Desde la Torre el Cascante,
el niño mira a la Fuente,
y la retama le sirve
armaduras de juguete.
Desde la Torre el
Cascante,
/el alcaide ya presiente,
que los moros de Guadix
traen un ataque
inminente.
Desde la Torre el Csacante,
un adalid se resiente
de una saeta clavada
del morisco de enfrente.
Desde la Torre el
Cascante,
entre las Torres se
siente
avemarías rezadas
en la ermita oferente
a la reina Coronada,
señora de nuestra Fuente.
CON GAMA, LOS RUTEROS, pasearemos por el camino del Portichuelo, transformado en vía de bicicletas, hasta llegar a la viña de la ladera del Cascante, desde donde contemplaremos el valle de la Fuente del Rey, rememoraremos el hecho histórico del campamento del rey Alfonso, la tienda capitana con la imagen de la Coronada, sus vicisitudes e historia hasta la ermita neogótica actual, el lavadero (desde Martín de Bolívar hasta las reformas de Mendoza y Gatica) el reparto de huertas a los caballeros y las nuevas urbanizaciones. Luego, nos dirigimos hacia la Lancha y explicamos la villa romana y su fuente. Y recordaremos aquella visita "Viramos hacia Entretorres, mientras explicamos el Llano de Mazuelos y el chozón de la antigua dehesa; pasamos por la urbanización del Cascante, nos adentramos en el carril que se dirigía a la torre del Cascante, explicación de sus elementos góticos, su funcionalidad en la frontera, y el control de la vía hacia Iznalloz y Murcia. Al volver el camino de Entretorres, nos subimos a un altozano del portillo del Cascante, y divisamos la Mota hundida y comentamos la leyenda de una escaramuza conseguida por un ascendiente de los Linares.
O . CASCANTE
Nos viene del castellano antiguo. Es castellano con variación de forma.
Etimología:
Cascar en peraleo tiene el significado habitual de hablar, con el matiz de que siempre suele referirse a hablar de cosas sin importancia, a hablar por hablar, equivalente al estándar charlar. Cascante es el participio activo (o de presente) del verbo cascar, lexicalizado como adjetivo y tomando forma femenina (cascanta).
En la Edad Media cascar significaba golpear, como en cascar nueces . En peraleo sobrevive la forma cascante (que casca), perdida hace mucho en el estándar, pero asociada ya al nuevo significado de hablar. En el estándar cascar también puede significar charlar, pero se usa muy poco en ese sentido.
Cascar proviene del latín quasicare (golpear), asimilada luego al ruido que hace la persona al hablar con un golpeteo.
Dejando atrás la torre de Charilla, los Llanos son un paraje de una zona de antigua dehesa, que conducía a la aldea de Santa Ana en dirección sudoccidental. Y la huella gótica se percibe todavía en la iglesia que albergaba una imagen de su mismo estilo. Cercana se encuentra una ermita, románica en el Paraje de la Fuente del Rey, Y del paraje semidesértico se pasa a una zona de huertas, regadas por los manantiales de varias fuentes, entre las que destacan la Somera y Fuente del Rey, un paraje donde se comenta que acamparon las tropas de Alfonso XI en 1340. A partir de este lugar las torres se visten de arquitectura gótica. La zona denominada Entretorres, hace alusión a las torres del Cascante y Moraleja, abandonan la forma cilíndrica de la Boca de Charilla. Por eso, les puso una base troncónica, cuerpo de planta circular, y se levanta con mayores dimensiones con respecto a otras del entorno; el perímetro llega a alcanzar en la de Moraleja más de 25 metros; y unos pocos metros menos, la del Cascante; el vano de entrada y acceso a una habitación situada en la parte superior obligaban a una escalera artificial y efímera para evitar los ataques imprevistos. Se coronan con un cuerpo superior de azotea, sobre una orla o guirnalda apoyada en canecillos que se muestran en forma de balcón, y e aparecen en la de Cascante. Estas torres formaban parte de una red que comunicaba a los labradores de estas tierras expuestas a peligros e invasiones continuas. Como centro fundamental, desde estas torres se disparaban los mensajes de fuegos variopintos a la fortaleza de la Mota, pero no perdían las emisiones entre ellas, la Dehesilla de los Caballos. Charilla, Puerto, las Mimbres y la del Puerto. Ahora, estas torres controlan un tráfico fluido de las nuevas rotondas que guiñan con su dibujo la silueta de las torres. Y, sobre todo, tras estas torres, parece como si el tiempo hubieran cerrado s otros núcleos concéntricos u otras comunicaciones transversales del tiempo de frontera.
