Un caso
importante es la aldea de Charilla que sufre una gran expansión a lo largo del
si
glo XVIII con la roturación de tierras en la Dehesa, la zona del Robledo, los
pagos del Gudalcotón, la Celada, la Cueva del Moro, Martina y Rompezapatos,
donde la concentración de casas y cortijos llegaba a setenta y tres vecinos en
el año 1764 frente a otras zonas como Santa Ana junto la Cabeza el Carnero que
solamente tenía cuatro vecinos, ( tendrá
su desarrollo en el siglo XIX por la roturación de los terrenos baldíos de los
Llano, Mazuelos). Los demás partidos del campos suelen estar formados por una
gran agrupación de cortijos. Eran zonas que tenían a veces una fuente de
riqueza especial como los cuatro cortijos de los molinos de las Juntas o de
Aranda. La propia Ribera era un conjunto de 24 cortijuelos, Mures tan sólo
tenía trece vecinos. Sin embargo, la ribera del Palancares, Cantera Blanca y
Valdegranada junto con la Hortichuela se encontraba muy pobladas con ochenta y
sesenta vecinos, lo mismo que la Rábita con sesenta. Algunas zona como el
Villar, (3)Puertollano (8), Arroyo el Salado ; Fuente la Encina(9)y Fuente
Alámo(16) manifestaban unos núcleos reducidos de cortijos en amplias zonas
agrícolas.
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