DEL PARTIDO DE
LAS CASERÍAS A LAS CASERÍAS DE SAN ISIDRO
LA CIUDAD Y SU ENTORNO RURAL

En el siglo XVII, los partidos del campo del municipio eran: el de Frailes, Riberas y
Mures que limitaba con el camino de Granada; el del Palancares, Valdegranada,
el de la Hortichuela hasta el camino de Priego;
el de Rábita y Fuente Álamo; de
las Caserías; el de Charilla; y el de
Santa Ana. A lo largo de sus grandes extensiones, se encontraban diseminados
los cortijos y los núcleos rurales, formados por una concentración de éstos.
Unos eran de propiedad particular, y en ellos los propietarios concedían
permiso para levantar capillas que
mantenían con fundaciones, otros eran terrenos de baldíos o de propios que la ciudad
daba licencia para que fueran habitados y construidos en forma de albergues sin
más requisitos que el levantamiento de la construcción por el solicitante, que
solía edificarlo junto con un corral donde encerraba al ganado. Este fue el
origen de muchas aldeas a lo largo de estos dos siglos e intensificado en los
últimos cincuenta años del siglo XVIII. A esto había que añadir las continuas
reformas que se realizan en los cortijos de propios pertenecientes al cabildo
municipal, que dio lugar a su permanencia y su grado de atracción para formación
de estos departamentos rurales. Así, el cortijo del Piojo, Pinillo, Acequia
Alta y Baja en el futuro asentamiento de Ermita Nueva. Allozarejo, en
Villalobos. Sapillo en Valdegranada. Medianil, Atalaya en Mures.
Una división particular venía dada por la protección
de los montes ante las clandestinas talas y roturaciones de las tierras. Los
guardas divididos en parejas de dos vigilaban seis zonas correspondientes:
-Encina Hermosa, Fuente Tétar
-Hoya Redrada, Robledo, Cueva el Moro y Loberuelas
-Navasequilla y Mures
-Camello, Llano de los Muchachos, Chaparral de Nubes
-Dehesa de Fuente Álamo, Rabita y Sierra de san
Pedro.
EL PARTIDO DE LAS CASERÍAS
Antes de que recibiera el nombre de Caserías de San
Isidro, aparece con el genérico nombre de Caserías, incluso Caserías de la
Moraleda en los siglos anteriores al siglo XVII. Este partido de campo no
ofrece un núcleo tan definido como el de Santa Ana, Frailes o, incluso, las Riberas.
Desde el rey Alfonso hasta Carlos III, los diversos repartimientos dieron lugar
a importantes haciendas compuestas de grandes extensiones de tierra de labor,
monte y alguna que otra viña.
DE FUENTE DE LA MORALEDA A FUENTE DE SAN ISIDRO

Sin embargo, poco a poco, la ermita de san Isidro
ubicada en tierras de un hidalgo relacionado con la familia del abad Moya y los
Aranda, definió la zona que se denominará como Caserías de san Isidro. Era un
paso importante en el camino hacia Priego y sus puentes y fuentes van a ser lugares protegidos de la ciudad para el
abrevadero de ganados. La fuente y
el pilar que se encontraba entre las dos
moraledas era objeto de mantenimiento por parte del cabildo municipal y hay
constancia de una obra importante de arreglo en 1671. Las fuentes públicas
es una preocupación de la ciudad tanto en el casco urbano como los abrevaderos
de animales en las aldeas. Entre las primeras, destacamos la Fuente de la Mora
Vieja y Nueva, la del Pozuelo de saÁlamos o Fuente Nueva, y Fuente Tejuela, más a las
afueras del casco urbano en el ruedo , el Cañuelo, Granada, el Conejo y la Pilillas. Todas ellas eran fuentes que se
habían realizado por importantes artistas del renacimiento alcalaíno, los
hermanos Martín y Miguel de Bolívar. Sin embargo, a lo largo de estos siglos,
