MANUEL VEGA ZEGRÍ
En medio de esta
pandemia, me viene a mis manos recortes de periódicos de hace cuarenta años,
por estos primeros días del mes de febrero. Y recogían la noticia de la
tradicional bendición a la pareja de Tórtolas y al romero, con motivo de la
celebración religiosa de la Candelaria. Leyendo todo su contenido, el cronista
del momento recogía que había asistido la corporación municipal bajo la
presidencia del alcalde José Marañón Barrio, y, corrió a cargo de la función
religiosa-procesión con la Virgen, la ofrenda de palomos y tarta, y misa- el párroco
Manuel Vega Zegrí. Como era frecuente, por su gran verbo y su buena labor de
síntesis explicó el significado de aquella festividad disertando sobre los
textos del día.
Era Manuel Vega, un párroco
muy bien formado, que destacaba por sus dotes intelectuales, que había sido
nombrado como párroco de Santa María la Mayor de Alcalá la Real sustituyendo a
Robustiano Gallego. Venía con el bagaje de su buen expediente académico en el
Seminario Mayor de Jaén y, los estudios en la ciudad Roma, donde se perfeccionó
en catequética. Y se imbricó en su feligresía en unos años de gran renovación,
a la que se añadió el renacimiento patrimonial, y cofrade, de muchas cofradías
que habían caído en decadencia, como la del Dulce Nombre de Jesús. Fue muy querido por los creyentes alcalaínos,
y la familia de los Vega presumían de aquel cura que los avalaba en su religiosidad
familiar por el parentesco de su apellido.
Natural de Campillo de Arenas, no olvidaba la romería de Santa Lucía, donde era
acompañado por la familia de los Vega.
Hace un año recibía el reconocimiento
de los 50 años de sacerdocio junto otros sacerdotes Antonio Pérez Rosales, Manuel Vega
Zegrí, Manuel Galiano Marín, Santiago Navarrete Rojas, Sebastián Pedregosa
Reche y Agustín Ruiz Rosal, Ellos se sentirán orgullosos de haber vivido con siete
papas, cinco obispos, haber sido ordenados por Félix Romero Mengíbar, en
septiembre de 1960, encomendados por ese Obispo a la Institución Teresiana y de
sus años de formación en el Seminario. Aprovecharon para dar las
gracias, en primer lugar, a Dios por haberlos elegido y después por sus
formadores y acompañantes. En palabras de Sebastián Pedregosos Manuel
Zegrí como todos ellos se honraban de: «Pertenecer al presbiterio
diocesano era nuestra meta, una meta en la que han jugado un papel importante
la formación, el trabajo, el sacrificio, el esfuerzo, la obediencia, la
amistad, la verdad, la alegría y la generosidad».
Luego marchó a Linares,
como párroco de San
Francisco de Asís de Linares, donde podía recordar el paso de su estancia
alcalaína con la contemplación del retablo del altar mayor, que por los años
cincuenta se trasladó de la iglesia del convento de Nuestra Señora del Rosario
de Alcalá la Real a esta iglesia linarense. lo visitamos en varios viajes a la
ciudad minera, y siempre nos abría sus puertas y nos aportaba su alegría por su
nueva pastoral, insistiéndonos en su labor en los medios de comunicación con la
misa dominical. Inquieto por el patrimonio, logró algunas restauraciones de los
retablos de aquella iglesia. Hasta el primer decenio del siglo XXI, fue Consiliario de la Agrupación de
Cofradías del Arciprestazgo de Linares y vicepresidente de la Fundación Asilo
“Ntra. Sra. de las Mercedes, San José y San Raimundo”, de Linares De
allí marchó a Jaén al ser nombrado o Canónigo Penitenciario Adjunto de
la S. I. Catedral de Jaén en 2010.
Hace cuarenta años, también por estas fechas, Manuel Vega Zegrí
acompañaba a la Virgen de las Mercedes en rogativa por otra adversidad natural,
la sequía pertinaz que asolaba a los campos. Presidía otra procesión por las
calles alcalaínas desde un punto a otro de las salidas de la ciudad. Imploraba el agua para los frutos de la
tierra; ahora la triste pandemia se lo ha llevado, pero de seguro que ha
recibido las aguas celestiales y lo acoge el Padre en su seno bajo la súplica
de la rogativa de la Virgen de las Mercedes.
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