martes, 14 de julio de 2015

EL BARROCO. LAS FAMILIAS DE LOS MELGAR, XIMÉNEZ y ARENAS

   

De nuevo, a finales del siglo XVII  y mediados del  siglo XVIII, se creó una escuela local, que se inauguró con la familia Melgar, continuó con los Jiménez a mediados de este último siglo, y, con la familia Arenas en el tercer tercio. En su mayor parte,  realizan tipos iconográficos  referidos a las devociones patronales de  este momento, en el que se declararon la Virgen de las Mercedes y la Inmaculada Concepción, patronas de la ciudad  de Alcalá la Real, la primera en el segundo decenio del  siglo XVIII y la otra en el tercer decenio del siglo XVII. Ambas devociones gozaban de presupuesto municipal para sus cultos y de sus correspondientes imágenes dentro del oratorio del cabildo municipal.
Dentro de la representación pictórica de las imágenes  de la Virgen de las Mercedes, nos encontramos la obra de Luis Melgar, ubicada en el despacho de la Alcaldía de Alcalá la Real, en la sacristía de Consolación, en los claustros de  las Dominicas y de algunas familias particulares, que presenta un carácter escultórico y hierático de la figura de la Virgen,  resaltando del fondo oscuro,  y enmarcada con un cortinaje que se abre con las figuras de los angelotes simuladamente canescos, en medio de una  teatralidad de la cortina que se abre por los ángeles que rodean a la Virgen y el carácter hierático de la Virgen. La labor de colorido está presente en los adornos de los mantos de la Virgen  y del Niño acercándose más al preciosismo del bordado y la miniatura que al trazo amplio de la pintura. Destaca la de las monjas Dominicas, donde están incrustados pequeños fragmentos de piedras semipreciosas como si se tratara de un icono, según Juan Jesús Guadalupe.
Por otro lado, la obra de Juan Gabriel Ximénez, padre e hijo, está muy representada en  la comarca alcalaína con un “arte agradable, también de raíz canesca, donde el rico colorido se combina con formas suaves y dulces de seguro dibujo, en temas, `por excelencia marianos-Inmaculadas, o de la Pasión Cristo” en palabras de Soledad Lázaro Damas, estudiosa de la obra de los  Ximénez. Las primeras se encuentran en esta exposición  representadas con el cuadro de la Inmaculada del  despacho de la Alcaldía, obra del hijo del pintor realizada n 1755, y con  la aparición dela Virgen del Carmen a San Simón Stock, obra del padre y  donación de la familia Núñez de Prado para la capilla  de san Antonio de  la iglesia de Consolación. La primera ofrece una variación del tipo de Inmaculadas, pues la gran amplitud y movimiento del manto azul se complementa en medio de tonos más sobrios y oscuros con la postura de  la Inmaculada, orlada por unos angelitos que portan los símbolos lauretanos. La segunda, la Virgen del Carmen, la teheotokos, la Madre de Dios con su Niño, sentada en una nube  y envuelta entre menudos angelotes, entrega el hábito al santo carmelita, presentando en su fondo elementos muy abocetados y poco logrados con un color  ocre que  presenta ante el  espectador una obra seca y “envarada”

Con respecto al segundo tipo de iconografías de Pasión, se conservan cuatro enormes  cuadros-también del hijo de Juan Gabriel Jiménez- colgados en el crucero de la iglesia de Consolación, que responden a las escenas del Prendimiento de Jesús y Beso de Judas, Ecce Homo, Señor de la Columna y Coronación de Espinas, todos ellos en lamentable estado de  conservación y necesitados de una gran labor de restauración, con la que se conseguiría  poner al descubierto, una  rica calidad de colorido, en el que contrastarían los desnudos de la figura de Jesús con el rico ropaje de los personajes que le rodean dentro de unos escenarios  con fondo palaciegos y paisajísticos actualmente invisibles por el deterioro de la pintura.
 
En esta línea de escenas, por último, se encuentra la familia de Manuel Arenas y su hija Eugenia. Estaba avecindados en Alcalá,  y lograron,  con su pintura decorativa y anecdótica ocupar el puesto de los artistas granadinos de la arquitectura efímera como los Perea. Pintura que trasladaron a otros lienzos propios de  paredes de capillas, como la Adoración de los Pastores y de los Reyes Magos del convento de las Madres Trinitarias o la Resurrección de Lázaro de la iglesia de Consolación.     

Otros cuadros se reservaban para el lugar de honor del dosel del Salón de Cabildos  Dentro de esta línea del retrato oficial áulico, se encuentran  los mal llamados cuadros  Fernando VI y  Felipe V. Cuadro que responde a ese aspecto importante que es el arte efímero, plasmado en los grandes montajes realizados para  las fiestas extraordinarias, y que daba lugar  a la  metamorfosis de  los personajes, pasando de ser puros representantes de un monarca  a otro según la ceremonia  de la proclamación accidental  con tal que se le cambara  el nombre de la estela. Es el caso del mal llamado Fernando VI, que se parece más a Carlos III, y pudo ser hasta de  Luis I, lo que está fuera de dudas que es obra de Juan Gabriel Ximénez, hijo,  tal como aparece en la inscripción  de la leyenda inferior “ Se pintó en virtud de orden de Sr. don  Juan Pérez de Vargas Castrillo, corregidor y Justicia Mayor de esta Ciudad de Alcalá la Real. Ximénez faciebat”  La diferencia con la iconografía religiosa se basa en el estudio minucioso de sus fondos, referentes a temas castrenses, y la calidad de su colorido, presente en las manchas de carmín del mantel y cortinaje dl fondo, tan frecuentes en los cuadros del Prendimiento, .

EL INFLUJO DE LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

Lo mismo que aconteció en el siglo XVII, a partir de mediados del siglo XVIII, fueron desapareciendo los talleres familiares ubicados en  la  localidad alcalaína,  y las obras primordiales se contrataron en famosos talleres, generalmente de Granada, donde los artistas formados en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando  impusieron sus estilos y la moda del momento. En todos ellos, se denota la influencia de los respectivos maestros de  la Academia a la hora del tratamiento pictórico de los retratos de los reyes. Estos cuadros adquirieron un  papel fundamentalmente significativo y  más espectacular  a la hora de la celebración de las Fiestas  Extraordinarias del Cabildo con motivo de los actos de Proclamación de los Monarcas del siglo XVIII. Pues, a partir de estos reyes ilustrados, los cuadros debían ser trasladados  en grandes carrozas y en medio de la fanfarria y acompañamiento militar durante la manifestación cívica que la corporación municipal realizaba en dirección a la función de Iglesia y, anteriormente,  en la exposición oficial  bajo dosel y guardias a la población durante los días de la celebración de las fiestas. Exponente de este tipo de obras es el mal llamado retrato de Felipe V, que  recientemente, hemos podido darle su autoría auténtica al granadino y artista academicista Fernando Marín y afirmar con seguridad que es  la imagen de Carlos IV en contra del parecer de algunos críticos de arte que lo atribuían a Felipe V o Fernando VI La buena paleta  de colorido y su excelente dibujo muestran la labor de un preparado artista  que se ciñe a los cánones de sus encargos retratísticos por medio de una figura hierática, casi inexpresiva, pero con una gran carga de  simbología  de la Corona, como defensora de las Bellas Artes y vencedora en la guerra. Capítulo aparte son  los obligados retratos de los alcaides que rememoraban su hidalguía en las casas de sus familias como los de don Vicente  y Juan de Estrada, enmarcados en este tipo de producción  artística  por encargo de sus representados en el lienzo

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