Realizamos y publicamos un primer artículo sobre el primer testamento de Ginés Martínez de Aranda, y lo que nos presenta la historia, he descubierto, uno nuevo. Así lo manifestábamos en aquel , que consideramos el primero de los tres que llevó a cabo.
1 Son varios los artículos que he escrito sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los fueron pòr los años ochenta en revistas locales, como las del programa de ferias del periódico Jaén. O le dediqué varios artículos en el periódico provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “ A la hora de desvelar enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida ( hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa gama de documentos para complementarla. Hace años, se divulgó un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán. Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó su huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino”.
Pero,
antes de este testamento hubo, al menos, otro anterior levantado ante el
escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22 de mayo enero de 1598, según
recogen sus protocolos notariales de Alcalá la Real y Castillo
de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de
Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de
Alcalá la Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic). No se le
olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don
Maximiliano, una ropa y camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero
sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad
de la Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda.
Tras la fórmula de rigor de testimoniar con fórmula simple sus creencias
católicas, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos
descubre datos muy interesantes de su biografía tras su estancia desde
1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria y resalta por ser el primero
que, hasta ahora, se ha descubierto con seguridad. Declara que, en el día
de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia alcalaína de Santa María
la Mayor o la castillera de San Pedro, a criterio de su esposa
María de Morales para el día su entierro, manda ser acompañado por los
beneficiados, curas y capellanes de Alcalá la Real y, si fuere en la villa,
todos los religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la
misa de requién cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las
fiestas de la Virgen, doce de los Apóstoles, cinco por las Llagas de
Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y varias series de cinco en las
festividades San Amador, Santos Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce
Nombre de Jesús, San Andrés entre otros), 6 por su suegro, y las seis
misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las
seis de sus hermanos, Se señala a su mujer, la castillera María de
Morales, para que ella administrase una manda de misas por su alma
donde quisiere y en el sitio que le placiere al ser sepultado.
Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de
cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su
madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes
cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María
de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan, y otra
póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No se habían casado, por tanto, no
habla de dotes futuras.
Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir
tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la Ribera del
Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez
ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta
etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía
de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).
Citaba a sus hermanos Juan y Francisco,
a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.
Como maestro de obras, por la parte civil
estaba realizando como maestro y le acompañaban Miguel de Bolívar
y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real
Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había recibido
adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados, los
contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía algunas
deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días de
fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en
Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián
Pérez.
Por la parte religiosa, realizaba una
parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de
Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna
para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia
Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar
"cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla
mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más
sigura"
Su maestría era compartida en obras y
enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio
al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le
debía del vestido con la casa de Juan Francés).
Declaraba como albaceas a su esposa María de Morales, al mismo que
anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.


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