reciben una transformación importante de encañamiento y de alcantarillado. Para
ello, el ayuntamiento alcalaíno se vale de los maestros alarifes o de obras
locales con la colaboración de maestros granadinos. Hay constancia de que en el
siglo XVI, vino a la ciudad el maestro mayor de la Alhambra Francisco de Potes
y en el siglo XVII el maestro mayor del agua, descendiente de los Machuca,
Francisco de Machuca, que junto a Antonio Martín Espinosa de los Monteros
emprendieron una reforma muy importante del encañamiento del agua desde la Mora
Vieja, reformando la red en los puntos del pilar de las Tórtolas o Mari Ramos y
en dirección hacia una nueva fuente como la del Tesillo. Lo mismo sucedió con
la fuente de los Álamos y la del Pozuelo de san Juan. También, las fuentes de
las aldeas son puntos importantes que permitirá el desarrollo de núcleos
urbanos a lo largo de estos siglos. Las fuentes también jugaron un papel importante
como abrevaderos de ganados como la Fuente Ardales, que fue diseñada por Antonio
Martín. En las aldeas, la fuente de Santa Ana data de principios del siglo
XVII, y será realizada por canteros alcalaínos, la de la Fuente Rey y Somera en
el partido de santa Ana, la de la Hoya en la zona de la Pedriza y Villalobos,
la de Piedra en Valdegranada, la de la
Encina en Fuente Álamo, esta de san
Isidro, que fue reconstruida en el siglo XVII, del Piojo en Ermita Nueva, la de
las Pilas de la Fuente el Soto, la Blanquilla en la Rábita, dan lugar al
nacimiento de los partidos del campo y definen zonas rurales, ya que era el
sitio de abastecimiento de la población y, muchas de ellas, abrevaderos de
animales.
Por otro lado, muchas de ellas se transforman con el
paso del tiempo en lugar de lavadero
público como es el caso de la Fuente Rey, donde acudían a la labor de
lavandería las mujeres de aquellos entornos y, reedificadas y techadas con la
ayuda del abad Mendoza. Lo mismo sucedió
en las fuentes de la localidad como la de los Álamos o su ruedo como la Fuente
Granada.
La importancia del abastecimiento de la ciudad va a
ser tan significativa que los antiguos maestros alarifes, encargado de
informar, tasar, e, incluso, realizar todas las pequeñas obras de la ciudad se van a transformar en los maestros
cañeros como Juan Manuel de Contreras en el 1783.
LA DEVOCIÓN DE SAN ISIDRO
Alcalá compartió con otros lugares aquel clima
religioso del Siglo de Oro, que continuamente celebraba canonizaciones en conventos e iglesias. En 1681, en el
Convento de san Francisco que se enladrillaba el claustro, tuvo lugar la
de san Juan Capistrano ; y este mismo
año, con mucha solemnidad la fiesta de
san Isidro. E, incluso, en el año 1689, murió una mujer de nombre Isabel de
Aranda que recogían las actas del cabildo de la ciudad con gran atención
especial que despertó en el vecindario por su cuerpo incorrupto
La devoción a San
Isidro se propagó con los Austrias Menores, y, aunque La ciudad manifiesta su carácter independiente del reino de Jaén ante
las continuas demandas de fondos municipales recurriendo a todo tipo de órdenes
que en realidad no eran puras medidas de
la Corona para el gasto militar y fastuoso de la Corte, una significativa contribución
aportó para la Iglesia de san Isidro en Madrid con el donativo de 200 ducados
en 1659. Año aproximado , que corresponde con la llegada de la imagen de san
Isidro al oratorio de aquel cortijo y con la disuasión del nombre para
denominar esa zona de Alcalá la Real.
