LAS TARASCA ALCALAÍNA
(A MODO DE RELATO)
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   Se cree que la relación de la festividades y elementos
  fantásticos  con  San Jorge y Santa Marta correspondía a
  tierras catalanas y valencianas. Y debió extenderse desde Europa en muchos
  rincones de la geografía nacional. Este es el caso del dragón y de la tarasca
  en las ciudades del Sur. Y, en concreto la ciudad de la Mota.  En
  estos meses, se acrecientan las fiestas solemnes, entre ellas el Corpus
  Christi, una celebración universal, repleta de simbología, luego vendrá
  Agosto, la fiesta de María: dos momentos  muy aptos para
  escenificación de elementos.  | 
 
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Me he paseado muchas veces por la calle Utrilla.
Creíamos que se refería a un  general  del mismo apellido.
Pero, acudiendo a  los libros de actas de cabildo, pude remontarme
mucho más allá del pasado siglo. El primero que vino a Alcalá fue un tal Miguel
de Utrilla, un ganadero que provenía  de tierras granadinas, tras
haber hecho cierta hacienda entre las ciudades de Iznalloz y Guadix; pronto fue
elegido jurado de la ciudad y, en torno a los años setenta del siglo XVI ,  gozaba
de un gran prestigio  en  la ciudad de la Mota. En concreto
viene esto a cuento de que, ocupando una juraduría  de la ciudad de
Alcalá la Real, en 1584, introdujo una novedad en las famosas fiestas del
Corpus de Alcalá la Real. La abadía estaba cansada de que, en los años pasados,
las fiestas  del Santísimo Sacramento y
su  Octava,  siempre ofrecían los mismos actos
protocolarios y  de culto.  Pretendía hacer una
innovación.  No podía imponer nuevas normas  a las
dos   solemnes  procesiones, pues se le echaban encima
las cofradías y los cabildos eclesiástico y  civil. Además, se
alcanzaban una gran brillantez y  majestuosidad con aquella mascarada
y el desfile de honor  de oficiales del cabildo, regidores y jurados,
corregidor, acompañando a la custodia junto con el conjunto de estandartes y
cofradías de la ciudad encabezadas por Nuestra Señora de la Caridad y de la
Antigua. Podía corregir algunos detalles del itinerario: podía salir por la
puerta principal de la Iglesia Mayor, adentrarse por la Calancha  y
salir por las Entrepuertas, luego, caminar por la puerta del Arrabal
y  marchar por el barrio de Santo Domingo y, tras hacer una estación
en la iglesia parroquial, subir calle Postigo arriba hasta entrar en la Plaza.
Y este año, con dificultades, pues hacía varios que se habían caído la muralla
del Gabán y no ofrecía garantía alguna. Podría aumentar el número de las
chirimías y trompetas, pues habían venido muy buenos hombres en el son de esta
música con las tropas de alojamiento.  Podría cambiar y engrandecer
las recitaciones y representaciones dramáticas en los escenarios y tablados de
la Plaza Alta. Podría cambiar los autores  de los autos sacramentales
y las ropas de  danzas de los diversos gremios de la
ciudad  por otras danzas que provinieran de ciudades diferentes a las
tradicionales del Corpus anterior de Granada o Jaén. 
 
