CASIANO NIETO DAZA
Hay familias que crean y crearon
generaciones significativaS del pueblo de Alcalá la Real. Este es el
caso de la familia de Casiano Nieto Daza, recientemente fallecido lejos de
nuestra tierra, un día después de la cruz de mayo. Un alcalaíno nacido en los
años más duros del siglo XX, cuando algunos miembros alcanzaron parte activa en la vida local. Estas
familias participaron de las penas y las pocas alegrías de los nuevos tiempos
que les marcaron para toda la vida del futuro.
Miembro de una familia numerosa, muy conocida de Alcalá, en la que los padres
tuvieron muchas dificultades para poder sacar a su prole. Así nos lo recuerda
su hermana preferida, Aurora, la más pequeña que Casiano piropeaba con aquellas
palaras de dulzura “con lo chica que eres
y lo grande que eres”. Casiano logró que le apareciera en el
camino el Padre Villoslada que le marcó
la senda para toda su vida. Fue como canta el poeta Muñoz Rojas: Lo que cabe
de vida una mano/que aprieta la tuya y te lleva. / Nadie sabe lo que de pronto
se te viene/ cuando resucita el pálpito. Esa mano que le inició en los
estudios de las recién creadas de la Escuelas Profesionales de la Sagrada
Familia (SAFA), cuando dieron los primeros pasos de su fundación en la calle
Fuente Nueva. Y unos años más tarde aquella mano se lo llevó a la nueva fundación
del nuevo colegio de la Sagrada familia
de Úbeda, donde ya encontró su lugar de trabajo y el testimonio de una vida de
entrega a la formación de muchos jóvenes
hijos de familias obreras y
jornaleras que se expandieron por toda España; Casiano, desde la
administración del centro, donde derramaba muestras del buen trabajo, con la
gracia de estos versos. Aquella mañana, andando por dentro, / de la mano, no
iba solo y nadie/ podía apercibirse, cuando estalló/ la primavera. No me dejes.
Tengo el corazón a medio romper. Se distinguió por sus estudios y la
práctica de administración y empresariales. Y aquella mano fue su esposa Rosario
Carrasco que dio unos hijos a los que amó con locuras, Pedro. María Teresa y Patricia.
En una casa, donde su mano polifacética era
capaz de cuidar desde el último detalle, desde la luz del velador de su casa hasta el grifo de agua del lavabo de sus
hijos, pasando por los muebles de la casa o el armario del dormitorio. En un
hogar, de oración y religiosidad diarios,
donde todo tenía respuesta y solución.
Por eso no es extraño, que su familia llame su presencia Ven como sea/ que
esta hermosura de la tarde / te necesita para su eternidad. / Era un amante
de nuestra provincia, la Sierra de Cazorla era su paraíso interior, donde se
evadía y se sentaba a las orillas de aquellos ríos, donde lograba sentir el
rumor interior que se producía en cualquier momento y cosa que le alimentaba un alma llena de generosidad. Y
allí ejercía de caminante de la vida, su
sesgo machadiano, recogiendo su amor por las flores, donde empatizaba,
convirtiéndote en perfume libre que se
deshojaba entre el color del alma y
recuerdo. Y la ciudad de Úbeda y sus vecinos siempre lo recuerden y
se haga voz con estas palabras Ven como sea, en la luz/ de la mañana, en el
primer vuelo/ de cualquier pájaro de los que ahora/ cruzan el cielo; o se
levantan/ de la tierra. Y, en la ciudad de la Mota tu hermana te sigue
recordando con este poema: Deja tu
presencia/ una leve huella. Se queda/
como pasando, como sin estar/ como si quisiera estando sin estar/ como si no
dejara de oprimir/ la mano/, la mano, como si la mirada/siguiera mirando. La
mano de la Safa.
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