El DIA DE TODOS LOS SANTOS
EL NICHO ALTO DE MÁRMOL BLANCO ES DE PABLO BARMALA. |
El Día de Todos los Santos se celebra desde
Pero
llegó la globalización y se metamorfoseó por completo todo el calendario festivo y perdió su índole
religiosa a convertirse en un eslabón
del calendario comercial del
mundo neoliberal. Atrás, quedaron los momentos nostálgicos del encuentro
familiar para realizar la visita anual a las necrópolis con motivo de esta fiesta; por el contrario,
el desplazamiento a otras ciudades y los viajes de ocio se multiplicaron en
muchas personas que prefirieron cubrir
un puente turístico a honrar a sus antepasados, ya que la
dispersión de sus cenizas esfumó
la presencia familiar de muchas
personas en los camposantos .
Los
grandes supermercados sustituyeron con sus huesitos de santo las batatas cocidas del terruño sazonadas con canela y miles de caña y las tradicionales gachas blancas que se calentaban en las sartenes de las
abuelas, llenas de tropezones de
picatostes. Como en el tiempo navideño,
era un rito de encuentro familiar en
este día, tan esperado como celebrado en
el día del Nacimiento. Creaba vínculos, estimulaba sentimientos y aunaba a los miembros de las
familias.
Es
la estación otoñal, cuando el amarillo desprende de los castaños el fruto que
calienta las manos en los primeros días de la presencia de los fríos; sin
embargo, el humo de los viejos hornillos se quedaron en el trastero de las
cuadras de las casas del casco antiguo y, a lo más, saltan en las sartenes
y barbacoas de algunas viviendas.
Sin
embargo, este día ofrece un ángulo que
invita a muchas personas hacia la espiritualidad denostada en nuestro mundo
actual. Los habrá que la consideren como
una meditación a la manera tradicional e, incluso la desechen en su práctica;
hay quienes las transmutan y recuerdan a
sus víctimas de la memoria histórica durante este día como acontece en los
cementerios de Jaén y Jaén; otros van mucho más allá como Jon Sobrino, y la
interpretan la capacidad que dispones todo ser humano para reaccionar ante la realidad de la
ultimidad; me encantan estas palabras de José Laguna, que actualizan la espiritualidad de la siguiente manera definen “la
espiritualidad que no es una fuga mundi que huye del compromiso transformador
de una realidad muchas veces injusta, sino una relación trascendente con el
mundo que se habita. Es en esa relación con una realidad que se abre más allá del dato empírico en las que la lucidez, la compasión y la
utopía constituyen , a nuestro criterio, tres competencias esenciales de la
espiritualidad”. El silencio del
espíritu adentra en senderos que superan
el amurallamiento autista y crea una conciencia de interiorizar el mundo y las
circunstancias, supera las convulsiones con la paz, serena las turbaciones con la
tranquilidad, y “ acalla ruidos,
prejuicios y discursos hegemónicos para llegar a la esencia de la realidad y
llamar a las cosas con su verdadero nombre”.
Y
es que no sólo de pan vive el hombre, a veces es interesante pararse en el
trajinar diario, sentir el silencio y escuchar los pálpitos del espíritu. Y ,
aún más, como bálsamo ideal en medio de este maremagnum de venablos
tecnológicos a tiro limpio y que confunden a estas alturas al más pintado
por bonico que sea . Otium y negotium, decía Cicerón con palabras paganas.
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