasado este
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