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| ONG DE CHANA CON LA QUE COLABORA  HUERTA DE CAPUCHINOS EN PROGRAMAS DE NIÑOS  | 
                Parece como si
corriera, por los meses de verano,  un
vendaval báquico que convocara a todos los vecinos de los rincones de la
comarca de la Sierra Sur a un sinfín de acontecimientos lúdicos, festivos,
religiosos y culturales. No hay rincón de la geografía  del partido municipal de la ciudad de la Mota
donde no se organice  algún acto de ocio.
Las bacantes inundan las plazas  con los
bailes s públicos, proliferan las litronas juveniles y  se asiste como una reliquia del pasado a las
procesiones de  los santos  aldeanos recorriendo desde el último rincón
de una aldea hasta la ermita acompañados de 
la banda municipal.  Por eso, de
que el negocio, lo que no es ocio, señala el periodo vacacional en julio, agosto
y septiembre. A nadie le extraña este sarampión festivo que se ha propagado por
todos los lares. Desde  la pequeña
urbanización de las Vegas de la Paloma  a
las aldeas de la Rábita o de las Riberas, desde el barrio de San Juan hasta el
de Huerta de Capuchinos. Con motivos patronales, como las fiestas de san Roque
en Mures o  Santa Ana en la aldea de su
nombre, o en la misma Alcalá las fiestas dedicadas a la Virgen de las Mercedes
Coronada. Con proyección  nacional o
internacional, como los Festivales de Etnosur. Simplemente, con cambio de
fiestas tradicionales, lo que se frecuenta en muchas aldeas para congregar a
todos los vecinos, los residentes y los ausentes que acuden por estas fechas.
Con motivos agrícolas, como la fiesta de la Cereza del Castillo de Locubín, y
no nos extraña que un promotor avispado se invente la fiesta del Espárrago para
convocar al personal en su establecimiento público.
                En
esta porfía festiva, no puede establecerse un escalonamiento o ranking que cree
una escala de atracciones y convocatorias públicas. Pues, todos se afanan en
ampliar aquella fiesta de función de iglesia, baile público y  procesión patronal a  la organización de  espectáculos 
sorprendentes, varias comidas colectivas y campestres  para todos los vecinos,  teatros y juegos para niños, pregones,
jornadas culturales, actividades deportivas y hasta, fuegos artificiales que
superan a la Víspera del Quince de Agosto. A veces el público se ve
imposibilitado para acudir  o compartir
algún acto, porque es difícil poseer la cualidad de la omnipresencia. Por mucho
que se afanen los organizadores la población actual del municipio alcalaíno no
alcanza los parámetros de las grandes urbes,  y los controles de alcoholemia  han bajado la presencia de muchos foráneos
que acudían a buscar novia  en otros
rincones diferentes a su lugar de vecindad. 
                Sin
embargo Etnosur nació con el deseo de superar cualquier tipo de acontecimiento
festivo hace ya veintiún años. Parecen pocos, pero si miráramos hacia atrás
muchos festivales o fiestas decayeron antes de llegar al decenio: por ejemplo,
el festival del cante gitano. Otros  no
lograron mantenerse en  el mismo dintel
de éxito  y sufrieron el Guadiana de
verse pocos  competitivos como los
festivales de Alcalá la Real en contados años. Y algunos fueron malos
imitadores de este festival  que pretende
ser un lugar de encuentro  étnico y de
culturas. Bueno, y de aprendizaje en su oferta de sus variopintos talleres,
exposiciones y conferencias  que
pr
oliferan a lo largo de los próximos días 21,2121 y 23 de julio. Alcanzar más
de veinte años, lo coloca al pie de sus bodas de plata. A lo largo de estos
años, se han creado muchas iniciativas, se han plasmado premios,
reconocimientos y presencia de personas que han aportado y han dado aire fresco
a la ciudad de la; Mota. Pero es el momento de reflexionar sobre el
desarrollo  de los anteriores festivales,
de encauzar lo que se salió del meandro solidario,  musical o festivo  de los primeros años. Corregir  lo que no concuerda con fines y  objetivos que 
tiendan a una convivencia  abierta
y universal  entre los convocados de
todos los rincones del mundo. De podar los utilitarismos  mercantilistas y abusos de los que no
comparten una sana convivencia  y el
respeto del bien común. 
No hay que obsesionarse con la
rentabilidad de esta convocatoria, ni 
con  la presencia de la ciudad en
las redes  ni la proyección nacional. A
veces, también  caemos en las redes
horacianas  del carpe diem, cuando el
festival pretende trascender lo festivo. 
Bienvenida sea esta iniciativa si insufla  sana convivencia, espíritu de solidaridad  y promoción humana.      


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