Cercana a la ciudad fortificada de la Mota se encontraba la atalaya de la Dehesilla, la única que se conserva en pie por este flanco, sobre un cerro, cuyas laderas se reutilizaron en función agro ganadera. Bajando al ejido del Coto, se extendía la Dehesa de los Caballos, popularmente Dehesilla, una zona roturada desde el siglo XVII para el pago de los servicios a la Corona, en dirección a la Solana de Montefrío el olivar ha sustituido al viñedo, lo mismo que el Rosalejo donde abunda la sembradura y el olivar. Por los cuatro puntos cardinales hay veredas de acceso salvo por algunos lados que se interrumpe por estar recientemente roturados. Esta torre gótica se asemeja a las torres de la Moraleda y Cascante, con las que se comunicaba en tiempos de frontera. De planta circular y un perímetro menor que las anteriores (14.70), muy cuidada por su aparejo y sillares regulares, sin base troncocónica y un balcón en la parte superior orlado y que circunda la parte superior con sus matacanes corridos, muy bien conservado. Un vano comunicaba con la habitación del alcaide, a través de una escalera de acceso de madera.
Si avanzamos en dirección a Granada, se suceden una serie de torres, la mayoría de ellas destruidas o convertidas en muladares que ocultan las bases. Este es caso de la torre de la Peña del Yeso, que oteaba el recorrido de los viajeros del camino de Granada (actual N 432) y colocaba su punto de enlace con la de la Torre de Abril. Un poco más baja que la ciudad fortificada de la Mota, se encontraba sobre el cerro de las Esparteras de la casería Utrilla, y debe su nombre a la Peña del Yeso, sobre un cerro cercano donde se ubicaba un cortijo abandonado. Con este nombre, solo queda metro y medio de esta torre, y hace indefinible el perímetro y otros elementos de la torre aunque se distinguen la forma y planta circulares y la mampostería de piedras de su relleno.
Pero, volviendo al cerro de la Gineta, este controla una atalaya más baja situada en el cerro del Quejigal, le servía de aviso de todo tipo de incursiones enemigas. Esta recibe el nombre de Quejigal, pero en tiempos pasados los libros de términos la denominaban de Moclín, y recientemente de Torre de Abril. A la derecha de la carretera de Granada, situada entre el Moralejo Alto, la Parrilla y la Guzmana, solo se conservan restos de las cuatro primeras hiladas, rellenadas de muladares del relleno interior cilíndrico, y se observa cierto enripiado de las juntas. Eslava en su estudios de los castillos y batallas la definía como la más avanzada de la zona cristiana. A partir del cortijo del Pleito y por los cerros de la Melera, si continuamos el camino del arroyo del Velillos, podemos distinguir las atalayas de tierras granadinas en un paraje romántico, Con la mirada dirigida al castillo de Moclín, una llanura bautizada con Malalmuerzo, todavía rezuma un acontecimiento bélico entre las tropas alcalaínas y del señor de Alcaudete, donde y se encuadra un circulo de atalayas, donde destacan la Porqueriza, Solana y Mingo Andrés entre un paisaje singular de golliznos, valles, picachos, campos llanos, arroyos y sendas empinadas.



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