         Pero Miguel de
Utrilla no se lo pensó más, quiso dar una sorpresa a las tradicionales
danzas  y  contrató a Francisco López Navarro, maestro
danza por una cantidad de 30 ducados, en los que iban incluidos  los
actos de música con vihuela, panderos y harpa. No se olvidó de los diablillos,
e innovó con la Tarasca. A todo el mundo, salvo a algunos cosarios y
mercaderes, les causó impacto aquella figura. Le preguntaban por doquier a lo
largo de la procesión:
-Para eso  empleaste el lienzo que habíamos comprado con motivo
de la plaga de la langosta.
-Para eso, señor alcalde, para emplearlo en este personaje que encanta en
Granada. Que hay que ahorrar.
 -¿Es originaria la
tarasca  de estas tierras?, -le preguntó un capellán con bonete cubriendo
su cabeza.
-No, su origen proviene de  tierras francesas. Esta popular mujer
que monta sobre  este dragón alado, dicen que  se está
convirtiendo en uno de los momentos más esperados del año  en muchas
ciudades andaluzas.  
-y, ¿a cuento de qué viene este personaje? - Le interrumpió otro capellán
- Pues,  según cuentan loa cronistas  de la ciudad
granadina,  su presencia  se remonta desde la propia época
de los Reyes Católicos, por cierto, ellos fueron  los
que  decretaron que  la festividad del Corpus fuera la
principal fiesta de Granada y  de mayor regocijo.
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- Y ¿qué significa  la Tarasca?
 -Esta es una alegoría del triunfo
del bien sobre el mal;  su nombre proviene de la región francesa de
Tarascón, donde se dio origen a la fiesta en el siglo XIV. Desde allí la
tradición se extendió por muchas otras ciudades francesas y españolas, sobre
todo en la parte del Mediterráneo.
-Pero, vaya al meollo del asunto, la historieta, eso que llaman su origen
mítico- le espetó el escribano Gómez Muñoz.
 -Uno dicen que la Tarasca proviene
de una antigua leyenda de origen céltico. Pues  “la Tarasca” era
un  monstruo, muy fiero, mitad serpiente mitad mujer, que engañaba a
los hombres que cedían a sus encantos devorándolos o mutilándolos
horriblemente.
-Qué miedo, - exclamó el monaguillo mientras aireaba el incensario.
 -Bueno hay otra leyenda más cercana
y fiable. Además, cristianizada, cuya  protagonista es Santa Marta.
 -¿Será  la
Tarasca  la palabra  francesa  Tarasque, y éste
del topónimo de esta  localidad  provenzana? –le
interrumpió el  calderero francés Juan Serrete que acompañaba el
gremio de los herreros.
 -Sí, sí  de la Provenza,
Francia, es esta criatura mitológica
que  habitaba  Tarascón y tenía atemorizada a toda la
población,  porque talaba  los campos y atemorizaba a todo
bicho viviente. Era como un dragón con seis cortas patas parecidas a las de un
oso, su torso similar al de un buey  cubierta con  un
caparazón de tortuga a su espalda al mismo tiempo que estaba revestida
con  una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión.
 -¡Que miedo! Clamaron los
monaguillos al unísono,
 -Pues, si os digo que su cabeza
era  la de un león con orejas de caballo y una desagradable
expresión. En definitiva, un monstruo al que todos temían, incluso al propio
Rey de Tarascón. Este  hasta había llegado atacar a La Tarasca con
todas sus filas y su arsenal, pero sin éxito.
 -¡Y no iba a haber alguien que le
hiciera frente?
 - Cuentan que apareció Santa Marta,
y  encantó a la bestia con sus plegarias; pues  un día
apareció en la ciudad con la bestia domada y subida sobre ella. A las primeras
horas de la noche los tarascones quedaron  aterrorizados  y
atacaron a la criatura con tanto ímpetu que murió  sin presentar
combate. Nada menos que esta acción le valió a  Santa Marta  como
recurso con el que predicó un sermón a la gente y  convirtió a
la  población del lugar al cristianismo.
-Bueno, entonces, ya sabemos lo del dragón, pero y ¿Santa Marta?
 -Pues os lo comentaré en la Octava.
Pues hemos llegado ya a la iglesia y debemos guardar silencio.
El día de la Octava, recorría la procesión el claustro
de  aquella bonita iglesia gótico mudéjar; se paró  la
Custodia ante el altar levantado en la capilla del Deán y le dijo su capellán:
 -¿Quién es esa mujer?
 -Ah, ya se me había olvidado, nada
menos que  la  representación de Santa Marta.
Sobre  el monstruo, ya os lo comenté, la imagen de la doncella
Virgen  cada año la visten  de manera diferente en las
fiestas de Granada. Y o me la he traído de allí  como divertimento de
gremios, vecinos y aldeanos.
 -Vivan los comisarios de fiestas.
 Gritaron
unos chiquillos en las puertas de la iglesia Mayor y Miguel de Utrilla sacó
unos maravedíes de su bolsillo.  
 
 
 


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