Muchos
se preguntan cuándo tuvo lugar la primera feria de junio. Otros, la
relacionan con aquellos tiempos en los que los jóvenes llevaban a cabo los
últimos filtreos juveniles de primavera para conseguir su pareja; y, por la
coincidncia festiva con el calendario cristiano, le adjudicaron el patronazgo del santo de Padua, enlazándola
con la tradicion de la búsqueda de la
imagen pequeña de san Antonio que las docncellas escondían por estas fechas en sus casas..
Ha
caído en mis manos el primer folleto de esta feria chica; y ha sobrepasado las
bodas de plata, pero, en modo alguno es centenaria. Se fundó unos años
posteriores a la posguerra, en medio de una sociedad alcalaína
predominantemente agroganadera, en la que el sector primario se acercaba al
noventa por ciento de la población
trabajadora; además, no había campesno que no tuviera un cerdo para el sustento
familiar, un gallinero y unas jaulas de conejos
en sus solarines; y el que menos no
se alimentara con la leche del lugar-caprina,
bovina u ovina-, la siega no fueera la
estación de mayor oferta de empleo junto con la aceituna. En concreto, se celebró en 1944, y, cuentan que tuvo
mucho que ver con ella el veterinario
Víctor Galiano.
No
fue fruto del azar, ni , en medio de la dpresión económica por la que
atravesaba el país, supuso un progreso desproporcionado con
relación a años anteriores. Anteriormente, el ayuntamiento y la Juanta Pecuaria
Local habían convocado concursos agroganaderos en los anteriores decenios ,
incluso, en los años difíciles de la República , el propio alcalde Batmala se habçia
ganado la simpatía de los agricultores y ganaderos con sus buennas dotes de
convocatoria.
Por
otro lado, la feria no fue un ave
de paso, ni un grajo blanco, lo que era muy fecuente del comportamiento
alcaláino. Curiosamente, se consolidó
pronto y se mantuvo hasta hoy, gracias a
declararse como feria de ganado atendiendo y solucionando las demandas del
mercado autárquico que obligaba al intercambios entre los ganaderos en lugares
públicos con las condiciones de higiene y sanidad controladas por la
administración.
Sin
embargo, ¡cuánto ha llovido! Y, por los efectos de la contaminación atmosférica
, muchos cambios climáticos ha traido a la Sierra Sur año de
profunda sequía, otros de trágicas tormentas y
algunos de temperaturas excesivas. Además, los niños del tercer milenio
contemplan la cabaña ganadera como unos animales de un zoo o de
granjas-escuela, sin estar contaminados
de los olores de cabra u oveja que sus abuelos frecuentaban en sus años de niñez. Los huertos de las
calles del casco antiguo han quedado convertidos en zonas ajardinadas, solarines abandonados y en zona de servicios
básicos abandonado las antiguas tinas y conservando las leñeras en pocas
ocasiones para surtir sus nuevos sistemas de calefacción o sus chimeneas. Ya no existe la socieddad de agricultores, labradores, campesinos,
hortelanos, jornaleros y pegujareros; se encuentra un residuo muy amplio del
sector primario, pero, casi, el sector de servicios se iguala en número de
trabajadores, y la industria, sobre todo
del plástico ( quién lo iba a decir?) supera el veinte por ciento. Nadie
se imaginaba que esta ciudad, diseñada en la mayoría de su trama urbana para
aquellos agricultores, no fuera
defendida con su presencia de morada en
los barrios antiguos por los pocos hijos
que se libraron de la gran diáspora que principios a mediados del siglo XX.
Tampoco, se pararon aquellos primeros bloques de más de cinco pisos que se
inicieron a finales los años setenta, y
eso que en la democracias, se rebajaron alturas de los primeros planes. Pero la
ciudad creció dos veces más en medio siglo que en cuatrocientos cincuenta años. Y, lo hizo, en medio de un estancamiento demográfico que ronda los
veinte mila habitantess. Y, además, se beneficia de los movimientos migratorios internos en
detrimento de algunas aldeas y de los emigrantes y jubilados.
Una
ciudad es un compromiso colectivo, y es la hora de evitar propuestas de tiempos
pasados que no volverán ; tampoco es
el momento de azuzar
nostalgias que ya no llaman la
atención a las nuevas generaciones.
Bastante, hacen las instituciones con
convertir en ciudad lo que era simplemente un pueblo gracias a los diversos planes de rehabilitación urbana y restauración de
monumentos, incluso, favoreciendo con
centros como la Tejuela ,m
Casa Pineda, Guardería, Centro de Salud Norte, entre otros. Tampoco, vale la pena aplicar el mimetismo de
rehabilitación o repobación de otros lugares, porque los argumentos pueden volverse a favor lo que
es contrario , y a la inversa. Por eso,
la feria actual de junio o de San Antonio
no respondoe ni a las mismas intenciones,
ni cumple con los objetivos de su creación, ni los
alcaláinos del siglo pasado presetnan el mismo perfil que los vecinos del
tercerto económico y no a la manera como lo definia Cicerón, el negotium, lo
que no es ocio, dedicación a la vida espiritual y no material, en nuestros
tiempos a las actividades intelectuales. No estaría mal que renaciera el primer sentido comercial y la feria de junio ocupara un lugar de
encuentro para actividades como congresos, jornadas, exposiciones y actividades
de encuentro y propuestas frente a la cultura del ocio botellonario que nos
circunda. En una sociedad del ocio, es
verdad que queda como residuo lo que primaba en los tiempos pasados , el
negocio. Y lo digo desde el punto de vista que ni los vecinos el ayer son los
mismos que los del tercer milenio, ni la
realidad socioeconñómica se identifica
con el siglo pasado, y respeto las propuestas democráticas para mejorar en
todos los aspectos la feria de Junio.
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