Como era
natural, estos centros propugnaban la
moralidad del obrero, luchando para que no se viera inmerso en el alcoholismo. Lerroux era el líder
nacional, al que admiraban los
republicanos alcalaínos y a través del “Heraldo de Madrid” y del provincial
“República”, los republicanos se
informaban de la política nacional. En esta Casa, se formaron los políticos
locales, caracterizándose por el laicismo de costumbres. De este tiempo, nació una gran amistad de
Pablo Batmala con Manuel Ceballos López, con Esteban Gutiérrez y con Salvador
Frías. Los líderes provinciales más importantes de aquel tiempo fueron los
miembros del directorio provincial republicano, integrado por socialistas y
republicanos. El presidente Eduardo Fernández del Pozo, Francisco Bago, el
socialista José Morales Roble, Antonio Tordera y Juan José Moreno Martínez. El
republicanismo era, al mismo tiempo que una postura política, un comportamiento
ético que se identificaba con una actitud laica ante la vida, cuyas virtudes
esenciales era “la base insobornable de la dignidad” la honradez en el ejercicio de la política frente al caciquismo
reinante” y un laicismo, que se resume “ Como una prueba de que los hombres no se distinguen por los
escapularios que llevan fuera, sino por las virtudes que encierran
dentro(...)como un nuevo ejemplo de que una cosa son los rezos y otra cosa son
las obras, y que ante la divinidad invisible que estimula a las almas al bien,
a la belleza y a la verdad, son las obras aún sin rezos, que están en oposición
con las obras..”[2]. La
manifestaban hasta en las corbatas que lucían en la feria con motivo de las
corridas de toros, colocando colores de la bandera tricolor de tal modo que el
republicano de aquel tiempo era un fiel
seguidor de las ideas de Lerroux, además de un nostálgico de los éxitos de la Primera República
Española, que conmemoraba todos los 11 de febrero. Curiosamente, compartían los
actos públicos tanto socialistas y republicanos.
En el segundo
decenio del siglo XX, se presentaron los republicanos alcalaínos coaligados con
los socialistas en varias ocasiones sin obtener éxito electoral en medio de un clima poco propicio para ser
refrendados por el voto popular, ya que el partido conservador ocupaba todo el
espectro bajo la égida de la familia Abril. En 1920, se convocaron elecciones a las Cortes españolas,
y hay constancia de la vida política de estas formaciones, porque los periódicos conservadores manifestaban sus
críticas y su inquietud ante la posible presencia de algún representante radical socialista por la circunscripción
jiennense (en concreto, por el 8 de diciembre acudió a la ciudad el albista
Lópiz, posteriormente radicalsocialista y
que se presentaba coaligado con los socialistas, para realizar un acto
público en la Casa
del Pueblo). Además, los conservadores estaban muy nerviosos, porque el notario
Azpitare se había erigido en uno de los principales líderes de los republicanos
promoviendo la coalición en este centro republicano[6].
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