EN ALCALÁ INFORMACIÓN. ATALAYAS ALCALÁINAS EN LA SIERRA SUR


ATALAYAS ALCALÁINAS EN LA SIERRA SUR (ii)
No
hay que salir de la carretera que adentra en la torre del Puerto o de la Nava,
en el término municipal del Castillo de Locubín, para continuar el recorrido de
contemplar nuevos elementos defensivos. La ciudad fortificada de la Mota, se
asoma en el horizonte. en las primeras curvas de la antigua Nacional 432, entre
olivos, encinares y maleza del monte mediterráneo. Y, en la cima del Cerro de la Camuña, todavía
se conservan restos de una atalaya, recientemente descubierta por el grupo
GesPriego y la colaboración de estudiosos castilleros, en medio de un bosque y
una antigua dehesa, donde proliferan las cuevas y los miradores que se asoman
por diversos puntos de la cima a los términos de Alcalá la Real, Alcaudete y
Castillo. No es de extrañar que jugara este monte un papel fundamental a la
hora de establecer la frontera y lindero de términos en diversos momentos de la
Historia, como hay constancia en la conquista de Fernando III. Y, más
recientemente, incluso, se llevó a cabo una escaramuza en diciembre de 1936,
durante la Guerra Civil. En los dos momentos, para conquistar un punto
estratégico de paso de diversos reinos o provincias. Es difícil encontrar este
baluarte militar, pues solo queda parte del migajón de su núcleo interior y
algún resto de mampuesto de esta atalaya medieval de planta circular, que se
encontraba sin catalogar. No obstante, siempre hubo referencias históricas e,
incluso, el descubrimiento puso de manifiesto su derrumbe por el fuego
artillero desde la fortaleza de la Mota.
En
los aledaños de la Sierra de San Pedro, por la carretera desde Alcalá la Real
en dirección a la aldea de los Chopos, se levanta la torre de las Mimbres, a la
que le atribuyen que pudo disponer un cercado de protección. Hay que subir una
pequeña pendiente que alcanza una altura similar a la de la fortaleza de la
Mota, Y en verdad que el esfuerzo no es baldío, sino que permite contemplar una
atalaya de un gran diámetro (7.61 m.) y
una nueva tipología constructiva, con una puerta de acceso
orientada al nordeste, que permite su acceso a una sala interior, sobre la que
se apoyaba otra habitación y la azotea, cuyo acceso se llevaba a cabo por medio
de una escalera situada dentro del trazado curvo del muro. Dos vanos iluminaban
el interior, uno sobre la puerta y otro en el lado opuesto, en forma de
saetera.Si nos adentramos de
nuevo en terreno del municipio de Alcalá la Real, a través de carreteras
intermunicipales, que unen las aldeas de la Rábita, Grajeras, Fuente Álamo y
las Caserías de San Isidro, quedan otras atalayas y vestigios de otras torres.
Dejamos atrás algunos lugares con topónimos que recuerdan una antiguo ribat de
lugar de frontera, donde se ejercitaban en la oración y en la preparación para
la guerra los musulmanes. En el entorno del paraje de la Jurada, entre
el cerro de las Albarizas y de la Pelea, se encuentran dos restos de grandes
muladares, que sugieren dos baluartes defensivos, muy adecuados para establecer
comunicación con otras atalayas en dirección oriental y hacia el camino de
Priego. En este camino, se encuentra la de Fuente Álamo, muy parecida a la de
las Mimbres, en su tipología de dos cuerpos, la puerta de acceso, saeteras y el
estado de conservación necesitado de restauración, pero de dimensiones algo más
reducidas y a una altura de cima, algo más baja, a 670 meros sobre nivel del mar,
con lo que se dominaba el tránsito entre Alcalá y Priego y puntos clave como el
camino de los playeros y el arroyo del Salado. Responde a la línea de control
que se estableció en tiempos de Al- Hakan II, Incluso no es de extrañar que,
por su ubicación, se establecieran en anteriores de vías de penetración desde
tierras granadinas a tierras cordobesas y jiennenses desde tiempos púnicos y
romanos, aunque constructivamente su tipología responde a los siglos XIII y
XIV. Esta torre se mantiene erguida y estuvo gobernada con título
administrativo de un alcaide, que recibía remuneración del cabildo alcalaíno.
El último fue el regidor y relojero Fernando de Tapia que ostentó su cargo
hasta los primeros decenios del siglo XIX.Dejando atrás esta torre que debió comunicarse
con otras torres, y controlando el camino prieguense por el lado opuesto al
otro margen de la carretera que se dirige de Estepa a Iznalloz, se encuentra la
torre de los Pedregales. Recibe el nombre del cortijo y cerro del mismo nombre,
y es muy cercana a la fortaleza de Alcalá la Real. El acceso se encuentra en
medio de olivares y ofrece un aspecto en trance de restauración y conservación
por estar incrustado una encina en sus paredes, que pueden provocar su inminente
derrumbe. Es diferente a las dos
anteriores con un suelo y cuerpo de habitación en la planta alta con un hueco de
entrada y una tronera, y se halla en macizada toda su base. Por lo que se
accede a través de una escalera de soga y madera en un vano que se abre en esta
planta. Construida de sillarejos que forman hiladas con una gradación
decreciente de altura conforme se acercan a la azotea y con un paramento
exterior donde se muestran las huellas de los mechinales.
Está construida con sillarejos de tamaño
mediano fijados con mortero muy rico en cal y formando hiladas regulares de
mayor altura en la base y de menor en la parte alta. El paramento exterior
conserva el rejuntado en la mitad este, apreciándose en él los agujeros de los
mechinales para los andamios.
Cercana a esta torre, por un camino de a
pie, se llega a la de la Solana en el cerro de la Torre, Se accede desde la
Fuente de la Negra, un paraje de encinar, donde nace el arroyo del Guadalcotón-
Refresca el lugar la fuente del Obispo, actualmente llamada de Chinares, tras
la caminata a través de un monte de
encinar, con el nombre de la Cañada del
Membrillo por entre varias veredas y caminos de cazadores que convergen a esta torre, que ocupa un lugar
estratégico esencial para controlar las tierras de Priego y Montefrío.
No quedan apenas vestigios de ella salvo la base y parte de las piedras
de su derrumbe. Sin embargo, su puesto y enclave llegaron a utilizarse en las trincheras
de la Guerra Civil. Es uno de los miradores singulares de la comarca de la
Sierra, por su elevada altura (1155 m), permite otear un paisaje olivarero con
un ángulo insólito de la ciudad de Alcalá la Real y su fortaleza, así como los
valles que adentran hacia las tierras de Granada. Un poco más alejada, Gibralquite, Gualquite,
o Gibralquite yo Gibralquite (con todos estos nombres se muestra desde el Libro
de la Montería de Alfonso XI en el Libro del Catastro Gibalquito) conserva cuatro metros de su cuerpo, en el
tormentoso Cerro Gordo y controlaba caminos que se adentraban en el reino de
Granada, por las tierras de Íllora, Montefrío y los pueblos de los Montes
Orientales de Granada. Desde ellas, ya se divisa la
Sierra del Camello, Matute, los Montes Orientales, y las tierras de Bramaderos,
con la Cañada Ámbar y acaba una ruta de atalayas en la zona occidental de la
Sierra Sur, y sin embargo otro trayecto de ruta jalonaba el oriente de esta comarca.
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