El ateniense
Foción, aunque gobernó muchas veces los ejércitos y ocupó las más
altas magistraturas, sin embargo fue mucho más famoso por su vida sin tacha que por su hechos militares Por cierto, no se le concoce por ningún hecho cierto de sus hazañas bélicas, sin embargo alcanzó la fama de sus via, la fama que tuvo de la primera, por la que es podado el Bueno. Pues fue siempre pobre pudiéndose ser muy rico a causa de los
frecuentes cargos desempeñados los más altos poderes que el pueblo había
concedido. Este, rechazando los regalos de grandes sumas de dinero por parte del rey
Filipo y exhortándole unos legados que los recibiera y, al mismo tiempo,
haciéndole ver que, aunque el quisiera carecer de ellos, sin
embargo debería mirar por sus hijos,
quienes, con dificultad, podrían conservar una reputación tan grande de su padre estando ellos en medio de la más
alta pobreza.
Foción les
dijo: “Si se parecen a mí, un pequeño campo los alimentará, este mismo que me
llevó a mí a esta dignidad; pero si, en el futuro, no se parecen a mi., no quiero que el lujo se alimente y aumente a
expensas mías.
II
Como la
próspera fortuna le hubiese llegado a los
80 años, en los últimos años de
su vida, concibieron un gran odio contra
él sus paisanos atenienses; primeramente
porque había convenido con Demades en entregar
la ciudad a Antípatro y, por su consejo,
habían sido desterrados Demóstenes junto con los demás que se consideraba que se habían portado bien con la república, mediante
el decreto la plebe.
Y en este
asunto no solo había cometido la bastardía, a saber, por haber mirado tan mal por la república, sino por no haber
antepuesto la fidelidad a la amistad. Pues, ayudado y hecho prosperar por
Demóstenes lo había ascendido aquel grado que tenía dándole auxilio
secretamente contra Cares; e, incluso algunas veces fue defendido por el mismo Demóstenes Foción en los juicios
en los que lo acusaban de pena de capital, y salió libre de culpa. No sólo Foción no defendió a Demóstenes en los momentos
difíciles, sino que lo entregó a traición. Pues, perdió la gracia de los
atenienses por este delito principalmente: teniendo el más alto
mando del pueblo, y, tras hacerle ver
Derciclo que Nicanor, prefecto de Casandro,
atacaba el puerto del Pireo, que sin dicho puerto Atenas no podía vivir, y este
mismo pidiendo que proveyese que la
ciudad no fuera privada de abastecimientos, entonces, ante la audiencia de todo el pueblo
le dijo que no había peligro y prometió que el mismo sería el rehén de todo
este asunto. No mucho después Nicanor se apoderó del Pireo de esta manera, sin el cual Atenas no puede estar por completo. Para recuperarlo
habiendo acudido el pueblo armado, Foción no sólo no llamó a nadie a las armas sino ni
siquiera quiso ponerse al frente de las
armas.
III
Había en
aquel tiempo dos bandos en Atenas, uno
de las cuales defendía a la plebe, el otro a la aristocracia. En este último bando, se encontraban Foción y
Demetrio Falereo. Cada uno de estos bandos
disfrutaba las ayudas de los macedonios. Pues los populares se apoyaban
en Polisperconte, y los aristócratas seguían a Casandro.
En medio de estas circunstancias, Casandro fue expulsado por Polisperconte
fuera de Macedonia. Hecho esto, la plebe que había quedado vencedora en seguida, expulsó
de la patria a los jefes del
bando adversario condenados a pena capital, entre estos a Foción y Demetrio Falereo. Y sobre este asunto envió legados a
Polisperconte, para pedirle que confirmase sus sentencias de muerte y otras
determinaciones. Foción marchó de este lugar a hablar con el mismo Polisperconte. Cuando
llegó a Macedonia, ante el rey Filipo, ( pero en realidad de verdad no fue sino
ante Polisperconte), se le mandó que diese sus descargos a las acusaciones que
tenía contra él. Pues, por entonces,
estaba al frente de las cosas del rey. Este, habiendo sido acusado por Agnónides de haber entregado el
puerto del Pireo a Nicanor, fue metido a la cárcel por la sentencia del consejo, y fue devuelto a Atenas, para que allí se hiciera el juicio a él de acuerdo con las
leyes.
IV
Cuando llegó a Atenas, estando invalido de pies por la edad y siendo
llevado en un carro, una gran concurso
de gente se reunió para verle, como unos, acordándose de su vieja fama, se
compadecieran de su vejez, sin embargo
la mayoría se agriaron en ira por las sospecha de rendición del Pireo, y principalmente, porque se había puesto en la
vejez contra de los intereses del
pueblo. Por esta razón, ni siquiera se le dio la facultad de terminar el
discurso perorar ni que se defendiese.
Habiendo evacuado algunas formalidades judiciales, una vez condenado, fue
entregado a los once varones, a quienes estaba fiado, según las leyes de los
atenienses, el castigo público de los condenados de muerte. Foción, al ser
conducido a la muerte, le salió a su encuentro Eufileto, que había tratado como amigo. Este,
habiéndole dicho entre lágrimas: ¡Cuántas
cosas injustas sufres, Foción!. Este le respondió: “Mas esto me lo tenía tragado, pues este final lo tuvieron muchos
varones atenienses”. Contra Foción hubo un odio tan grande de la gente que
nadie se atrevió a sepultarlo. Por eso, fue sepultado por sus siervos.
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