Al llegar al mirador de los Zumaques, se nos ofrecieron en su mejor momento, rojizos, ocres por algunos sitios, amarillos pardos por otros y el verdor de la vegetación mediterránea en su relleno natural. Charilla, al fondo y y, en el sello del antiguo basurero, las rocas caídas del mar de Thetis. Se oían tiros de cazadores por el olivar, y los esparragales amarilleaban lo campos baldíos.
No adentramos ante el temor de la lluvia por el sendero abierto en el bosque de Monterrey, y bajo los descomunales tajos que ofreían sus flancos horadados por la gelifracción y la erosión de siglos. pisando piedras y salteando las rocas caídas, agrupandonos en los terrenos roturados y rodeados de tapiales de piedras. Explicamos la roturación de los Llanos a las clases humildes, su endeudamento y venta a los patronos. No olvidamos el oso cazado por el rey Alfonso XI y descrito en su Libro de Montería.
Algun pino, lagar y el camino del zumacal nos condujeron al camino alto de Chariilla. Nos vigilaba el Hacho, rememorando su cadalso suicida. De allí viramos a la izquierda hasta llegar a un sendero que nos llevó a la casa de piedra, un rincón encantador cuidado por Manuel y Toñi, repleto de su labor artesanal y artística con la que han elaborado una vivienda de piedra que complementa y mejora el medioambiente de este entorno. Se vive en otro mundo bucólico que recuerda las Georgicas o las Bucólicas de Virgilio, no son los pastores de Téocrito son los descendientes de Gerión haciendo hablar a las rocas del desprendimiento secular. Al lado, disfrutamos con Vicente Moreno, en su huerto especialmente ilustrado con su gubia, en la que su cosmovisión de artista nos ilustró de la génesis, esencia y diagnśotico del ser humano ante el planteamiento universal del topos ciudad/campo con un nuevo enfoque que lo convierte universal para los planteamientos del futuro. El hombre, la mujer, el campo, la naturaleza, la transformación humana y los complementos se romanizan en sus relieves con una versión portadora de mensajes muy ilustrativos para revisar el mundo de hoy.
De allí , en medio de una atmósfera purificadora como si nos envolviera una sombra regenerativa llegamos a la caseta de la Mora Vieja. Breves notas históricas. Y recordamos a los últimos de la fila el compromiso de Huerta de Capuchinos con el Banco de Alimentos el próximo fin de semana.
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