Acaban el año 2015 y la serie de las torres y
atalayas alcaláinas. Hace años, a través de este medio de comunicación nos
acercamos a nuestros lectores con una
diversidad temática que no se ajustaba a padrón alguno. Los meses fueron el
siguiente hilo conductor que sirvió para la comprensión de la
idiosincrasia alcalaína; luego, los doce miradores fueron las tribunas desde
donde se dibujó el contraste en la
ciudad del pasado y la del futuro; durante este año, las torres, se han
introducido en la trama urbana y han aportado
diversos ángulos de la sociedad de la ciudad de la Mota ,
siempre partiendo de los fundamentos históricos.
Como
colofón de estos artículos, dedicamos el último a las Entretorres. Un término
yuxtapuesto, original y autóctono
que refleja una parte del territorio municipal, antaño adehesado y
hogaño tierra de olivos. Está comprendido entre dos ejes muy importantes del
partido judicial de Alcalá la
Real , las carreteras de Granada y la de Izanalloz: la primera
fue siempre un camino real de comunicación de las tierras del Alto Guadalquivir
a Granada y tierras de su Costa; la
segunda, un camino que conducía a los montes granadinos y las tierras de Guadix
y Baza; la primera, sufrió una
transformación de ser camino carretero a carretera desdoblada, e, incluso, autovía prometida
para enlazar Badajoz con Granada; la segunda, antiguo subeje andaluz y
suplantada por la autovía de Andalucía.
Entretorres
es un espacio definido y controlado por
las dos torres, afortunadamente mejor
conservadas e, incluso rehabilitadas: la del Moraleja y la del Cascante. Si
hubiera de confrontarse el conocimiento
de este tipo de atalayas por parte de los vecinos , de seguro que ambas
son las más conocidas por encontrarse cercanas a núcleos poblacionales más próxim
Pero,
sobre todo, Entretorres responde a un periodo histórico de mundo de frontera,
donde los alcaides de las atalayas pasaban muchas jornadas con ojo avizor
esperando invasiones de enemigos en tierras cristianas, fingiendo alguna que
otra travesura para despistarlos como aconteció en las gestas de los
Arjonas, Linares o Arandas, o,
simplemente viendo pasar las caravanas
de comerciantes en tiempos de paz.
Y
este es el símbolo natural de este lugar
que transciende su ubicación territorial. Entretorres es la esencia viva de la
historia del pueblo de Alcalá la
Real. Es testimonio de
tiempos pasados y de
enfrentamientos superados por la sana convivencia; tiempos de crisis
y subsistencia que dejaron paso a los ciclos de prosperidad y de paz.
Muestra del esfuerzo humano para transformar la naturaleza de los amplios
eriales y pastizales de ganados en tierra roturada de cereal en los primeros años y, a partir del siglo XIX, de olivos serranos. Incluso, Entretorres ocupa un lugar privilegiado de ocio y asueto, donde han fijado la
residencia muchos vecinos, con lo que se cierran los tres sectores productivos.

Entretorres,
por tanto, se nos convierte en epítome de evolución territorial y reflejo del año actual, un año convulso en el que se ha participado en diversos procesos electorales y se han experimentado ( también, se palpan)
importantes cambios que atañen
todos los espacios; desde lo local a lo
global; desde lo individual a lo
social pasando por lo vecinal,
asociacional y familiar. Sus torres contemplan la simbiosis en la que conviven
lo rural y lo industrial, el progreso de las aldeas como Santa Ana y la mano
tendida a nuevas perspectivas industriales de la ciudad de la Mota.
Entretorres,
ha sido y es síntesis de los puntos de mira de Alcalá la Real , de su zona aldeana y su
capitalidad, de su agricultura y nueva industria, de su pasado y su progreso.
Toca en la nueva serie bajarse y pisar
tierra firme, dejar los miradores y descender de las atalayas, para nuevos
tiempos “ Entre tiros y altozanos”. Felices Navidades. Y un año 2016 que supere
todas las crisis. 

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