SAN ISDRO EN EL CAMINO
Siempre fue lamentable el estado de calzadas,
puentes y calles que se arreglaron con la colaboración de los vecinos, sobre
todo en los siglos XVII y XVIII la de las calles Braceros, Santillán, Llanillo
hasta Álamos e Izquierdo, la calzada de la Magdalena desde el Coto hasta la
Peña el Yeso , la vereda del Carmen, los
puentes de la Ribera y del arroyo de las
Parras y del río Carrizal. Lo mismo se arregló el aguadero de las Caserías de san Isidro, situado entre las dos Moraledas, en
el camino real que se dirigía a Priego desde la Fuente Tejuela. En estos tiempos, el servicio de
locomoción de coches de caballos obligaba a todas estas reformas, sobre todo,
los del Presidente de la Audiencia de Granada y, por otra parte, no se podía
olvidar el importante comercio de esta zona de Andalucía.:
zonas como
el Camello, Maleza Prieta, Frailes, Encina Hermosa y Hoya con una gran masa
arbórea de quejigos y encina que no hubo que replantar. No obstante, para
protección del ganado caballar y
abastecimiento se crearon dos dehesas de pastos , denominadas carnicera y se
persiguió a los roturadores de tierras que invadían las cabezadas y las zonas
montañosas como la Cañada del Membrillo. Algunas dehesas o tierras que se
habían roturado como las Nogueruelas o los Llanos de nuevo se convierten en
zonas de pasto. Se tomaron medidas de la
remedida de tierra de las ocho mil fanegas roturadas anteriormente y en la
protección de las veredas, descansaderos y abrevaderos como el de la Fuente de
los Chopos para los ganaderos de Fuente Álamo. El viñedo sequía siendo uno de
los frutos más importantes, que ocupaba los partidos de la Camuña, Prado Gordo
y Caserías, monte Rey y Boca de Charilla y Castillo. Algunos cotos particulares
se desacotaron en Bohórquez y el de Menchón, que comprendía Malabrigo, La
Parrilla, Quejigar, y Moralejo en beneficio del pasto común. Otro aspecto relacionado con lo anterior fue
levantar los cotos de dehesas para pasto común la zona del Sabariego por la comunidad de pastos que se mantenían
con la vecina villa de Alcaudete por el sitio de que venía de la Rábita hasta el altar de san Pedro corriendo por el
Portillo de la Harina y el vado de Paloma Un grupo especial de ellos eran los
que se van a encargar poco a poco de la administración de las ermitas de los
núcleos rurales como santa Lucía en Frailes, santa Ana, san Miguel en Charilla,
y san José de la Rábita, que subsistieron de las limosnas de los fieles, un tanto por
ciento del cobro de los diezmos de los distintos lugares y de
las misas en dichas ermitas. En el siglo XVIII, aumentarán el
número de capellanes en la Pedriza, san Juan de Valdegranada, la Venta de los
Bramaderos, la Hortichuela, las Ribera Alta, Mures, Ermita Nueva y las
Caserías.
-Dehesa de Charilla, Zarzalejos y Maleza de santo
Domingo
Desde los años setenta del siglo XVIII se va producir
un aumento constructivo de albergues de campo, casas de campo y aldeas en
terrenos de propios, concejiles y baldíos cercanos a los cortijos y cortijadas,
muy cercanos a vías pecuarias, veredas de campo y caminos de paso a otros
lugares comarcanos hasta tal punto que la propia ciudad denuncia la situación
en el año 1777 ante la Corte, porque no sabe cómo arreglar el entuerto de las
licencias concedidas y las casas construidas ilegalmente. Se lamenta que su
número había excedido más de las doscientas casas , que habitadas por cuatro o
más vecinos no era de extrañar que la población del campo hubiera crecido hasta
1000 o 2000 habitantes en estos años. Sus núcleos son la aldea de Frailes, Santa Ana, la Hortichuela, la Rábita,
Charilla, Mures etc.
A finales de siglo XVIII y principios del XIX las dos parroquias, el partido del Campo, agrupando
los diversos partidos de aldeas y cortijadas, anteriormente mencionados y el de Frailes, van a ser los cuatros
departamentos administrativos que
servirán para configurar los distintos padrones, censo, y reemplazos militares.
FRANCISCO MARTÍN ROSALES
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