"la historia local contribuye a fundamentar la base del conocimiento global de los pueblos desde el estudio de los acontecimientos de las ciudades"

No se me olvidará su espíritu jovial
y su amabilidad, siempre ofreciendo la
sonrisa y la disponibilidad para
cualquier asunto. Sobre todo, lo asimilo
con la feria de septiembre, más en concreto con el espectáculo de los toros cuando contemplo un cartel de nuestros
toreros alccalaínos. Les tenía una aprecio especial taurino. Me vienen a la mente tantos recuerdos y conversaciones que
compartí en muchas ocasiones con su
persona. Pues, le refería el mundo taurino
desde la plaza alta de la Mota hasta la plaza del ayuntamiento, los rejoneadores,
los cuadrilleros, el mozo del pueblo, las
fechas festivas de las primeras corridas, los toreros de los años cincuenta, Urquiza Pepete….El me respondía con
sus primeros intentos fallidos, en el coso de Priego, las vivencias y
conocimientos adquiridos, los tiempos del Pireo,….o me cantaba el pasadoble dedicado
al novillero frustrado Chivani por los años sesenta y setenta. “ Que salgan ya los coches de Contreras, /que
a Priego se dirige el Chavalillo/…), y, sobre todo, me daba lecciones de maestro del mundo taurino. No se conquistaba el puesto de
asesor taurino por su pasado, se lo
ganaba por sus amplios conocimientos desde
la biología del toro hasta el último secreto de la lidia. Tuve la
fortuna de tenerlo a mi lado acompañándome a la inspección de los toros antes
de la corrida por los años ochenta, presidiendo el inicio y estreno en los ruedo
de nuestros queridos Sombrerero y
Javier González, e impartiéndome
lecciones del saber estar en los cosos; luego
me asesoró en los años de las
novilladas y corridas de los toreros ;
continuó haciéndolo con alcaldes
y concejales, siempre amable, condescendiente, y sincero, pero razonando el momento oportuno de sacar el color de pañuelo adecuado, que había preparado con
tanto mimo.
Siempre,
le veía del brazo de su Mercedes, y recibía el cariño y afecto de sus dos hijas, Pili y Merce. La cofradía
del Dulce Nombre de Jesús siempre estuvo en su corazón y lo transmitió a los
suyos: a él y a sus hijas y familiares los he visto de costalero, anderos, capataces,
penitentes y demandantes. Se enroló en
aquel gremio de los albañiles que hicieron renacer esta cofradía con gran
fervor y lo siguen manteniendo hasta el día de hoy.
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