CHARILLA 
En 1753, Charilla tenía una población de 252
habitantes;  más de mil un siglo después;
a finales del siglo XIX, unos 1.400;  en
1911  llegó alcanzar 1.742, y en 1950
logró casi los 2.000. En la posguerra,, comenzó a descender  en la posguerra, a mediados del siglo
XX;  y en 2011, alcanzó la mitad del
primer dato, unos 437.
Hace ciento cincuenta años que nos la describía
bellamente  el ministro  Madoz  en tiempos de Isabel II: aldea
con dos alcaldes pedáneos en la provincia de Jaén. Es uno de  los doce
partidos de campos de la ciudad de Alcalá la  Real, y, por tanto,
corresponde a su partido judicial  y abadía, distando de ella media legua.
Está al sur al pie del cerro de la Torre, sobre la cañada de la Boca de
Charilla, en terreno bastante alegre y pintoresco, por las muchas aguas que
fertilizan sus ruedos y la multitud de  cerros que la circundan, formando
variados paisajes. Su figura es irregular, sus once calles tortuosas y la mayor
parte sin empedrar, aunque casi todas llanas y  anchas; sus 184 casas, una
de  un piso, dos de tres y las demás de dos pisos””
  Esta tierra tiene vida, y  el agua 
oculta que llora, se esconde y lagrimea de  sus manantiales para 
convertir las tierras áridas en ricas huertas. La del nacimiento del río Juncal,
con el que se regaban los ricos frutales y hortalizas en otros tiempos, la
de la Fuente Grande  y las de la Majadillas, Hoyo del Peñón y
Joya. Y la de la plaza que data de los años treinta del siglo XX.  
Su aire baja de las Sierra del
Marroquí, Rompezapatos, el Marroquí  o  la Acamuña y les
deja  una huella imperdurable, e imborrable de la victoria del
hombre  ante aridez de la tierra y  el disfrute de la huerta
conquistada. El emigrante siempre añora  estas tierras labradas  y
roturadas por sus manos en los parajes agrestes de la Dehesa o 
de los aledaños de los tajos cercanos al portillo de los Aspadores;  
las tierras de olivos arrancadas de la madre tierra de la Celada y el
Ángel, o de  los parajes asilvestrados de las Entretorres;  sueña con
los prados del pastor en  las majadas cercanas al Rompezapatos, La
Lastra, Balazos, portillo de Alcalá o el Zurreadero. Su  pensamiento se
difumina en  los ensueños y encartaciones plasmados en las 
leyendas  y cuentos de fantasmas  y bandoleros de vuestras sierras,
en  María Solís, la bella durmiente charillera de uno de vuestros cortijos
desimanados, donde se plasmaron tantas ansias de amor. Si hablaran las paredes
de las tinas, los techos de las caballerizas, se podría formar una ruta
turística de los cortijos del Hoyo del Peñón, la Nava, el Pozuelo, los
Sordos,  Sotillo, la Charloca o los Barrios!  Destaca  la
torre-atalaya, que se yergue en la cima del cerro de Flora y se convierte en
emblema. Su iglesia de San Miguel alberga a la patrona Nuestra Señora del
Rosario.  Ha sido emprendedora en los
alfares de ladrillos, almazaras ( llegó a tener cuatro por los años treinta del
siglo pasado,), en los servicios como casas rurales en la Hoya de Charilla. La
primera en disponer de Centro Social, Polideportivo, Bilblioteca, centro médico
y una escuela, que se remonta al año 1840. Conserva  el único baile de la comarca, con el FANDANGO
DE CHARILLA. 
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