NUESTRAS ALDEAS

A partir de la guerra civil y de los años cincuenta, sufrieron el embate
bidireccional y el envite migratorio de
muchos vecinos. A pesar de que la mayoría de ellas rondaban más de ochocientos
habitantes y se reconoció la entidad aldeana como Villalobos y la
de nuevos núcleos rurales como la Hoya de Charilla, la Fuente del Rey, San José
o las Peñas de Majalcorón, comenzó la decadencia de muchas aldeas, descendiendo su población a
causa de la emigración a nuevas tierras de España y al extranjero, o
trasladando su domicilio los más privilegiados a la ciudad de La Mota y
abandonado los cortijos diseminados. Por los años setenta y ochenta, se culminó
la presencia de muchos servicios públicos
que completaron en todas las aldeas
la electricidad, como la telefonía, el agua domiciliaria y una red
intermunicipal, que prácticamente conecta por carreteras y carriles asfaltados
todas las aldeas entre ellas y con el
casco urbano. Durante la transición democrática,
y, desde los nuevos ayuntamientos democráticos, se ha producido un movimiento
progresivo en líneas de acercar la
sociedad del bienestar a todas las aldeas. El médico rural o el traslado de los
vecinos para recibir asistencia sanitaria ha quedado lejos con la presencia de
los consultorios médicos, la escuela rural volvió a muchas aldeas superando
el tiempo de la concentración comarcal, los centros sociales de entidad
municipal superaron a los antiguos centros de las sociedades de los años
treinta. Incluso algunas disponen de instalaciones fabriles del sector
agroalimentario y de otros productos de transformación. También, hay
instalaciones deportivas, parques, lugares de ocio y plazas públicas en
casi todas de ellas; se benefician del turismo rural con la reconversión de sus
antiguas casas de campo o de aldea. Viven otro momento histórico, intentan superar el reto del paso del mundo
rural con toda su población a un mundo más global, en el que la distancia y el
traslado a otros puntos distintos de su vecindad no es óbice para mantener con el trabajo a
las familias dentro de su entorno rural. A algunas les cuesta asumir
este nuevo reto y se necesita de
los emprendedores que superen ese estancamiento, pero la mayoría dieron pasos
gigantes adaptándose a los nuevos tiempos. Estas jornadas y campaña en favor de
nuestras aldeas pueden servir para una proyección y una dinamización de su
comunidad. Enhorabuena, a los organizadores, trabajadores y todos nuestros
vecinos de las aldeas.
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