EB SEMANA. DIARÍO JAÉN. MI COLABORACIÓN CON JOSÉ SÁNCHEZ JIMÉNEZ, PINTOR DEL SUR.
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En el entorno comprendido entre la
comarca de Los Montes de Granada, del sistema subbético y de la Sierra Sur, los artistas encuentran su
lugar elegido para captar las vivencias personales y colectivas envueltas en
medio de un paisaje cautivador que se aloma desde las primeras estribaciones de
Sierra Nevada. Desde tiempos de los Raxis-Sardos hasta pintores actuales como
Dolores Montijano han proliferado los
artistas en todas las ramas del arte. Desde los escultores Pablo de Rojas y
Martínez Montañés, hasta Pablo Rueda en la cerámica artística pasando por los pintores Pedro de Raxis en siglos pasados
o Rafael en nuestro tiempo,
o por ilustres maestros de la cantería
como Juan de Aranda Salazar o Manuel de la Morena. José Sánchez Jiménez es un pintor nacido en
tierras alcalaínas, y cuya obra trasciende en el localismo para expresar
contenidos universales. Se formó en la escuela de Bellas Artes de Granada y en
el entorno de famosos pintores del mundo artístico de la docencia alcalaína. Le
marcaron la impronta de pintores como Diego Ruiz Cortés, Lola Montijano,
Povedano y Antonio Campaña, pero bebe de las fuentes clásicas de la pintura y de los primeros movimientos
renovadores de la obra de Van Gogh, en sus primeros tiempos de aprendizaje. Toda
su obra está imbuida de una gran carga de humanismo y de espiritualidad en el
sentido amplio de este término, que convierte a la obra un ente significativo,
y no en una mera descripción plástica o simplemente figurativa. Superó los inicios académicos a través de diversas
propuestas afines a los movimientos de modernidad y vanguardia. En sus obras de
sus primeras etapas, más cercanas a un realismo sugerente, culminan con el cuadro del Descendimiento de la iglesia de San Juan, una obra que se
entronca en la composición clásica, y la
exposición colectiva de personajes retratados siguiendo el modelo del Greco en medio
de una atmosfera de contraste entre la desnudez del alma humana y el paisaje
cálido y abrasador de la noche oscura en torna a la figura cristiana.
En la siguiente etapa, predominan los bodegones y los
paisajes bodegones (especialmente los dedicados al zumaque), en los que se abre
el camino del esquematismo geométrico y la simplicidad, basado en la armonía
del número y geometrías pitagóricos. Le aporta
a cada obra ese elán, o fuerza que se define y plasma en el trazo de la paleta y en
la gama del color. En palabras del pintor y
catedrático madrileño Antonio Zarco con motivo de una exposición
anterior(Alcalá la Real 1998) que resumía
su obra hasta aquel momento. : “ producía, a primera vista, una impresión
general de vigor, fuerza y casi arrebatos volcados exclusivamente en los modos
de comunicar, más que en las temáticas, si es que a estas alturas o bajuras del
arte, se puede hablar de estos temas”.
Si el girasol fue el emblema definidor del famoso pintor holandés o las etapas
azul o rosa en otros pintores contemporáneos, el zumaque y la gama de su
metamorfosis cromática definió una etapa de este pintor alcalaíno, de modo que
convirtieron a este arbusto, antaño con
fines de productividad artesanal y hoy en un paraje de entorno patrimonio paisajístico, en un discurso de un relato de emotividad
vivencial entre el pintor y el paisaje
con un tratamiento que adquirió un nuevo paso en su libertad expresiva a la
hora del tratamiento pictórico de los colores cálidos.
En la línea de entroncarse con el
alma colectiva, Pepe Sánchez siempre se identificó y dejó su huella con el
monumento o el continente público,
proporcionando en los grandes
murales los nuevos pasos de una pintura
más geometrizante, que dejó su huella en la pintura de estos grandes frontales. Desde los años ochenta con
el monumento a la besana y a la ciudad fortificada en el frontal de rellano de la escalera de las
Casas de Cabildo hasta en los murales de centro de la Sagrada Familia. Sin olvidar su huella en cualquier
pequeño rincón debajo el intradós de un muro de descarga o de un paramento de
una iglesia, como lo atestiguan el claustro de la iglesia de Nuestra Señora de
Consolación. No hay rincón o casa alcalaínos,
que, como Zabaleta, no conserve alguna versión artística y original de tratar
la imagen patronal o de otras advocaciones; tampoco olvidó
el mundo del bodegón, con cuadros como el pan encadenado, muy cercano a sus vivencias
espirituales y de compromiso. Pero el paisaje y el retrato ha sido la temática y el trabajo en el que ha tratado
de abrir nuevos caminos de investigación técnicos con las técnicas más variadas
y materiales –desde el acrílico al óleo- y desde aquellos primeros cuadros
donde la reducción a la geometría se vestía de blanco y negro y, en los actuales, más policromáticos, en los que no olvida, para
no caer en una simple composición geométrica,
el acercamiento muy acertado a la realidad de la persona representada con su estudio personal o del ambiente que le sustenta. Desde todos los ángulos, sus nuevas obras abarcan su retrato psicosocial
a la descripción física del individuo. Esta nueva etapa la presentía el anterior profesor como “algunos grandes retratos-cabeza, y otros, menos,
donde la figura humana anónima era representada. Pero sobrevolando esos
elementos temáticos que pasaban a segundo término, estaban con una evidencia y
protagonismo enorme, los distintos modos o intenciones plásticas con los que
José Sánchez se planteaba y desarrollaba. En muchos lugares y exposiciones
individuales y colectivas de España
desde aquel tiempo ha expuesto su obra. Ahora
se anuncia una nueva exposición en el Aula Magna del Convento de Capuchinos a
partir del 21 de junio que culminará el 15 de julio, la maestría artística de
este pintor y el tratamiento
técnico se centran en una magna muestra con exclusividad de más de setenta
obras dedicadas al retrato, en la que llega a la culminación del equilibrio y
la composición armónica a través de las grandes pinceladas , el color enfebrecido
y la gradación de las gamas más sugerentes,
los buenos empastes, la captación del gesto humano, el juego de los
planos geométricos compositivos, la ampliación del retrato con gran arte del torso por encima de los
primeros centrados a la cabeza para
conseguir un encuadre contextualizador. Estos retratos gestuales como los anteriores, pero más
entrañables, desnudan el corazón y el
alma de muchos personajes a los que el público tendrá la oportunidad de
acercarse. Desde personajes públicos como políticos, papas, o empresarios hasta más cercanos como la gente de la Sierra Sur, se brinda un
recorrido con ayuda del nuevo camino artístico emprendido por José Sánchez
Jiménez.
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