Hay palabras que, con frecuencia, empleamos dentro de
la normalidad lingüística con una acepción semiótica, que a veces no responde a
una ubicación o significado real. Este el l caso de la palabra altozano, entre
la variante extendida de una monte elevado en medio de un llano, y un
significado que me ha hecho descubrir un entorno patrimonial de la Mota.
Me resultaba una incógnita el lugar del
Altozano, cuando, hace unos años, escribía sobre la llegada de Eufrasio López
de Rojas, maestro mayor de obras que compartió con Juan de Aranda Salazar
muchas de la diócesis de Jaén, y en Alcalá la Real, entre otras la
iglesia del Rosario. En concreto, vino a trabajar en el Pozo del Altozano, el
llamado hoy día de la Conquista de la Ciudad Oculta. Me resultaba paradójico
que se situara este pozo en al altozano y la elevación del cerro de la
Mota se encontraba algo superior por encima de donde su suponía el lugar. Siguiendo
su definición en DRAE, respondía a la versión española “De antuzano, alterado
por etimología popular por alto. Y esta es su función Cerro o monte de poca altura en terreno llano”.
Se apartaba de las versiones americanas
en Colombia., Honduras., Nicaragua., Panamá. República. Dominicana y Venezuela,
que hacían referencia a “Atrio de una iglesia”, muy
alejada del sitio que comentamos.


La palabra Albaicín se mantuvo y lo
mismo lo hizo el Altozano, colocado encima, porque pervive el término
hasta el siglo XVII, referido al pozo del Altozano, al que acudió el maestro de
obras López de Rojas. En su derredor, se construyeron las Casas de las Mujeres
del Mundo o Mancebía, el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, viviendas y
tiendas de artesanos, entre ellas las de la herrería de los Muñoz, el Alhorí
y las Casas de las Rentas Decimales o de las Lanzas, las cuevas y
pervivieron la Barbacana, y las mansiones de algunos caballeros hasta que
sufrieron el derrumbe del 1581.
Pasaron los tiempos, quedó abandonado aquel recinto
convertido en un huerto que pervivió entre almendrales y olivos, cuevas
convertidas en gallineros, e, incluso un bar de verano. Un recinto que recogía
las dos acepciones, porque desde su elevada altura, se posaba ante la vista una
ciudad del llano; por otro lado, desde el altozano, el almendral había
sustituido al antiguo tozal, un término
que hemos aplicado en analogía con otras palabras derivadas de árboles o
plantas y la terminación -al, en nuestra zona existían el Quejigal, el
Endrinal, o el Encinal. Es decir esta nueva acepción que hemos recuperado para
altozano, tozal, lugar, donde crecen los
tozos o tozas (tozos), es decir, árboles y las matas precursoras de árboles en
terrenos llanos y despejados, o también en lugares elevados. Como es lógico,
eran sitios buenos para permitir a quien está oculto en ellos observar los
alrededores si ser observado a su vez. Un lugar
estratégico como era y este este Altozano, para contemplar no sólo una
ciudad en el tiempo y en su desarrollo
a largo plazo, con sus conquistas, y sus progresos, y sus periodos de declive y de renacimiento, pues,
si nos quedamos con las escasas matas que han quedado tras las excavaciones
suelen nublar la vista al contemplaras al corto plazo de pocos días. Pues,
desde la altura del Altozano puede
prolongar la vista hasta los nuevos
polígonos de la ciudad, y contemplar su
desarrollo, pero, como tozal, a lo más que puedo adentrarme en la Ciudad Oculta
de los pasadizos descubiertos recientemente.
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