En primer lugar, quisiera manifestaros el más cordial saludo y
agradecimiento a todos los hermanos de
la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real,
por haber tenido la gentileza de haberme nombrado pregonero de todas vuestros
cultos, romería y fiestas que se celebraron a lo largo del mes de abril y mayo en aquel año.
No hubo en la historia de Andalucía una hermandad que más calara en el pueblo que la Virgen de Cabeza. Cervantes no la nombró por gusto en su novela del Persiles y Segismunda, ni tampoco pasó por alto para tantos escritores como Lope de Vega, y poetas anónimos de la literatura popular entre las que nos encontramos al alcalaíno Lucas de Moya. Por eso. el amor a la imagen de la Morenita se merece en desmesura que la Junta de Andalucía la haya concedido una de las Medallas de nuestra Tierra del Sur. Enhorabuena a todos los cofrades de esta ancestral cofradía, la más antigua del legado cofrade alcalaíno por lo que os corresponde de vuestra perseverancia y constancia en el amor a la Virgen del Cabezo...
Mi pregón quise enfocarlo,
en aquella noche, con tres razones de
arraigo popular, que, a la vez se me
enredan en el túnel del tiempo. Quise tansformarme en tres romeros de tres momentos históricos de nuestra cofradía por estas tres
razones Son tres razones
por la que me siento copartícipe
con todos vosotros. Son unas vivencias del ayer, pero que se arraigan en el momento actual y se han mantenido
gracias a los hombres que aman a la
Morenita Y quiero recogerlas de los versos de
una famosa poetisa María del Pilar Contreras, cuando cantaba a
principios de siglo a la Virgen de la Cabeza con motivo de los Juegos Florales
del año 1909:
Visten
de gala los pueblos,
en las andaluzas tierras,
cuando
la fiesta anual
de la Virgen se celebra
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