Mira qué rica
es nuestra lengua española, pero,
mira por dónde, que siempre caemos en la extravagancia y el continuo snobismo de trasladar vocabularios
de otros países, sobre todo de la lengua
inglesa A veces, parece como si
quisiéramos ocultar algo de nuestro entorno social y no expresar las cosas claras. Al pan, pan; y al vino,
vino. Ocurre esto cuando una persona normal
quiere leer y formarse con
artículos, opúsculos o libretos de un nivel superior a la norma lingüística y
se dan con bruces en medio de la abstracción más profunda que lo eleva a una
nebulosa de la incomprensión. No sólo
necesita un diccionario para que
le aclaren algunos vocablos sino para
que le desentrañen acrósticos, siglas, signos, construcciones, anagramas y
sintagmas que aparecen por doquier en el transcurso del relato y suelen ser
solamente los registros idiomáticos de
un grupo cerrado. Parece como si los
autores de los escritos se reservaran los conocimientos a la manera de
guardarse sólo para ellos mismos el
bálsamo de Fierabrás.
Esto
ocurre en todos los campos. Incluso, en los más insospechados como en los
ensayos de estudios sociales- Hoy,
preocupa en grado sumo la situación de enorme pobreza
en la que se desenvuelven muchas personas en contraste con el mal
reparto de la riqueza. En cualquier
medio de comunicación, puede recogerse datos comparativos que alarma al más pintado. Si no , ¿ a quien no le
espanta la fractura social que se está produciendo en la sociedad española cuando se
incrementaron los índices de pobreza
hasta tal punto que ha llegado a ser el
20 % de la población española?
Para
colmo de males, si llevamos a cabo el contraste con otros parámetros socioeconómicos, nos
dan ganas de llorar: un tercio de la población española casi está en
riesgo de exclusión social, se han incrementado la diferencia entre las rentas
más altas y más bajas, se está produciendo el aumento del precariado, y ha
nacido la figura del trabajador pobre.
Por eso, es duro este párrafo de
Oscar Mateos y Jesús Sanz, pero es una cruda realidad “Se está
produciendo un cierto proceso de la descomposición de la clase media, que ha visto caer en picado su poder
adquisitivo, sus niveles salariales y
sus condiciones de vida . Este proceso de desclasamiento ha llevado a la cola
de la asistencia social a miles de personas que nunca lo habían hecho,
reconfigurando , por tanto , el rostro de la pobreza. Sin darme cuenta, estoy cayendo en el mismo
error que estaba criticando, el de liarme con las cifras, los vocablos raros y las citas casi incomprensibles.
De
ahí que me vino a la mente aquella frase
muy ilustrativa de nuestra rica lengua refiriéndose a muchas
personas que no tienen dónde caerse muerto
y eran víctimas de llegar al
grado más profundo de la pobreza por
circunstancias personales o sociales que
le llevaron a la indigencia absoluta
hasta tal punto que ni siquiera podían
ocupar un pedazo de terreno para
su cuerpo al final de la vida. E, incluso, más explícitos se
encuadraban en aquellos antiguos grupos
que recogían los censos y padrones y los definían “pobres de
solemnidad”. Les colocaban un
cero a la hora de aplicarle cualquier
medida impositiva o en la aportación de recursos o bienes a la sociedad. Y
la gente se quedaba tan pancha, o, más bien paliaba su situación con algún que
otro detalle de caridad o le aplicaban un pequeño recurso público a modo de
beneficiencia. Eran los años del reparto del pan a los pobres en las crisis de
subsistencia, o, como una gracia especial, en tiempo de festividad solemne del calendario cristiano como la
celebración delas Pascuas.
Actualmente, se ha pasado del momento de acabar en
algunos lugares, regiones y comunidades
con el paro, y de esto no hace muchos
años. a una situación mucho más
diferente, casi en las antípodas de la anterior. No es de extrañar que muchas
ofertas electorales de los últimos comicios
se centrasen, con razón y con sentido, en resolver este triste panorama
mediante contribuciones públicas a
las familias de un mínimo vital para
poder subsistir y afrontar sus servicios
básicos.
Por
eso, me vino en mente con aquel dicho repasar muchos conceptos que se presentan
en el argot laboral y no pueden pasarse por alto. No sólo para comprender y
contribuir con nuestro grano de arena, más bien de solidaridad, a la situación,
sino también para sensibilizarnos ante esta cruda realidad con este vocabulario
que desarrollaremos en varias fases y artículos.
Y
centrándonos en la pobreza se puede partir de aquel pobre de solemnidad para acabar con el
denominado actualmente como
precario. Y dentro de esta tragedia, la gama es
compleja y con muchos matices.
Pero, lejos de los mendigos y los
pícaros de antaño y de ogaño ( que no tenían más remedio que su ingenio y travesura
para salvar el pellejo), se encuentra el
pobre estructural que, en los tiempos de vacas gordas, no pudo alcanzar el mínimo vital de modo
que, en los que corren ahora, este sector de personas se consolidó y aumentó en grandes proporciones.
Y, además, nos vienen el recuerdo aquel dicho “pobre , pero honrado”, que se ha
extendido por muchos rincones, es la nueva figura del trabajador pobre, otro sujeto que hace referencia a las personas que tienen
empleo pero no disponen de ingresos suficientes para satisfacer las necesidades
básicas y rozan la exclusión social, se las ingenian con miles de fórmulas ante
este envite y embate que les causó este
tsunami de la crisis prolongada en la que nos movemos. No nos olvidamos del
pobre nuevo, personas que pertenecían a
la clase media, y, de la noche a la mañana, les faltan los recursos para
vivir una vida digna al ser apartados
repentinamente del mercado laboral durante un largo periodo de tiempo, y eso que tienen competencias laborales para
afrontar un oficio y un puesto de trabajo,
Para terminar , esta horrenda
crisis ha provocado el nacimiento del Precariado, de la mano de la globalidad, esta figura no
es sino aquella persona con formación cualificada que, en otros tiempos, podía
gozar de una estabilidad económica y laboral y actualmente está zarandeada por
la temporalidad y eventualidad constante de modo que no sabe por donde saldrá el sol el día de mañana, y vive una tortura
constante y sin preavisos de
seguridad laboral.Se encuentra con la necesidad
perentoria de tener que asumir un trabajo precario que no pueden desechar, un trabajo que no les
cubre en modo alguno las necesidades primordiales.
En
este capítulo, nos hemos desenvuelto en el terreno de las palabras que
comienzan con p de pobreza. Creemos que
esta realidad se encuentra en el reino de Jauja, y, a pesar de los grandes esfuerzos de asuntos sociales, este tipo de
trabajo precario y temporal es muy frecuente en nuestra zona para estos sectores
y abundan a nuestro derredor algunas
personas que no pueden afrontar gastos tan simples como una dentadura para comer, gas o electricidad en sus casas, el
pago del alquiler de la vivienda, e, incluso, alguna medicina o una
alimentación básica. La letra p de pobreza parece como si fuera maldita, pero cerca de su escala alfabética estará la
n de nada, ninis, que dejaremos para el próximo capítulo.
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