
ENTRE CENTENARIOS Y
ANIVERSARIOS, EL HOSPITAL DE ALTA RESOLUCIÓNProliferan los aniversarios en 2018 a
lo largo de todos los meses del año en la comarca de la Sierra Sur. No es de
extrañar que aparezca la noticia de alguno nuevo. Ante tantas celebraciones ¿Es
importante la fecha conmemorativa o el contenido que encierra esta efeméride?
Muchas veces, parece más importante llegar a un digito, que coincida con un
centenario, un lustro o un decenio, que reflexionar por el hecho celebrado, el
personaje rememorado o el lugar conmemorado. Ni digamos que pocas líneas se
dedican a una idea o una acción moral que hizo cambiar la ética y el
comportamiento individual y colectivo. Interesa más que celebremos el final de
una batalla, a veces de pura ficción, porque los próceres del lugar se ocuparon
de hacerla coincidir con una festividad solemne de la religiosidad del momento.
Sin embargo, otras veces, una acción de valentía o de generosidad personal, de
entregar la vida o la hacienda por los demás, supusieron un cambio fundamental
en la convivencia humana. Por eso, es
digno y loable que se celebre, por estas fechas, el aniversario de una cofradía
alcalaína que suele aparecer en la segunda parte del título cofrade de una
asociación que prestó un servicio fundamental a los vecinos, cuando la técnica
ni la medicina brillaban por su ausencia. Me refiero a los quinientos treinta
años de esa cofradía de la Caridad, que en un momento de su historia supuso, al
menos, asistir a los excluidos de la sociedad.
Hoy, nos gusta comparar rápidamente con decenios cercanos a
nuestros ojos y todo se revuelve en críticas ácidas y duras contra todo lo que
se ha conquistado en el estado del bienestar. Pero, si volviéramos la vista atrás,
estos más de quinientos años, nos hacen recorrer la historia de la salud de la
sociedad alcalaína. Desde que no existía asistencia médica en la fortaleza de
la Mota, hasta el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, que esta cofradía regentó
en la calle Caridad. Le dio nombre y prestó servicios ofreciendo sus recursos humanos
como enfermeros, y los materiales, con la donación de bienes rústicos y urbanos
para mantener aquellas instalaciones y personal médico y sanitario durante más
de cuatrocientos años, hasta que comenzó a instalarse la Beneficencia Municipal
y Provincial con la entrada de la salud en la red provincial de las
Diputaciones. Rememorar una fecha no es simplemente quedarnos en el dato
erudito, sino palpar unas vivencias humanas que hicieron transformar el corazón
del hombre. Sirva de ejemplo el provisor y vicario Diego Hernández que, ante la
instalación de un pequeño hospital en el Albaicín alcalaíno, compuesto de una
casucha y unos cuantos cuartos para atender enfermos y ancianos, se desprendió
de su cortijo y de todas sus tierras, y de todos los ahorros, para que aquellos
excluidos de la sociedad pudieran disfrutar de unas instalaciones más amplias,
primero junto al monasterio de Trinidad, luego en el Llanillo, y finalmente en la
calle Caridad.
Aunque esto suponga remontarse muy a tiempo remoto, es un
punto de arranque para comprender la evolución sanitaria alcalaína. De un
hospital local se pasó a otro municipal con servicios de beneficencia en la calle
Rosario, posteriormente una casa de socorro y un centro de Salud, para llegar a
la red de centros de Salud y consultorios médicos esparcidos por varios y
aldeas. Y, además de una nueva distribución de los servicios sociales y la ley
de dependencia, que marcó un hito en la asistencia de los más vulnerables. Por
eso, debe ser objeto de alegría que, a más de 530 años de la fundación de la
Santa Caridad, un Hospital de Alta Resolución difunda sus resultados anuales y
sorprenda con los servicios prestados: 20.300 urgencias, superando las 18.000
del año anterior, 58.000 actos asistenciales, 17.600 consultas externas, 477
actos quirúrgicos, y 18.400 pruebas diagnósticas. En su momento la sociedad del
Alto Régimen, extendió la Santa Caridad; en el 2018, son los servicios públicos
de un centro sanitario público, que ha significado un gran paso para la mejora
de la salud de la sociedad alcalaína. No obstante, si celebráramos otros
quinientos años, (y algunos ponen sobre la mesa un simple decenio con sus orejeras
parciales), no le darán valor a este avance en el bienestar de la sociedad.
Pero los datos son los datos, o, como dice el refrán “hablen letras y callen
canas”. Y eso que estas logran ser octogenarias, gracias a los servicios
médicos.
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